A new book makes a number of controversial claims about wheat. Once you sort through the hyperbole and hysteria, here’s the news flash: Wheat is not a poison. Millions of people eat it every day. However, wheat — like eggs or peanuts — can make you sick. A small percentage of people are unable to eat wheat due to allergy or health reasons.
The publication of The Wheat Belly, by Dr. William Davis, led some people to question the impact of wheat in their diet, and the ways in which this crop has been improved in recent decades.
If you believe Davis’ book, wheat is bad for you and makes you obese. Yet this grain has been a staple of the human diet for thousands of years, and is a vital source of fiber, starch, and antioxidants. In recent years, wheat consumption in the US has decreased, whilst obesity levels have increased. Weight gain is due to a combination of factors (genetics, diet, lifestyle, environment), and according to data from the World Health Organization, there is no correlation between per capita wheat production and obesity.
Responding to Davis’ claims, The National Wheat Improvement Committee (NWIC) sought input from internationally renowned wheat scientists and used peer-reviewed research in seeking to verify the truth about wheat breeding and improvements.
According to the NWIC, “wheat is an essential, safe, healthy, and wholesome source of energy and essential nutrients… it provides an estimated 4.5 billion people in 94 developing countries 20 percent of their protein intake.”
The NWIC highlighted that wheat improvement has been occurring naturally for the last 10,000 years. In the last 70 years, scientists have simply learnt to capitalize on this by combining genes from complementary wheat parents to incorporate favorable traits into offspring, or by introducing genes from ancestral wheats into new varieties. Neither method employs genetic engineering.
In his book, Davis claims that all wheat is the same, but just as one variety may be taller than another, varieties also vary in protein content. We need a high protein content to make breads and pasta, and flour with low protein levels for making cakes and noodles. One of these proteins is called ‘gliadin’, but contrary to Davis’ assertions, this is not a new protein and was actually discovered more than 100 years ago.
So before you cut wheat out of your diet, take a few minutes to read the full NWIC article, and make your decision based on solid science and expert opinions.
La publicación de The Wheat Belly (“Barriga triguera”), del doctor William Davis, dio lugar a que algunas personas pusieran en cuestión el efecto de incluir trigo en su alimentación y la manera en que este cultivo se ha mejorado en las últimas décadas.
Según el libro de Davis, el trigo hace mal y produce obesidad. No obstante, este grano ha sido un alimento básico para la humanidad durante miles de años y es una fuente vital de fibra, almidón y antioxidantes. En los últimos años, el consumo de trigo ha disminuido en los Estados Unidos, mientras que la obesidad ha aumentado. El aumento de peso se debe a una combinación de factores (genéticos, alimentarios, de hábitos de vida y medioambientales) y según los datos de la Organización Mundial de la Salud, no existe correlación entre la producción per cápita de trigo y la obesidad.
Para responder a las afirmaciones de Davis, el Comité Estadounidense de Mejoramiento del Trigo (National Wheat Improvement Committee, NWIC) consultó a investigadores de fama internacional especializados en dicha especie, para conocer la verdad sobre su selección y mejoramiento.
Según el NWIC, “el trigo es una fuente fundamental, inocua, saludable y sustanciosa de energía y nutrientes esenciales… proporciona el 20% del aporte proteico a 4,500 millones de personas de 94 países en desarrollo”.
El NWIC subrayó que el mejoramiento del trigo se ha estado produciendo naturalmente durante los últimos 10,000 años. En los últimos 70 años, los investigadores solo han aprehendido a sacar provecho de él combinando genes de progenitores complementarios de trigo para incorporar caracteres favorables a su descendencia o introduciendo genes de trigos ancestrales en las nuevas variedades. Ningún método emplea la ingeniería genética.
En su libro, Davis afirma que todos los trigos son iguales, pero de la misma manera que unas variedades son más altas que otras, pueden variar también en cuanto a contenido proteico. Necesitamos harina de alto contenido proteico para elaborar pan y pasta y de bajo contenido proteico para la pastelería y los fideos. Una de estas proteínas se denomina “gliadina”, pero al contrario de lo que afirma Davis, no es una nueva proteína sino que, en realidad, se ha descubierto hace más de 100 años.
Por lo tanto, antes de eliminar el trigo de su alimentación, dedique unos minutos a leer todo el artículo del NWIC y tome una decisión basada en argumentos científicos sólidos y en las opiniones de los expertos.