El libro de Charles Mann, cuyo título en inglés es The Wizard and the Prophet (El mago y el profeta) y que fue publicado hoy, trata de reconciliar dos formas de ver el mundo, una del agrónomo Norman Borlaug y la otra de William Vogt, ecologista, a fin de ayudarnos a encontrar la forma de alimentar, sin destruir nuestro planeta, a 10 mil millones de personas para el año 2050.
La idea de Borlaug, el “mago” del libro, surgió cuando trabajaba en una pequeña parcela de “tierra muy dañada” cerca de la Ciudad de México, que con el tiempo se convertiría en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Borlaug fue una figura clave en la generación de las variedades de trigo de alto rendimiento que impidieron que millones de personas murieran de hambre en los años de 1960. Esto dio inicio a la Revolución Verde que después se convertiría en el emblema del “tecno-optimismo”, es decir, el punto de vista que considera que la ciencia y la tecnología son capaces de satisfacer las crecientes demandas de la humanidad.
El libro que publicó Vogt en 1948, titulado The Road to Survival (El camino a la supervivencia), se convirtió en el modelo para el moderno movimiento ambientalista, pues profetizó que si los seres humanos no reducen su consumo de manera drástica, los recursos del planeta se agotarán debido al número cada vez mayor de seres humanos y su creciente apetito. Las novelas y los discursos de Vogt inspiraron a conservacionistas como Rachel Carson y Paul Ehrlich, y definió nuestro concepto del “medio ambiente” como una entidad que merece ser respetada y protegida.
Mann utiliza los puntos de vista de Borlaug y Vogt como los dos extremos de una gama que va desde el “mago” hasta el “profeta”, para ilustrar los diferentes métodos que los expertos aplican para solucionar los cuatro grandes y complejos retos de nuestros tiempos: alimento, agua, energía y cambio climático.
Pero, ¿quién tiene la razón? Nosotros los seres humanos somos la única especie del planeta Tierra que ha sido capaz de hacer lo que ha querido con la naturaleza. Durante miles de años, quemamos los bosques para matar a los insectos y propiciar el crecimiento de especies útiles; más tarde convertimos el planeta en nuestra “placa de Petri personal”, como dice Mann, con el surgimiento de la agricultura y la creación de cultivos como el maíz, lo cual permitió que las civilizaciones mesoamericanas crecieran y prosperaran. Hoy día, los niveles de violencia y pobreza han llegado al punto más bajo de la historia, gracias al éxito mágico de Borlaug y otros.
No obstante, Mann nos recuerda que los éxitos del pasado no garantizan el futuro. Las predicciones Malthusianas de Vogt no se volvieron realidad, pero los éxitos de Borlaug también tuvieron algunas consecuencias sociales y ambientales negativas. Por ejemplo, el escurrimiento de fertilizantes, la extracción excesiva de agua subterránea y la quema de combustibles fósiles están haciendo que nuestro planeta se vuelva cada vez más inhóspito y posiblemente nos están llevando cada vez más cerca de los límites planetarios que predijo Vogt.
Tanto Borlaug como Vogt se identificaban como ambientalistas que trataban de solucionar el mismo reto monumental, es decir, el problema de que hay demasiadas personas que alimentar pero no hay suficientes recursos. Asimismo, sus herederos ideológicos trabajan para resolver problemas que son igualmente graves, pero con una fuerte oposición de unos a otros, en gran parte debido a que lo que los divide son los valores más que los hechos.
Los profetas piensan que los seres humanos viven en un mundo finito con restricciones impuestas por el medio ambiente, en tanto que los magos creen que el ingenio del ser humano nos da una serie sin fin de herramientas que nos permiten manejar el ambiente para satisfacer nuestras necesidades.
Mann no está de parte de ninguna de las dos posturas, sino, más bien, ofrece soluciones que tanto los profetas como los magos han propuesto. Menciona los esfuerzos que se están haciendo en el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI), así como iniciativas como la domesticación de plantas silvestres perennes en el Instituto Land. Tanto los profetas como los magos están realizando muchos esfuerzos orientados a solucionar los cuatro retos que Mann incluye en su libro. Según él, es posible que los esfuerzos individuales no tengan éxito, pero dice que existe la misma posibilidad de que todos los esfuerzos que se están haciendo fracasen.
Lo más importante es que hoy día muchos individuos y organizaciones tratan de adoptar ambas ideologías. El CIMMYT, organización que fue fundada por el mago original, ahora incorpora las prácticas de la agricultura sustentable en la labor que realiza en todo el mundo y además hace énfasis en la inclusión social.
La combinación exhaustiva de detalles biográficos, históricos, filosóficos y científicos que contiene el libro nos permite confrontar nuestros prejuicios de magos o profetas, y nos infunde mayor respeto por aquellas personas que tienen distintas opiniones de cómo deberíamos construir el mundo del siglo 21.