Denise E. Costich con la contribución de Víctor Vidal
El pasado 14 de agosto, fui uno de los jueces del concurso para elegir al ganador de “El elote más grande del mundo”, que se celebra cada año en Jala, Nayarit, México. El concurso es uno de los eventos más populares durante las festividades en honor a la Santa Patrona del municipio. Esta es la tercera vez que me invitan a ser parte del jurado y el concurso se ha convertido en un evento importante para mí, en mi función como encargada de custodiar la diversidad genética mundial del maíz. La variedad criolla Jala siempre tendrá un lugar especial en mi corazón, no solo por su tamaño, que es impresionante, sino también por la cultura que gira en torno a ésta y por el trabajo y la dedicación de la gente que la cultiva.
Me reuní con mi amigo el Dr. Víctor Vidal, mejorador del INIFAP y defensor de los recursos genéticos del maíz, en el asta bandera de la calle principal que separa las localidades de Jala y Jomulco. Hicimos nuestra primera parada en el estand de don José Antioco Elías Partida, de Coapan, quien ganó el concurso el año pasado, y muchos otros años. Fue muy triste enterarnos de que don José falleció hace unos meses. Sin embargo, dos de sus hijos, que continúan la tradición familiar, participaron en el concurso de este año.
A las 4:45 de la tarde, los concursantes se reunieron en el salón del auditorio municipal; estuvimos viendo un video sobre el maíz de Jala, filmado por el Dr. J. Arahón Hernández Guzmán, un “muchacho” del pueblo que hizo su doctorado en Cornell y que ahora es profesor del Colegio de Posgraduados en Puebla. El Dr. Hernández nos obsequió sendas copias del video a Víctor y a mí. Posteriormente, se leyó en voz alta la convocatoria (lista de reglas). Hubo un poco de debate acerca de la regla que mencionaba que el maíz se tiene que sembrar en “condiciones naturales”, es decir, sin riego.
Los jueces fuimos llamados al estrado, nos presentaron, y se leyó de nuevo la convocatoria. Nos dividimos en tres equipos, y a los concursantes, tres a la vez, se les pidió que llevaran sus cinco elotes, para que se los deshojaran y midieran. Se eligió el elote más grande, se anotaron las medidas y el número de concursante y estos datos se escribieron en tiras de masking tape que se pegaron al elote. A continuación, se anunciaron los nombres de los concursantes y la medida de sus elotes; se tomaron fotos. La mayoría medían 30+ cm de largo y solo unos definitivamente estaba muy pendiente de lo que ocurría y vitoreaban a sus amigos, sobre todo a quienes habían llevado elotes de 40+ cm. El primer agricultor que había llegado a nuestra mesa fue el ganador del concurso, con un elote de 44 cm. A medida que el concurso avanzaba, había murmullos de desaprobación cuando otro agricultor presentaba un elote de casi la misma longitud.
Después de que terminan de deshojarse y medirse los elotes, hay siempre un intervalo para cotejar los datos de los diferentes equipos y elegir a los ganadores. Durante este lapso, mi amigo Víctor explicó por qué algunos elotes no producen grano (la razón: falta de polinización). De hecho, uno de los concursantes más viejos llegó con un elote de 48 cm, pero los granos no habían llenado, y tuvo que ser descalificado. Sin embargo, esto nos mostró que hay potencial genético para producir elotes de mayor longitud. Con la aprobación del presidente municipal de Jala, Víctor propuso que se haga otro concurso al término de la cosecha, cuando las mazorcas están lo suficientemente maduras para almacenarse y, pasado un tiempo, germinar. Realizar un concurso en la temporada de cosecha permitiría seguir seleccionando y mejorando la raza criolla Jala; además, podría guardarse semilla de los mejores fenotipos en bancos de germoplasma.
Al final de concurso, se llevó a cabo una emotiva ceremonia en honor de don José Elías; su familia pasó al estrado para recibir el homenaje. Tres generaciones de orgullosos productores de maíz de Jala estaban presentes, el más pequeño en brazos de su papá, como ejemplo de una tradición que mantiene vivas las razas criollas de maíz, y una parte integral de la cultura y la seguridad alimentaria de México y del mundo