Más de dos mil millones de personas en todo el mundo padecen hambre oculta, es decir, que consumen suficientes calorías, pero les faltan nutrientes esenciales como la vitamina A, el hierro y el zinc. Esto puede causar graves daños a la salud, ceguera y hasta la muerte.
Durante la cuarta Conferencia Latinoamericana de los Cereales (LACC) que se celebró del 11 al 14 de marzo en la Ciudad de México, los ponentes hablaron de la malnutrición a nivel mundial y de cómo los cultivos básicos biofortificados se pueden utilizar para mejorar la nutrición de las familias campesinas y los consumidores.
“Un niño con retraso en su crecimiento nunca realizará su potencial plenamente”, dijo Wolfgang Pfeiffer, director de investigación y desarrollo de HarvestPlus, al mostrar una transparencia que compara el cerebro de un niño sano y el de un niño con crecimiento retrasado.
El hambre oculta y el crecimiento retrasado (es decir, el desarrollo deficiente) se suelen asociar con la pobreza y una dieta compuesta principalmente de arroz o maíz. Por tanto, la biofortificación de estos cultivos básicos con nutrientes esenciales podría reducir la malnutrición y las deficiencias de micronutrientes en todo el mundo.
“El maíz es un cultivo básico para más de 900 millones de consumidores de escasos recursos que forman parte de entre 120 y 140 millones de familias pobres. Cerca del 73% de la tierra donde se produce maíz a nivel mundial se encuentra en el mundo en desarrollo”, explicó B.M. Prasanna, director del Programa de Investigación de Maíz del CGIAR (MAIZE) durante su presentación en LACC.
El maíz juega un importante papel en las dietas en todo el mundo y su rica diversidad genética ha permitido lograr grandes avances en la biofortificación. El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) tiene más de 40 años de experiencia en el mejoramiento de maíz biofortificado, empezando con el maíz con calidad de proteína (QPM), que tiene mayores niveles de lisina y triptófano, dos aminoácidos esenciales que ayudan a reducir la malnutrición en los niños.
“Más de 50 variedades de maíz QPM han sido adoptadas en América Latina y el Caribe y en África sub-Sahariana; además, tres nuevos híbridos QPM fueron liberados en la India en 2017 gracias al mejoramiento asistido por marcadores moleculares”, dijo.
En años más recientes, el CIMMYT ha trabajado con MAIZE y HarvestPlus en la generación de maíz con provitamina A que reduce la deficiencia de esa vitamina, la principal causa de ceguera evitable en niños y que afecta a 5.2 millones de niños de edad pre-escolar en todo el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. Esta colaboración lanzó sus primeras variedades enriquecidas con zinc en Honduras en 2017 y en Colombia en 2018, y proyecta lanzarlas en Guatemala y Nicaragua más adelante en este año. La deficiencia de zinc puede reducir el crecimiento y el desarrollo, y causar infecciones respiratorias, diarrea y un debilitamiento generalizado del sistema inmunológico.
“Existen grandes deficiencias de vitamina A, hierro y zinc en todo el mundo”, señaló Natalia Palacios, especialista en calidad nutricional del maíz del CIMMYT. “La gran ventaja del maíz es su enorme diversidad genética, la cual nos ha permitido generar variedades biofortificadas utilizando métodos del mejoramiento convencional. La mejor manera de aprovechar los beneficios nutricionales del maíz es mediante la biofortificación, el procesamiento y los alimentos funcionales”.
Ya hay evidencia de los efectos que tienen estas variedades. Estudios recientes demuestran que el maíz enriquecido con vitamina A mejora los niveles de esa vitamina y la visión nocturna de niños de 4 a 8 años en zonas rurales de Zambia.
“Se están ensayando cultivos biofortificados en más de 60 países, 7.5 millones de familias los siembran y más de 35 millones miembros de esas familias los consumen”, dijo Pfeiffer. “Es absolutamente esencial que, mediante la selección participativa, los agricultores colaboren en el desarrollo de variedades biofortificadas antes de su liberación”.
En general, los ponentes de la conferencia estuvieron de acuerdo en que se necesitarán la cooperación y la asociación de muchos sectores y disciplinas para terminar con el hambre oculta. “Para que el maíz biofortificado tenga un gran impacto, son indispensables la cooperación y la colaboración de las empresas productoras de semillas. No se trata solamente de avances tecnológicos y de desarrollar nuevos productos, sino de establecer políticas facilitadoras, estimular la demanda y aumentar el conocimiento de los beneficios de estas variedades”, dijo Prasanna.