Un conjunto de prácticas agrícolas sencillas y climáticamente inteligentes que los científicos agrícolas han promovido por años son la clave de la conservación de los recursos, el cambio climático y la reducción de la contaminación en el Sur de Asia. Foto: CIMMYT
EL BATÁN, México (CIMMYT)—Informes recientes de los medios indican que los 19 millones de habitantes de Nueva Delhi se encuentran asediados por una nociva nube generada por el tráfico, las industrias, el fuego con que cocinan y la quema de 30 millones de toneladas de paja de arroz en las fincas de los estados vecinos de Haryana y Punjab.
Sin embargo, los agricultores que siembran trigo y arroz en rotación en sus campos y utilizan la técnica agrícola sustentable conocida como “labranza cero” pueden contribuir de manera significativa a reducir el esmog en la capital de la India y ayudar a sus residentes a respirar aire más puro.
Desde la década de los noventa, los científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han estado trabajando con colaboradores nacionales e instituciones de investigación avanzada en la India en el ensayo y promoción de la labranza reducida, que permite a los productores de arroz-trigo del sur de Asia ahorrar dinero, manejar mejor su suelo y sus recursos hídricos, reducir las emisiones de gases de invernadero y detener la quema de rastrojos.
La principal innovación consiste en sembrar directamente el trigo a través de los residuos de arroz en suelo sin labrar con un solo pase de tractor, método conocido como labranza cero. Considerada en un principio como algo absurdo por muchos agricultores e investigadores, esta práctica —o sus adaptaciones— fue adoptada lentamente y, para 2008, los agricultores ya la utilizaban para sembrar trigo en cerca de 1.8 millones de hectáreas en la India.
Actualmente, científicos y formuladores de políticas están promoviendo la técnica como una buena opción para dejar de quemar residuos y ayudar a despejar el letal esmog estacional en Delhi.
La quema contamina el aire y agota el suelo
“La rotación arroz-trigo en Bangladesh, India, Nepal y Pakistán aporta cerca del 25% de la producción mundial de alimentos y es fuente importante de grano e ingresos en el Sur de Asia, región donde viven más de 300 millones de personas que padecen desnutrición”, afirma Andy McDonald, agrónomo especialista en sistemas de producción del CIMMYT. “Sin embargo, las prácticas agrícolas no sustentables son un riesgo para la productividad en la región y están empeorando el cambio climático”.
La quema de la paja de los arrozales es un ejemplo, según estudios realizados por expertos. Además de provocar costosas enfermedades respiratorias en los seres humanos y los animales en regiones rurales y centros urbanos como Delhi, la quema de la paja agota los nutrientes del suelo, cuyas pérdidas anuales solo en el Punjab se estiman en 3.9 millones de toneladas de carbono orgánico, 59,000 toneladas de nitrógeno, 20,000 toneladas de fósforo y 34,000 toneladas de potasio, según M.L. Jat, agrónomo sénior del CIMMYT.
“Lo peor de todo es que la quema de una sola tonelada de paja de arroz rápidamente libera a la atmósfera el equivalente a 1,500 kilogramos de dióxido de carbono, junto con otros gases de invernadero más potentes”, explica Jat, quien coordina las contribuciones del CIMMYT a las aldeas climáticamente inteligentes del sur de Asia como parte del Programa Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) del CGIAR.
Labranza cero: una gran ventaja
La labranza tradicional que se utiliza para sembrar trigo en el norte de la India consiste en retirar o quemar la paja del arroz y preparar el terreno utilizando implementos tirados por un tractor, con varios pases, para reconstruir las camas en los arrozales, un procedimiento costoso y prolongado.
La cero labranza reduce los costos y los agricultores obtienen mejores rendimientos. Al eliminar la labranza, los agricultores pueden sembrar trigo hasta dos semanas antes, lo cual permite que el grano del cultivo se llene antes de que comience el sofocante calor que precede a la temporada del monzón en la India —una ventaja que no existe con las prácticas convencionales.
Un estudio realizado en el estado de Bihar en 2016 mostró que los ingresos anuales de los agricultores aumentaron 6% en promedio cuando utilizaron la cero labranza para sembrar trigo, ya que obtuvieron mejores rendimientos y ahorraron en diésel porque hicieron menos uso del tractor.
La labranza cero también reduce el riesgo que representan las lluvias erráticas para los agricultores, según Jat. “Un estudio reciente en Haryana mostró que en años que llueve y los trigales sembrados de manera convencional se inundan, los cultivos sembrados con cero labranza producen un 16% más de grano”.
Los beneficios para el medio ambiente y el cambio climático incluyen 93 kilogramos menos de emisiones de gases de invernadero por hectárea. “A largo plazo, los residuos que se dejan en el suelo agregan materia orgánica al suelo y, por tanto, reducen la huella del carbono de la agricultura”, explica Jat.
El trigo con cero labranza también requiere de 20 a 35% menos agua de riego, lo cual reduce la disminución de las reservas de agua subterránea y pone dinero en los bolsillos de los agricultores porque reducen su necesidad de bombearla.
“Es impresionante que una sola práctica proporcione tantos beneficios”, señala McDonald, quien coordina los Sistemas de Producción de Cereales en el Sur de Asia (CSISA).
Las sembradas especializadas se venden muy poco
El conocimiento que los productores tienen de la labranza cero está aumentando, pero dejar de lado el arado no es sencillo para algunos. En particular, la labranza cero requiere el uso de un implemento especial adaptado a un tractor que, en un solo pase, corta el rastrojo del arroz, abre un surco en el suelo y deposita y cubre la semilla de manera precisa.
La fabricación de esta sembradora especial fue financiada inicialmente por el Centro Australiano de Investigación Agrícola Internacional (ACIAR) y coordinada por la Universidad Agrícola del Punjab, con contribuciones del CIMMYT y otras organizaciones. La última versión, la Turbo Happy Seeder, cuesta $1,900 —una inversión que muchos agricultores difícilmente pueden hacer.
“Para darles otra opción, hemos estado diciendo que no todos los agricultores tienen que tener su propia sembradora”, señala Jat. “Muchos de ellos simplemente pueden contratar los servicios de proveedores locales que compraron una sembradora y ahora siembran por contrato.” En Bihar y el vecino estado de Uttar Pradesh, el número de proveedores de servicios de labranza cero aumentó de solo 17 en 2012 a más de 1,900 en 2015, según Jat.
En vista de los problemas de esmog en Nueva Delhi, los formuladores de políticas de Haryana y Punjab están dando más apoyo para evitar la quema de la paja de arroz. “El gobierno de Haryana tomó la decisión de promover activamente la sembradora para cero labranza y manejo de residuos, y ha subsidiado 1,900 sembradoras este año”, comentó Suresh Gehlawat, director auxiliar de agricultura de ese estado, en declaración reciente.
Un nuevo uso: Labranza cero para el arroz
Como parte de estos esfuerzos, los científicos y los colaboradores del CIMMYT están ensayando y promoviendo entre los agricultores un conjunto de prácticas que conservan los recursos. Estas prácticas incluyen la nivelación precisa del suelo, que ahorra agua y mejora la productividad, así como la siembra directa de arroz en parcelas sin labrar y no inundadas.
“La práctica de la siembra directa de arroz requiere menos mano de obra y aumenta las ganancias de los agricultores en hasta $130 por hectárea en comparación con la siembra tradicional”, afirma Jat. “Además, cuando se siembra arroz en suelo no inundado se utiliza 25% menos agua y se reduce la emisión de metano, un gas de invernadero más potente que el dióxido de carbono, en 20 kilogramos por hectárea”.