(El Batán, México, 15 de septiembre de 2009)>
Nos hemos reunido todos hoy para celebrar el 199 aniversario de la Independencia de México, pero a la vez estamos pasando los momentos más tristes de la historia del CIMMYT, por el fallecimiento del Dr. Norman Borlaug. Estoy seguro que si le pudiéramos preguntar, el Dr. Borlaug insistiría en que lleváramos a cabo este día la importante ceremonia del Grito. Él entendía la importancia de esta tradición, ya que no solo vivió 62 años en México, sino que se encariñó con el país y su gente y, sobre todo, con Cd. Obregón, lugar que consideraba su verdadero hogar.
El Dr. Borlaug influyó en la manera de pensar de miles de personas que trabajan en la agricultura. Fue el fitomejorador más influyente de la historia y su prestigio le permitió influir en políticos y líderes en todo el mundo. Su legado, su ética laboral ––hacer bien las cosas y estar dispuestos a ensuciarse las manos–– fue la base de su filosofía, la cual nos ha formado a todos y es todavía lo que guía el trabajo del CIMMYT hoy. El Dr. Borlaug fue un gigante, un líder mundial en el campo de la agricultura, un visionario y, al mismo tiempo, un hombre sencillo, con los pies en la tierra. En Alemania tenemos la palabra “Uebervater” que quiere decir “padre de todos los padres” y esta es la que mejor describe lo que él fue para todos nosotros y para millones de personas en el mundo.
A través de los años, miles de becarios trabajaron y sudaron junto al Dr. Borlaug en el campo. Sin importar su nacionalidad o cultura, fueron “infectados” por el virus del Dr. Borlaug, que los llevó a trabajar juntos a favor de otros. Este grupo de jóvenes científicos se convirtió en un ejército para combatir el hambre. Muchos se convirtieron en lideres en sus países de origen, donde implementaron la filosofía de Norm: “No tengas miedo, haz lo mejor que puedas, no te rindas y triunfarás”. Adiestrar a jóvenes técnicos y científicos fue siempre una de sus prioridades. Cuando lo vi por última vez en marzo en Obregón, me mencionó específicamente que el CIMMYT tenía que restablecer sus programas de capacitación en servicio. Yo ahora le digo: Norm, eso lo tomamos como una orden.
Sí, él fue un gigante, pero la gente del CIMMYT que trabajó con él lo recordará también como una persona que se interesaba por los demás. Nunca olvidaré que hace muchos años, cuando yo estaba trabajando en Turquía, me llamó a su oficina para preguntarme cómo iba la investigación sobre la deficiencia de zinc. Apenas había comenzado a explicarle cuando tuvo que irse repentinamente. Un año después, nos volvimos a encontrar y me dijo: “Hans, el año pasado no me dijiste cómo iba el trabajo con el zinc ––cuéntame ahora”. Y yo pensé: ¿cómo se acuerda de eso después de un año?
Mi recuerdo más memorable del Dr. Borlaug fue en 2005 en la Séptima Conferencia Internacional de Trigo, cuando acababa yo de ser nombrado Director del Programa de Trigo. Después de la cena oficial, que terminó a las 11:30 p.m., me invitó a su habitación, donde estuvimos conversando hasta las 2:30 de la madrugada. Me dio muchos consejos, algunos muy personales. Pero dos cosas puedo compartir con ustedes. Una: nunca, bajo ninguna circunstancia, herir la dignidad y el orgullo de las personas y nunca ser arrogante. La otra cosa que me dijo fue: yo te ayudaré. Y, ¡vaya que lo hizo! Sin sus consejos, quién sabe en qué condiciones estaría el programa hoy, pero de seguro no tan fuerte como está ahora.
Así vivió el Dr. Borlaug su vida; su generosidad ayudó a millones de personas. Vamos a extrañar enormemente su inspiración, su liderazgo, su apoyo y su amistad. El mundo ha perdido uno de los seres humanos más grandiosos y todos los que lo conocieron deben estar inmensamente agradecidos por ello. Cuando Art Klatt y Bill Raun hablaron con el Dr. Borlaug sobre la tecnología de sensores para detectar la necesidad de fertilización de las plantas, lo último que les dijo fue: “Presenten esta tecnología a los productores; a ver qué piensan”. Creo que no hay palabras que expresen mejor lo que el Dr. Borlaug representaba; los productores, sobre todo los pobres y sus familias, siempre ocuparon el primer lugar en su pensamiento. Yo les prometo que esto fue, será y seguirá siendo siempre el principal objetivo del CIMMYT. Si fallamos en este respecto, fallaríamos en todo lo que hacemos y no honraríamos como se merece la memoria del Dr. Borlaug.