EL BATÁN, México (CIMMYT)—Puede que El Niño haya pasado, pero la seguridad alimentaria en el sur de África seguirá deteriorándose hasta el próximo año, mientras los agricultores luchan por encontrar recursos para reconstruir sus condiciones de vida. Hoy en día, cerca de 30 millones de personas en el sur de África requieren ayuda alimentaria, pero, según proyecciones, esta cifra llegará a 50 millones para finales de febrero de 2017.
Dos científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) con base en Zimbabwe señalan que las predicciones indican que El Niño será más frecuente y severo a causa del cambio climático y que el calor reducirá los rendimientos de maíz en el sur de África para 2050. Estos científicos advierten que centros de investigación, agencias de desarrollo y gobiernos deben trabajar juntos para responder ante las predicciones del cambio climático antes de que surja una crisis alimentaria.
¿Qué indican las predicciones del clima y cómo definirán éstas el trabajo del CIMMYT?
Jill Cairns: Utilizando las proyecciones del clima, identificamos cómo serán los ambientes de producción de maíz en el futuro, qué características se necesitarán en estos ambientes y dónde estarán los lugares más vulnerables en lo que a la producción de maíz se refiere.
Identificamos que el calor se convertirá en un problema más importante para el maíz en el sur de Zimbabwe, y el sur de África en general.
En el pasado no realizábamos selección para generar maíz tolerante al calor en África, pero hace cuatro años establecimos redes de selección para tolerancia al calor. Gracias a ello, estamos empezando a obtener variedades de maíz que se dan bien en condiciones de calor y sequía.
Se suponía que esto ocurriría en 2050, pero durante el último El Niño constatamos que el calor es un verdadero problema. Pero ahora tenemos variedades tolerantes, gracias a que identificamos el problema y al trabajo que hicimos para resolverlo.
¿Qué se puede hacer por los agricultores que viven en zonas donde hay sequía?
Christian Thierfelder: Tenemos sistemas con cualidades de adaptación. Por ejemplo, la agricultura de conservación aumenta la infiltración del agua y mantiene altos niveles de humedad en el suelo. Por tanto, en temporadas de sequía, estos sistemas producen más y se mantienen gracias a la humedad residual en el suelo. El maíz tolerante a factores adversos es seleccionado bajo sequía y calor, además de otros factores bióticos y abióticos, para adaptarlo específicamente a dichas condiciones. Sabemos que las variedades por sí solas pueden ayudar a aumentar los rendimientos de 30 a 50%, pero si éstas se combinan con otras tecnologías —y esto lo vimos el año pasado— es posible aumentar los rendimientos en más del 100% cuando hay sequía, por ejemplo, con la agricultura de conservación y variedades mejoradas. Esto también lo constatamos este año en Malawi, en comunidades que fueron muy afectadas por El Niño, porque cosechamos casi dos toneladas más de maíz por hectárea en comparación con los sistemas convencionales. Creo que este es un enorme beneficio que realmente tenemos que promover.
¿Qué podemos lograr en los próximos cinco a siete años?
Christian Thierfelder: Nuestro mayor objetivo es mejorar y aumentar la resiliencia de los sistemas de producción. No pensamos utilizar una sola tecnología como el maíz tolerante a la sequía o la agricultura de conservación por separado, sino, más bien, trabajaremos desde el punto de vista del sustento y los sistemas de producción.
Además de las tecnologías, también necesitamos otras opciones y métodos climáticamente inteligentes que ayuden a los agricultores a responder ante el cambio climático. Los agricultores también necesitan dinero, por ejemplo, cuando hay sequía y su cosecha se malogra; en ese caso, contar con pequeños préstamos o microfinanciamiento es indispensable para comprar lo que necesitan y reanudar sus labores en el campo.
Tenemos las tecnologías, las hemos ensayado y conocemos su impacto a pequeña escala. Lo que queremos hacer ahora es invitar a organizaciones públicas y privadas, incluidas las compañías semilleras que trabajan en ese espacio, a que se unan y que juntos encontremos soluciones.
Nosotros en el CIMMYT solo podemos abarcar cierta parte de los sistemas de producción con nuestras tecnologías y nuestros métodos. Tenemos otros centros del CGIAR que se especializan en leguminosas, yuca y ganado, y colaboramos con numerosas ONG internacionales como Concern, Servicios de Auxilio Católico, CARE, World Vision, Total LandCare y los sistemas nacionales de investigación y extensión agrícola que nos ayudan con la difusión.
Si de veras logramos unirnos ahora, si tenemos un sistema coherente y multidisciplinario, creo que en siete años habremos llegado a muchos más agricultores. Nuestra meta es que haya 10 millones de agricultores que practiquen la agricultura climáticamente inteligente en los próximos cinco o siete años.