NAIROBI, Kenia (CIMMYT)—La prevalencia del “hambre oculta” provocada por la deficiencia de micronutrientes es un problema grave en África subsahariana, considerada una de las regiones más afectadas, ya que el 30% de su población padece desnutrición.
La biofortificación del maíz aumentando los niveles de vitamina A y proteínas en el grano es una forma eficaz de mejorar la dieta de los pequeños productores en zonas rurales.
El CIMMYT y sus colaboradores generan continuamente variedades mejoradas de maíz con características que las hacen más nutritivas, en particular, variedades con provitamina A (maíz naranja generado en colaboración con HarvestPlus para la región del sur de África) y maíz con calidad de proteína. Además de su componente nutricional, estas variedades son también tolerantes a la sequía y resistentes a enfermedades comunes y, al mismo tiempo, cumplen con los objetivos del potencial de rendimiento encaminados a lograr la seguridad alimentaria.
Mejoradas utilizando métodos convencionales, las variedades de maíz con provitamina A son también tolerantes a factores adversos, en contraste con las variedades de grano blanco y amarillo que hay en el mercado.
“Hasta ahora, hemos liberado once variedades: seis en Zambia, cuatro en Malawi y una en Zimbabwe; próximamente liberaremos tres híbridos más en Zimbabwe, a finales de octubre de 2016”, anunció Thokozile Ndhlela, mejoradora de maíz del CIMMYT en Zimbabwe.
Dado que muchos consumidores africanos prefieren el maíz blanco, es cada vez más importante superar los prejuicios contra las variedades de maíz no blanco a fin de promover su adopción e incrementar su uso.
Esos prejuicios tienen que ver con el hecho de que, en algunas regiones, el maíz amarillo se siembra principalmente para alimentar ganado y se le utiliza poco para consumo humano. Tiene que ver también con la pobreza, ya que se importaron grandes cantidades de maíz no blanco a los principales países productores de maíz en África subsahariana durante la hambruna que asoló la región a finales de la década de los ochenta y que se prolongó hasta los noventa. El maíz importado no gustó porque no se almacenó apropiadamente, se puso rancio y adquirió un sabor desagradable.
En un principio, el sector de la agricultura para el desarrollo no dio mucha importancia al hecho de que la gente recordara el mal sabor y sus prejuicios contra el maíz no blanco distribuido por programas de ayuda alimentaria, hasta que comprobaron que esto estaba influyendo en las decisiones de los pequeños agricultores de adoptar o no las variedades mejoradas.
“El sabor es una característica importante en la adopción del maíz”, dice Rodney Lunduka, socioeconomista del CIMMYT. “En el caso del maíz naranja en Zimbabwe, la principal razón de su no adopción es, de hecho, su sabor. Los agricultores dicen que la antigua variedad llamada Kenya que fue distribuida durante la hambruna de los ochenta y los noventa tenía muy mal sabor”.
En un esfuerzo por contrarrestar la experiencia negativa con el maíz no blanco, el CIMMYT organizó un ejercicio de evaluación de sabor con agricultores en cinco distritos de Zimbabwe: Marondera, Mrehwa, Zaka, Bikita y Mutoko. Se les puso una venda en los ojos a los agricultores que participaron en una degustación de sadza, alimento básico en Zimbabwe, en este caso preparado a base de harina de maíz con provitamina A y con harina de maíz blanco y se les pidió que calificaran el sabor y el olor de la preparación. Cerca de 240 agricultores (119 mujeres y 119 hombres) participaron en el ejercicio de evaluación.
“Se explicó detalladamente a los agricultores en qué consistía el ejercicio y no se les permitió ver la sadza antes de que la probaran”, relata Lunduka. “Esto ayudó a eliminar cualquier sesgo basado en la apariencia, para que no influyera en ellos el color, sino el sabor”.
La evaluación reveló que el 80% de las mujeres agricultoras y el 84% de los agricultores prefirieron la sadza de maíz naranja porque tenía mejor sabor.
“Estos resultados muestran que existe la oportunidad de llegar a los agricultores con este maíz nutritivo, y que, por tanto, es necesario seguir generando variedades más robustas que no solo sean nutritivas sino también competitivas en cuanto a la productividad”, agregó Ndhlela.
Después de la evaluación, muchos de los participantes en la prueba de sabor se agruparon en torno a la sadza preparada con maíz naranja.
Por tanto, es posible que si hay una mayor disponibilidad de maíz naranja con provitamina A, los niveles de micronutrientes podrían aumentar y reducir considerablemente la amenaza del hambre oculta.