Ciudad de México (CIMMYT)—Solo unos cuantos levantaron la mano cuando Tamar Haspel, columnista de The Washington Post, hizo una sencilla pregunta a los más de 1,000 científicos, investigadores, economistas y expertos en agricultura que se encontraban en la sala. “¿Quién de ustedes ha cambiado de opinión respecto a algún tema en el último año?”
Haspel, titular de la columna Unearthed en el diario The Washington Post, que se especializa en temas de la intersección entre la alimentación y la ciencia, dio un discurso durante la conferencia de tres días para celebrar los 50 años del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
En su intervención, Haspel exhortó a la industria científica y agrícola a examinar con más detalle las opiniones que difieren de las suyas y a sostener conversaciones constructivas, a fin de mejorar y cambiar la opinión que el público tiene de la agricultura hoy en día.
¿Cuándo comenzó a escribir sobre la alimentación, la ciencia y la agricultura?
He escrito sobre la alimentación durante 20 años, concentrándome en la nutrición y la salud, pero hace casi cinco años, mi esposo y yo nos mudamos de Nueva York a Cabo Cod (Massachusetts) y empezamos a criar ganado, sembrar cultivos alimentarios y pescar. Incluso establecimos una finca comercial y por eso sé lo que significa perder el 80% de la cosecha. Todo aquel que escribe sobre la producción de alimentos debe saber que éstos provienen de algún lado y entender el arduo trabajo y el riesgo que implica.
¿Cuál es el principal mensaje que trata de comunicar en las conferencias?
Creo que lo más importante es lograr reunir en la misma sala a personas que no están de acuerdo entre sí. Lo mejor es darte cuenta de que estás equivocado, pues eso significa que no volverás a cometer el mismo error. En la agricultura existen muchos temas en los que la gente no está de acuerdo. Por ejemplo, hay mucha polémica respecto a la revolución verde entre la comunidad científica; hay personas con opiniones opuestas sobre el tema que hacen afirmaciones contundentes. Ambas partes no pueden tener toda la razón, pero lo cierto es que ambos lados tienen algo de razón. Creo que tenemos que interactuar con gente que no ve el mundo como nosotros lo vemos, sobre todo en la comunidad agrícola. Ahora mismo tenemos un problema apremiante para alimentar a la creciente población. Por eso es muy importante dejar atrás esos desacuerdos tontos.
¿Por qué cree que su mensaje es tan bien recibido por los científicos?
Personalmente, creo que los científicos trabajan para descubrir lo que es verdadero. Si les presentas algo que les hace mella y que no se les había ocurrido, les da mucho gusto. Sé que en mi caso, darme cuenta de que no soy muy buena tomando decisiones me ayudó, y pensé que este mensaje sería bien recibido por la comunidad científica.
¿Cuándo se dio cuenta de que no es muy buena tomando decisiones?
Hace cinco años, leí “The Righteous Mind”, un libro muy convincente y persuasivo. Cambió completamente mi forma de pensar respecto a mis opiniones. Me hizo ser sumamente cuidadosa al analizar la información y me hizo mucho más tolerante de las opiniones con las que difiero, incluso si éstas son científicamente inaceptables.
No creo que podamos andar por el mundo pregonando de forma creíble que es peligroso consumir cultivos genéticamente modificados. Sin embargo, creo que quienes van por el mundo pregonándolo son los que están más preocupados por nuestro sistema alimentario. Me encantaría tener una conversación constructiva con esas personas. Necesitamos personas que se preocupen, porque, honestamente, el camino hacia un sistema alimentario perjudicial para el medio ambiente son los consumidores apáticos.
Siempre buscamos fuentes de información que comparten nuestros valores y confirman nuestros puntos de vista. Por tanto, les recomiendo que encuentren a una persona muy inteligente que no esté de acuerdo con ustedes y que la escuchen.
Vea aquí la presentación que dio Haspel durante la conferencia del 50 aniversario del CIMMYT.
