El apoyo para que los pequeños agricultores prueben y seleccionen prácticas sustentables adecuadas a sus diferentes condiciones es esencial para construir tierras de cultivo resiliente, las cuales son necesarias para alimentar a la población en aumento de África, dijo el economista Paswel Marenya en el Segundo Congreso Africano sobre Agricultura de Conservación en Johannesburgo el pasado octubre.
Los agricultores se enfrentan a diferentes entornos agroecológicos, socioeconómicos e institucionales en toda África. Los crecientes desafíos planteados por el cambio climático también varían de un lugar a otro. Los agricultores familiares nacen como innovadores, con el apoyo del gobierno y la industria para que puedan desarrollar un sistema agrícola resistente que funcione para ellos, dijo el investigador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Uno de los paradigmas emergentes de la agricultura sustentable resistente a los cambios climáticos es la agricultura de conservación — definida por la perturbación del suelo, la retención de residuos de cultivos y la diversificación a través de la rotación de cultivos. Aunque no es un enfoque único para todos, es un marco prometedor para ser aplicado y adaptado para satisfacer los contextos únicos de los agricultores, expresó Marenya.
“El potencial de la agricultura de conservación para conservar los suelos, mejorar los rendimientos y limitar los impactos ambientales hace que sea uno de los elementos a los que se debe dar importancia en los esfuerzos para asegurar una agricultura sustentable y resiliente en África”, dijo Marenya a la audiencia en la conferencia dedicada a discutir los sistemas de conservación de la agricultura como la base sustentable para la seguridad alimentaria regional.
Junto con otros once investigadores, Marenya presentó evidencia recopilada a lo largo de ocho años investigando el desarrollo de prácticas basadas en la agricultura de conservación adaptadas localmente como parte de la Intensificación Sustentable de los Sistemas de Producción de Maíz y Leguminosas para la Seguridad Alimentaria en África Oriental y Austral (SIMLESA por sus siglas en inglés).
“La investigación muestra que, con una red de apoyo adecuado, los agricultores pueden acceder a las herramientas y el conocimiento para experimentar, aprender, adaptar y adoptar estos principios importantes de la agricultura de conservación”, expresó.
“De este modo, su cultivo puede evolucionar hacia prácticas que tienen un bajo impacto ambiental, diversificar sus cultivos, incluido el maíz intercalado con leguminosas, y probar maquinaria asequible para operaciones eficientes, oportunas y que ahorren mano de obra. Al final, cada agricultor y comunidad agrícola tiene la capacidad de adaptar un sistema basado en la agricultura de conservación fundamentado en lo que funciona mejor dados sus entornos socioeconómicos únicos”, dijo Marenya.
Probar prácticas sustentables conduce a la adopción
A través del proyecto, más de 235 000 hogares agrícolas en la región han probado prácticas sustentables que reportan resultados positivos de fertilidad mejorada del suelo, costos laborales reducidos y aumento de la producción de alimentos y rendimientos de maíz a pesar del clima errático, dijo el investigador colaborador Custudio George del Instituto de Investigación Agrícola de Mozambique.
“La mayoría de estos agricultores han adoptado sus prácticas preferidas en todo su cultivo y ahora promueven activamente la agricultura de conservación con otros agricultores”, agregó.
Las mujeres realizan la mayoría de las actividades agrícolas en el África subsahariana. Cuando tienen el poder de probar prácticas sustentables, adoptan de manera abrumadora aquellas tecnologías que identifican como una forma económicamente viable para superar los desafíos y aumentar la seguridad alimentaria de los hogares agrícolas, dijo María da Luz Quinhentos, agrónoma del Instituto de Investigación Agrícola de Mozambique.
Formando redes para apoyar la resiliencia agrícola
El proyecto de investigación adoptó un enfoque multidisciplinario que reunió a sociólogos, economistas, agrónomos y mejoradores para estudiar cómo la agricultura basada en la agricultura de conservación de leguminosas y maíz puede beneficiar de mejor manera a los agricultores en siete países; incluyendo Etiopía, Kenia, Malawi, Mozambique, Tanzania y Uganda.
En este sentido, el proyecto buscó conectar a los agricultores con actores multisectoriales mediante la cadena de valor de leguminosas y maíz a través de plataformas de innovación. Las Plataformas de innovación, facilitadas por SIMLESA, son foros de partes interesadas múltiples que conectan grupos de agricultores, agronegocios, extensión gubernamental, responsables de políticas e investigadores con el objetivo común de aumentar la seguridad alimentaria, la productividad y los ingresos a través de la promoción de sistemas de intercalado de maíz y leguminosas.
“Tener una red de partes interesadas permite a los agricultores probar y adoptar técnicas basadas en la agricultura de conservación sin el riesgo de intentar y fracasar solos”, dijo Michael Misiko, quien estudia la adopción agrícola como parte de SIMLESA.
“Los agricultores forman grupos para trabajar con los gobiernos con el fin de obtener acceso a semillas mejoradas, aprender nuevas prácticas agrícolas y conectarse con empresas agrícolas locales para desarrollar mercados para su producción”.
“Cuando surgen nuevos problemas, los interesados en las plataformas de innovación locales y regionales pueden diagnosticar barreras e identificar soluciones comunes”, dijo.
Misiko agregó que los investigadores y los gobiernos aprenden de las plataformas de innovación y pueden utilizar los resultados para recomendar prácticas productivas climáticamente inteligentes a otros agricultores en condiciones similares.
La agricultura climáticamente inteligente es clave para lograr la Declaración de Malabo
Los resultados de SIMLESA proporcionan a los gobiernos africanos pruebas para desarrollar políticas que logren la Declaración de Malabo para implementar sistemas agrícolas resilientes con el fin de mejorar la seguridad alimentaria ante los crecientes riesgos climáticos, dijo Marenya.
Las temperaturas más altas, el aumento de los períodos de sequía y las precipitaciones irregulares son preocupaciones importantes para los agricultores, que producen la mayoría de los alimentos de la región en campos de cultivo de secano sin riego casi en su totalidad.
Si estos pequeños agricultores deben mantenerse al día con la demanda de alimentos de una población que casi se duplicará para el año 2050 mientras superan desafíos, necesitan sistemas de cultivo productivos y resistentes al clima.
La investigación del CIMMYT identifica que los principios definitorios de la agricultura de conservación son críticos, pero por sí solos no son suficientes para proteger a los agricultores de los impactos del cambio climático. Según Marenya, se requieren mejoras complementarias en las políticas económicas, mercados e instituciones — incluidos los vínculos multisectoriales entre pequeña agricultura y la economía en general — para hacer que los sistemas agrícolas resistentes al clima sean más funcionales para los pequeños agricultores a corto y largo plazo.