En entrevista reciente, una especialista en nutrición que habla abiertamente de las consecuencias negativas de las dietas libres de gluten de trigo dijo que quiere disipar los mitos que han surgido a raíz de la idea de que la proteína del trigo es nociva para la salud.
“En los últimos tiempos, el trigo ha recibido muchos ataques de gente que ha emitido opiniones que simplemente no tienen fundamento científico”, dijo Julie Miller Jones, profesora emérita de Nutrición de la Universidad de Santa Catarina en Saint Paul, Minnesota.
La dieta libre de gluten está generando grandes ingresos a la industria alimentaria. Las ventas han aumentado un 63% desde 2012; el año pasado se introdujeron 4,600 productos al mercado, según datos de la revista Consumer Reports en su edición de enero 2015.
Según estimados, las ventas al menudeo de productos libres de gluten en los Estados Unidos fueron del orden de 12.2 mil millones de dólares en 2014 y las proyecciones para 2020 indican que alcanzarán los 23.9 mil millones, según datos de Statistica.
La popularidad de estas dietas ha aumentado en parte por el contenido de libros como Wheat Belly, de William Davis; y Brain Grain, de David Perlmutter. En estas obras se dice que los productos de trigo son la causa de muchos problemas de salud, opiniones que no comparte Miller Jones.
Sin embargo, tales opiniones se contraponen con las actuales pautas internacionales en materia de medicina y salud emitidas por la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud.
“Aparte del 1% que padece celiaquía, de menos del 1% que son alérgicos al trigo y unos cuantos que son sensibles al gluten pero no son celiacos, connotados especialistas en celiaquía y profesionales de la salud descartan los supuestos beneficios de los alimentos que no contienen gluten y exhortan a aquellos que no están bajo ninguna de estas condiciones a que se abstengan de adoptar dicho régimen alimentario “, dice Miller Jones.
El trigo es un producto alimentario básico y tiene un papel vital en la seguridad alimentaria, ya que aporta 20% de la cantidad total de calorías y proteínas que consume la población mundial.
En la siguiente entrevista, Miller Jones —que hace poco dio una conferencia en el CIMMYT-México— comparte sus puntos de vista sobre la controversia que se ha desatado en torno a las dietas de moda que proponen la eliminación del trigo y su complejo proteico, el gluten.
¿Qué le preocupa respecto a los ataques contra el consumo de trigo?
Me preocupan muchas cosas. Uno de los ataques se basa en el hecho de que el trigo ha sido mejorado por el hombre —y que en este proceso algo malo le ha pasado al grano. Realmente quiero disipar el mito de que, en cierto modo, el trigo nos hace daño y que el trigo moderno es diferente del que había hace muchos años. Es diferente porque podemos sembrar más, rinde más, pero no difiere en cuanto a sus cualidades nutricionales. De hecho, tenemos más nutrientes por acre, lo cual creo que es bueno y no malo.
Los críticos opinan que los científicos están creando nuevas proteínas en el trigo. ¿Es cierto?
Se pueden crear nuevas proteínas sin causar mutaciones, y normalmente con el fitomejoramiento no ocurren mutaciones. Hay cientos de variedades de trigo en el mundo —lo que Norman Borlaug (mejorador del CIMMYT y Premio Nobel de la Paz, conocido como el padre de la Revolución Verde) hizo fue una cruza de estos trigos para generar variedades que pudieran crecer en diversas condiciones. Las gluteninas y las gliadinas que contenían esas variedades han existido en el grano de trigo desde que éste empezó a cultivarse. Decía que el trigo moderno contiene más gluten que en el pasado. Muchos resultados de la investigación científica revelan que el contenido no ha cambiado. En su libro, el Dr. Davis dice que la gliadina es una nueva proteína tóxica. Esto es falso, porque si uno consulta la antigua literatura sobre química, la gliadina ya se menciona desde principios del siglo 19.
