El viernes 18 de septiembre de 2009, a la sombra de los pinos que el Dr. Norman Borlaug plantara años atrás, personal del CIMMYT-México y numerosos amigos se reunieron para honrar y conmemorar la vida y labor extraordinarias del Dr. Borlaug en una sencilla pero conmovedora ceremonia. Entre otras cosas, quedó de manifiesto que la influencia de Borlaug fue mucho más allá del CIMMYT. Chris Dowswell, su asistente por más de tres décadas, habló del fondo de becas que Norm había creado para científicos jóvenes; el profesor Dr. Arturo Hernández del Colegio de Postgraduados recordó cómo con el apoyo del Dr. Borlaug él había podido estudiar. El Dr. Sanjaya Rajaram, ex fitomejorador y ex director del Programa de Trigo, quien comenzó a trabajar con Borlaug como posdoctorado, mencionó su gran dedicación al trabajo de campo pero también su total dominio de la ciencia. El Dr. José Guevara Calderón, investigador mexicano que trabajó con Borlaug cuando llegó a México por primera vez, habló de sus experiencias juntos; Gregorio Martínez, quien por muchos años estuvo a cargo de las relaciones institucionales del CIMMYT en México, se refirió al carisma e influencia de Borlaug.
Una verdadera y grata sorpresa resultó la entrega de una misiva en que se nos notificaba que en el Senado de la República Mexicana se había acordado por unanimidad guardar un minuto de silencio en memoria de este investigador que había adoptado a México como su segundo hogar. Se reprodujo un mensaje que Thomas Lumpkin había grabado y mandado desde Zimbabwe. Hans Braun dirigió a la concurrencia unas emotivas palabras. Para finalizar la ceremonia, los asistentes colocaron puñados de tierra y flores en un pino enano que se plantó en memoria de Borlaug. Scott Ferguson, Director General de Administración habló de cómo Borlaug desafió el statu quo de la época y los supuestos límites de lo posible, echando por tierra las predicciones de los fatalistas y salvando millones de vidas. “… no le haríamos justicia si lo deificáramos, si lo tuviéramos como un ser inalcanzable, un ser etéreo en el valle de los inmortales”, enfatizó Ferguson. “…como buen profesor, habría querido que cada uno de nosotros reconociera que somos capaces de hacer lo que él hizo; que con pasión y persistencia casi todo es posible.”