Al igual que muchos científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que se criaron en pequeñas fincas familiares, Dagne Wegary se inspira en sus recuerdos de situaciones de adversidad y ha encontrado en la ciencia una forma de ayudar a la gente a mejorar sus condiciones de vida.
“Yo vi cómo mi comunidad batallaba para producir cultivos tradicionales y criar ganado, y, siendo niño, comencé a preguntarme si existían ciencia o tecnologías que pudieran ayudar a mitigar esas penurias”, señala Wegary al hablar de su niñez en un poblado de Wollega, una provincia en la parte occidental de Etiopía que colinda con Sudán del Sur.
“Decidí estudiar y trabajar en la agricultura», explica Wegary. “A pesar de que el sistema de producción agrícola en mi tierra natal no ha cambiado mucho, estoy contento porque la comunidad ahora se encuentra entre los principales productores y usuarios de semilla mejorada de maíz y otros insumos”.
Como especialista en sistemas de semilla de maíz, Wegary trabaja en el nexo entre la fitogenética y la distribución de semilla mejorada de maíz a los agricultores. Interactúa con diversos expertos, incluidos mejoradores del CIMMYT y etíopes, así como miembros del Ministerio Nacional de Agricultura y la Agencia de Transformación Agrícola (ATA), organizaciones no gubernamentales como Sasakawa Global-2000 y World Vision, y, sobre todo, con productores de semilla comunitarios y de los sectores público y privado.
La semilla de calidad es el principal medio que tienen los agricultores para mejorar la productividad y asegurar el suministro de alimentos, según Wegary, quien dice que la semilla es “portadora de tecnologías complementarias de producción que, si se combina con prácticas agronómicas mejoradas, puede aumentar de manera considerable los rendimientos de los cultivos”.
“Estoy muy feliz por el aumento de la productividad y la autosuficiencia en maíz que ha logrado Etiopía, lo cual obedece en parte al uso de tecnologías mejoradas”, destaca y señala que los rendimientos de grano de maíz en Etiopía se han duplicado desde la década de los 90 y que en 2016 alcanzaron 3.7 toneladas por hectárea, con lo cual quedaron en segundo lugar después de Sudáfrica, en África subsahariana.
Según Wegary, estas mejoras son resultado del gran apoyo que el gobierno ha dado a la investigación y desarrollo del maíz; la firme alianza entre el CIMMYT y el programa nacional, gracias a la cual se han liberado variedades de maíz de alto rendimiento, enriquecidas con nutrientes y tolerantes a factores adversos; un mayor uso de tecnologías mejoradas por parte de los agricultores; y el establecimiento de compañías semilleras comunitarias y de los sectores público y privado.
“El suministro de semilla solía ser muy centralizado, pero ahora las principales fuentes de semilla para los agricultores son las cooperativas que la compran a las compañías semilleras o las compañías que la venden directamente a los agricultores”, explica Wegary. “Muchas compañías tienen sus propios proveedores y distribuidores que interactúan directamente con los agricultores”.
Antes de ser contratado por el CIMMYT, Wegary trabajó como científico del Instituto Etíope de Investigación Agrícola (EIAR) y ayudó a implementar varios proyectos coordinados por el CIMMYT. “Esos proyectos me permitieron conocer muy bien el CIMMYT y despertaron mi interés en trabajar con sus científicos ejemplares de alto nivel”.
Wegary obtuvo su doctorado en fitotecnia de la Universidad del Estado Libre, en Sudáfrica, y poco después de unirse al CIMMYT, empezó a participar en proyectos orientados a generar y distribuir semilla de variedades mejoradas de maíz con alto grado de tolerancia a la sequía y calidad de proteína.
Desde principios de los años 2000, ha participado en la promoción del maíz con calidad proteínica (QPM). El grano de QPM contiene mayores niveles de lisina y triptofano, aminoácidos que son esenciales para los humanos y ciertos animales de granja. Wegary trabajó en un proyecto del CIMMYT que apoyó la liberación de cinco nuevas variedades de QPM.
“Ahora muchas compañías están produciendo y vendiendo QPM en Etiopía”, refiere Wegary. Un estudio publicado en 2009 en la revista Food Policy reveló que comer QPM en lugar de maíz convencional resultó en aumentos de 12 y 9% en las tasas de crecimiento y el peso de lactantes y niños con desnutrición de leve a moderada cuya alimentación se basa en el maíz.
Wegary cree que los problemas más graves de África subsahariana son el calor y la sequía derivados del cambio climático, la merma de recursos naturales y los brotes de plagas y enfermedades, además del crecimiento demográfico. Todos juntos, estos factores reducen la seguridad alimentaria y la disponibilidad de recursos.
“Quiero ser un actor clave en la batalla para lograr la seguridad alimentaria y nutricional, así como el bienestar económico de los agricultores pobres, mediante la creación de sistemas de producción de maíz más productivos y sustentables”.