Los críticos han dicho también que la dieta libre de gluten está más arraigada en la cultura occidental, una cultura próspera. De ser así, ¿cuáles son las implicaciones para el mundo en desarrollo?
Obviamente, estos médicos están tratando de vender libros en países cuyos habitantes cuentan con recursos económicos y donde la obesidad es un gran problema. A todos nos gustaría encontrar una solución para la obesidad. Todas las soluciones simplistas, como eliminar un alimento o un grupo de alimentos en particular, o comer a la antigua usanza, son soluciones verdaderamente muy simplistas. Hay muchas cosas que tenemos que hacer para combatir el problema de la obesidad, sobre todo en lugares donde ya está presente y donde a la población le preocupan las enfermedades crónicas y otros padecimientos asociados con este mal. La tragedia de esto es que —como lo hemos visto en otros casos— si los habitantes de los países desarrollados dicen que no van a comer ciertos alimentos, porque hay cierto problema con ellos, entonces los habitantes de los países en desarrollo tienden a imitarlos. Por tanto, tendencias como ésta tienen resultados verdaderamente perjudiciales que nadie en un principio tuvo la intención de crear —estas consecuencias no deseadas son un verdadero problema. Podría ser también que la gente haga cambios en su dieta y que incluya alimentos que son menos sustentables. Ya tenemos un verdadero problema para poder alimentar a 2.5 mil millones más personas que poblarán el planeta en 2050. Es claro que ésta no es una estrategia viable o sustentable para alimentar a la población mundial. Esto me preocupa y me preocupan el tipo de consecuencias de segundo orden.
¿Cuán creíbles son los reportes de que el consumo de trigo es nocivo?
El Dr. Davis dice que si no comemos productos de trigo nos libraremos de la diabetes. Las estadísticas indican todo lo contrario. Tenemos datos de estudios realizados en grandes poblaciones de todo el mundo que comieron tres porciones de cereales de grano entero y pan diariamente y el riesgo de contraer diabetes se redujo en 25%; el riesgo de las enfermedades cardíacas también disminuyó 25%. Un estudio que acaba de publicar la Universidad de Harvard en enero de este año revela que la tasa de mortalidad por edad de las personas que comen grano entero disminuyó. Por tanto, la idea de que al eliminar el trigo de la dieta las personas son más sanas simplemente contradice a la literatura científica.
¿Hay una meta sencilla que quiera alcanzar?
Creo que lo que no sabemos de una dieta sana es que una dieta sana es aquella que incluye todos los componentes de una buena nutrición. Si buscamos una buena dieta, que mantenga en buen estado nuestro cerebro, nuestro corazón y prevenga la diabetes, podemos recurrir a algunas como la dieta Mediterránea, a base de pan y cereales pero que permite también el consumo de carne en pequeñas cantidades, aves, pescado; hay que añadir algunas leguminosas. Se han hecho estudios de un régimen alimentario para detener la hipertensión conocida como dieta DASH. En uno de los estudios participó un grupo numeroso de hombres y mujeres que padecían de presión alta. Lo que revelaron los estudios fue que cuando la gente adopta esta dieta, que incluye mucha fruta y verduras, porciones de grano entero, lácteos bajos en grasa (la combinación que necesitamos), tiene menos propensión a padecer cáncer o problemas cardíacos. Tenemos datos de dietas como la Mediterránea y DAHS que indican que las personas mayores experimentan menor pérdida de aptitudes cognitivas.
En general, ¿la gente debería evitar ciertos grupos de alimentos?
En lugar de eliminar un grupo de alimentos, lo que debemos hacer es comer las cantidades correctas. Aunque esto no significa que podamos comer numerosas porciones de donas y otra comida chatarra. Tenemos que pensar en la clase de alimentos que comían los aztecas en el pasado, aquellos con que se alimentaron los primeros colonizadores del Nuevo Mundo y los que comemos hoy en día —e ingerir las cantidades correctas. |Claro que también es recomendable hacer ejercicio.