Badbil es una aldea tribal remota y muy pobre en la región del altiplano de Mayurbhanj, estado indio de Orissa. En la aldea habitan 200 familias de cuatro tribus indígenas que tradicionalmente han cultivado una variedad de arroz local conocida como Sathia.
A causa de las sequías recurrentes y las escasas lluvias, las familias han empezado a abandonar el cultivo de arroz. La elevada demanda de agua para regar el arroz ha contribuido también a que la producción total de arroz haya disminuido 40% en los estados de la zona oriente de la India, cuyas pérdidas se estiman en 800 millones de dólares. En consecuencia, la región del altiplano de Mayurbhanj es considerada no apta para sembrar arroz y la tierra permanece inactiva gran parte del año.
“Los agricultores tienen también el problema de la laterita y los suelos ácidos, que predominan en estas zonas y a los que la población local suele restar importancia porque están degradados y son improductivos”, agrega R.K. Malik, agrónomo sénior del CIMMYT.
Sin embargo, los científicos creen que el maíz —debido a su versatilidad y resiliencia— puede ayudar a elevar la productividad agrícola en varias zonas de Orissa propensas a la sequía. “Si los agricultores cultivan maíz en esta región, pueden evitar que la calidad del suelo disminuya, ahorrar agua y ganar más”, según Malik.
Tradicionalmente, los agricultores de las zonas tribales de Orissa han sembrado variedades locales de maíz en huertos caseros para el consumo familiar y venden los excedentes en los mercados locales. Los rendimientos son bajos porque estos agricultores siembran “variedades locales antiguas al voleo”, comentó Nabakishore Parida, agrónomo del CIMMYT. Además, estos agricultores no cuentan con información adecuada sobre prácticas agronómicas modernas que controlan las malezas y no aplican insumos como fertilizante.
Con la colaboración del Departamento de Agricultura de Orissa, la Iniciativa para los Sistemas de Producción de Cereales en el Sur de Asia (CSISA) del CIMMYT ha estado trabajando en zonas productoras de maíz de bajo rendimiento y las tierras inactivas, como las del altiplano de Mayurbhanj, a fin de promover la adopción de prácticas agronómicas mejoradas, como la siembra mecanizada y la aplicación de nutrientes específica a cada sitio, y seleccionar los híbridos con mejor comportamiento.
En consecuencia, los rendimientos han aumentado en casi 75%. “Muchos agricultores que optaron por estas prácticas agronómicas informan que obtuvieron rendimientos de grano de más de cinco toneladas por hectárea en comparación con las menos de dos toneladas por hectárea que cosechaban con las prácticas tradicionales”, agrega Malik.
Los agricultores ahora muestran interés en la siembra de maíz en hileras y están trabajando con proveedores locales que les proporcionan servicios para sembrar maíz en esa forma utilizando sembradoras multicultivos. CSISA y sus colaboradores están capacitando a nuevos proveedores de servicios y creando conciencia al invitar a los colaboradores locales a que ayuden a generar demanda de esta tecnología para hacer una mayor difusión del cultivo de maíz en la región del altiplano de Orissa.
Las mujeres encabezan iniciativas para impulsar el cultivo de maíz
En 2013, CSISA empezó a trabajar con el grupo femenino de autoayuda (GFA) Johar Jaher Ayo en el cultivo colectivo de maíz en Badbil. Comparada con la de 2012, la producción de 2013 se duplicó con la introducción de híbridos, poblaciones apropiadas de siembra, siembra mecanizada y manejo de nutrientes, según resultados de CSISA. El grupo obtuvo ganancias de aproximadamente US$ 250 por la venta de excedentes de elotes y grano, y conservaron suficiente para sus familias.
El éxito de Johar Jaher Ayo inspiró a más mujeres de otros GFA a sembrar maíz y obtener ingresos con la venta de maíz híbrido en 2014 y 2015. El GFA de Saraswati, formado por 13 mujeres, obtuvo ganancias de US$ 1500 con la venta de siete toneladas de grano seco y cerca de una tonelada de elotes. En 2015, 395 agricultoras pertenecientes a 42 GDA adoptaron la siembra en hileras y prácticas agronómicas mejoradas.
Para reducir costos y el trabajo pesado alquilaron una desyerbadora mecánica y ahorraron “US$ 31 por acre desyerbado”, dijo Anita Lohar, una agricultora progresista y miembro del GFA de Jagat Janani. “Ahorramos la mitad del tiempo que tardamos en desyerbar manualmente, lo cual es muy útil, ya que tenemos periodos cortos de sequía y la precipitación pluvial es impredecible durante la temporada de lluvia”.
Según Lohar, el cultivo de maíz ha cambiado su forma de pensar respecto a las prácticas tradicionales, que requerían mucho laboreo y eran menos lucrativas, y ha confirmado el papel fundamental de la mujer en el sector agrícola.