“Necesitamos alentar y apoyar a las niñas y mujeres para que alcancen su máximo potencial como investigadoras científicas e innovadoras”, dice el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Y tiene razón. Cerrar la brecha de género en la ciencia es fundamental para lograr los objetivos de desarrollo sostenible y cumplir las promesas de la Agenda 2030.
Desafortunadamente, es más fácil decirlo que hacerlo. Si bien en los últimos años la comunidad global ha aumentado sus esfuerzos para involucrar a las mujeres y las niñas en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM por sus siglas en inglés), siguen siendo sorprendentemente subrepresentadas en estos campos. Según la UNESCO, menos del 30 % de los investigadores en el mundo son mujeres, y solo una de cada tres estudiantes de educación superior selecciona asignaturas de STEM.
“La ciencia está dominada por los hombres”, concuerda la fisióloga de trigo del CIMMYT, Gemma Molero. “Es un desafío ser mujer y joven — condiciones sobre las cuales no tenemos control pero que de alguna manera pueden cegar a nuestros compañeros de nuestro conocimiento y capacidad científica”.
Invertir en la educación científica para las mujeres y niñas es una parte clave para cambiar esta realidad. Samjhana Khanal, nepalí graduada en agricultura, emprendedora social y ganadora del Premio MAIZE-Asia Youth Innovator 2018, lo demuestra. Ella cita el apoyo de su familia como un factor determinante para permitirle continuar su educación, especialmente el de su madre, que “a pesar de no tener educación y no poder leer ni escribir una sola palabra, soñaba con tener una hija científica”.
Mejorar la visibilidad de las científicas que pueden servir como modelos a seguir para las generaciones más jóvenes es igualmente importante.
“Uno de los factores más importantes que se registran de manera subconsciente cuando los estudiantes universitarios consideran carreras profesionales es cómo se ve la persona que se encuentra al frente de la sala”, afirma la Asociación de Mujeres en la Ciencia, “y las mujeres y las minorías subrepresentadas perciben visiblemente números bajos en campos como la ingeniería y las ciencias físicas”.
Fazleen Abdul Fatah es profesora sénior de economía agrícola, comercio y política en la Universidad Tecnológica MARA (UITM por sus siglas en inglés) en Malasia, quien recientemente pasó tres meses como investigadora visitante en la sede del CIMMYT en México. Fazleen reconoce la importancia de aumentar la visibilidad de las mujeres científicas pertenecientes a minorías que pueden servir como modelos a seguir para las jóvenes al demostrar que las carreras en STEM son alcanzables.
“Tuve una profesora increíble durante mi licenciatura que realmente me inspiró a avanzar en el campo”, dice Abdul Fatah. “Ella fue un ejemplo maravilloso de cómo hacer matemáticas buenas, dirigir proyectos nacionales e internacionales exitosos, trabajar en el campo de STEM y ser una madre”.
Con el apoyo del CIMMYT, Molero, Khanal y Abdul Fatah están ayudando a allanar el camino para la próxima generación de mujeres científicas. Ya sea que trabajen en la fisiología de los cultivos, el manejo de nutrientes o los patrones de consumo de alimentos, sus carreras sirven como inspiración para las jóvenes investigadoras de carrera temprana en todo el mundo.
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