Un nuevo estudio explora cómo la agricultura de conservación en el sur de África apoya las poblaciones y la diversidad de arañas en los campos, lo que podría ayudar a mitigar el daño causado por las plagas y conducir potencialmente a mayores rendimientos para los agricultores. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los insectos herbívoros, como los áfidos, las orugas y los gorgojos, destruyen aproximadamente una quinta parte de la producción mundial de cultivos cada año. Las arañas pueden ayudar a controlar las plagas voraces, pero las prácticas agrícolas convencionales (por ejemplo, la labranza, la eliminación de residuos de cultivos y el monocultivo) pueden dañar o reducir drásticamente estos agentes beneficiosos de control biológico.
Hay más de 45 000 especies de arañas identificadas en todo el mundo. Desde los glaciares hasta las selvas tropicales, las arañas habitan en todos los ecosistemas terrestres de la tierra. Algunas incluso pueden vivir en zonas intermareales, y al menos una especie habita en agua dulce. Aunque tendemos asociar a las arañas con sus telas, solo el 50 % de las especies capturan a sus presas de esta manera; el resto caza en las plantas, en el suelo o debajo de él, utilizando una variedad de tácticas como acechar, apuñalar, aplastar – o incluso seducir.
Aunque las arañas han existido durante 300 millones de años, algunas especies están en peligro de extinción debido a la pérdida y la fragmentación del hábitat. Las reducciones drásticas en la vegetación – ya sea de un nuevo estacionamiento o de un campo de labranza – eliminan la fuente de alimento que atrae a sus presas. El suelo desnudo expone sus sitios de anidación y a ellas mismas, lo que hace que sea más difícil cazar y más fácil ser cazado por aves y pequeños mamíferos.
En la granja experimental de la Universidad de Tecnología de Chinhoyi en Zimbabue, un equipo de investigadores tuvo como objetivo determinar la respuesta de las arañas bajo diferentes prácticas agrícolas. Los agricultores convencionales a menudo preparan sus campos para la siembra rompiendo la tierra e invirtiendo las 6 a 10 pulgadas superiores del suelo. Esta práctica de arado prepara una fina inclinación del suelo, lo que facilita la siembra, rompe y entierra las malezas, y reduce la compactación del suelo para airearlo. La labranza también aumenta la erosión del suelo por el viento y el agua. Acelera la descomposición del carbono del suelo, reduce la infiltración del agua y altera a los microorganismos que viven en él, incluidos los insectos y arañas beneficiosos.
Los investigadores realizaron dos experimentos durante las temporadas de cultivo 2013/2014 y 2014/2015 para ver cómo la labranza, la retención de residuos de cultivos (es decir, dejar los tallos y la materia orgánica de poscosecha en el campo), la aplicación de fertilizante y el deshierbe del suelo afectaron a las especies de arañas que habitan en el suelo y en las plantas. Se planteó la hipótesis de que la abundancia y la diversidad de arañas aumentaría con niveles más bajos de alteración del suelo y más cobertura vegetal.
Los resultados mostraron que la siembra directa en suelo sin labranza aumentó la abundancia de arañas y la diversidad de especies. El mulching o acolchamiento también mostró un efecto positivo. Contrario a sus hipótesis y a los resultados en las regiones templadas, la aplicación de fertilizante y el deshierbe intenso no afectó a la comunidad de arañas. Los investigadores atribuyeron esto a la diferencia en las condiciones climáticas (tropical versus templada) de este estudio en el sur de África.
“A menudo, la reacción inmediata del gobierno y de los agricultores frente a un problema de plaga en cultivos es aplicar un pesticida, pero podemos utilizar agentes de control biológico, que pueden ser más baratos y menos dañinos para el medio ambiente”, dice Christian Thierfelder, coautor del estudio. Thierfelder es un agrónomo en sistemas de cultivo y especialista en agricultura de conservación con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) con experiencia a largo plazo en la intensificación sustentable.
“Las arañas, las hormigas y los escarabajos hacen un muy buen trabajo con poco o ningún costo para el agricultor”, agrega. “Para nosotros, es bastante fascinante ver prácticas agronómicas simples para afectar y controlar las plagas en los cultivos. Esto también proporciona nuevas vías para lidiar con el gusano cogollero, una especie invasora que ha devastado los cultivos en la mayoría de los países del África subsahariana”.
Un gran número de estudios de Europa, Australia y Norteamérica han mostrado el vínculo entre la agricultura de conservación y la biodiversidad, pero Thierfelder dice que la investigación sobre la biodiversidad en sistemas agronómicos es relativamente nueva en el sur de África. Si bien el estudio en Zimbabue ayuda a llenar esta brecha, se necesita más investigación para mostrar la conexión entre la abundancia de arañas, escarabajos y hormigas con la supresión de la actividad de plagas de insectos.
Para obtener más información, lea El cambio de la comunidad de arañas en respuesta a las prácticas agrícolas en un agroecosistema subhúmedo en el sur de África (en inglés).
Esta investigación fue financiada conjuntamente por la Universidad de Tecnología de Chinhoyi (CUT por sus siglas en inglés) y el Programa de Intercambio Académico Alemán (DAAD por sus siglas en inglés). El Programa de Investigación CGIAR del Maíz apoyó este estudio a través de las contribuciones de Christian Thierfelder.
Crédito de la foto: Opoterser / Wikimedia Commons [CC BY-SA 3.0]