Estamos ante uno de los fenómenos El Niño más fuertes de la historia, que amenaza el sustento y los ingresos, e incluso la vida de millones de personas que viven de la agricultura.
Por lo menos 10 millones de personas del mundo en desarrollo padecen hambre a causa de las sequías y las lluvias erráticas a medida que la temperatura global alcanza nuevos récords, aunado al comienzo del poderoso fenómeno denominado El Niño —un fenómeno climático que se origina en el Océano Pacífico tropical y que provoca eventos climáticos extremos en todo el planeta. Este año, el calentamiento anormal de las aguas del Pacífico ha convertido a El Niño posiblemente en el más fuerte de la historia, lugar que había ostentado hasta ahora El Niño de 1997, que causó pérdidas económicas globales de más de US $35,000 millones y que cobró alrededor de 23,000 vidas. Es probable que se duplique la frecuencia de estos fenómenos extremos de El Niño a causa del cambio climático, según una carta que publicaron en la revista Nature investigadores de la Universidad McGill de Montreal, Canadá, y la Universidad de Sussex, Brighton, Reino Unido.
¿Quiénes corren el mayor riesgo?
Cerca de 40 millones de personas necesitarán asistencia alimentaria de emergencia este año —un 30% más que los estimados anteriores— debido en gran parte a los efectos negativos de El Niño, informa la Clasificación Integrada de la Fase de Seguridad Alimentaria (IPC).
Este El Niño ha causado graves sequías en Centroamérica, el Caribe y Etiopía, y se pronostica que, en los próximos meses, habrá inundaciones en el Cuerno de África y sequía en el sur de África. También ha alterado el monzón en la India y provocado mayor aridez en el sudeste asiático y en Indonesia, lo cual ha resultado en devastadores incendios en todo el país.
Después de El Niño suele ocurrir una transición a La Niña, otro impulsor de los patrones climáticos globales. Si esto ocurriera de nuevo, significaría que habría sequías incluso más severas en el Cuerno de África y afectaría a cultivos como los de azúcar, palma de aceite y arroz en Asia.
Cómo mitigar y responder a los efectos de El Niño
Asegurar que los agricultores dispongan de variedades climáticamente resilientes que toleran fenómenos extremos como la sequía o el anegamiento es fundamental para contrarrestar los efectos colaterales de El Niño. Por ejemplo, después de sembrar una variedad tolerante a la sequía generada por el CIMMYT, unos agricultores tanzanos produjeron cerca de 50% más grano de lo que normalmente cosecharían en las mismas condiciones sembrando otras variedades comerciales. En el sur de Asia, el CIMMYT ha generado variedades de maíz con tolerancia al anegamiento que ofrecen protegen la producción en años en que llueve mucho o hay inundaciones.
Igualmente importante es proporcionar a los agricultores buenas prácticas agronómicas para que puedan obtener los beneficios de estos cultivos. Asegurarse de que los agricultores ajusten las fechas de siembra es esencial para que los cultivos se adapten a los cambiantes patrones climáticos; las prácticas para el adecuado uso del agua, como la no labranza, también pueden ayudar a los productores a elevar los rendimientos de trigo y, al mismo tiempo, reducir lo que gastan en agua y combustible. Las niveladoras por precisión –máquinas que nivelan los terrenos para que el agua fluya uniformemente en el suelo en lugar de que escurra o se quede estancada en terrenos disparejos– han permitido a los agricultores sudasiáticos ahorrar hasta 30% más agua, utilizar menos fertilizante y obtener mayores rendimientos de grano.
El seguro indexado de cultivos es otra herramienta útil tanto preventiva como responsiva para ayudar a los pequeños productores durante desastres naturales. Permite a los agricultores adquirir una cobertura basada en un índice que está correlacionado con las pérdidas, que pueden ser pérdidas de rendimiento promedio en una superficie más extensa o riesgos climáticos bien definidos —como la sequía— que influyen de manera significativa en los rendimientos Si se implementa de manera correcta, el seguro de índice puede crear resiliencia para los pequeños productores no solo asegurando una indemnización en caso de crisis climáticas, como las que ocasiona El Niño, sino también dándoles un incentivo para invertir en tecnologías e insumos nuevos, como semilla.
Entonces, ¿estamos preparados para la tormenta? Desde 2003, cerca de un 25% de todos los estragos y pérdidas ocasionadas por desastres relacionados con el cambio climático han ocurrido en el sector agrícola de los países en desarrollo. Aunque no es probable que la seguridad alimentaria mundial sufra otro colapso como el de 2007-2008, en primer lugar porque las reservas mundiales de maíz, trigo y arroz son muy grandes, los desastres naturales derivados de El Niño junto con el cambio climático nos están llevando a territorio desconocido y plantean una verdadera amenaza para la vida y el sustento de la gente.
No es momento de ser complacientes. Necesitamos tomar medidas preventivas, y las inversiones a largo plazo en la investigación agrícola nos ayudarán a estar preparados ante futuras crisis y asegurarán que los cultivos y los medios de vida de la gente puedan superar los cada vez más frecuentes desastres naturales.