Los resultados de cerca de un centenar de análisis de suelo realizados en parcelas cercanas al acuífero de Calera, en Zacatecas, México, indican que el 90 % de los suelos agrícolas de ese perímetro son alcalinos o muy alcalinos, lo que podría hacer que los micronutrientes y otros elementos que son importantes para el desarrollo de los cultivos —como es el caso del fósforo— tuvieran baja disponibilidad.
Los suelos alcalinos son comunes en regiones áridas y semiáridas. Se trata de suelos arcillosos que, en términos generales, tienen una estructura pobre, suelen ser poco fértiles y difíciles para la agricultura porque tienen un drenaje deficiente que hace que el agua de lluvia o de riego quede retenida en la superficie —generando además una baja movilidad de los escasos nutrientes disponibles—, lo cual termina traduciéndose, frecuentemente, en una reducción del crecimiento de la planta.
De acuerdo con investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que, en el marco del proyecto Aguas Firmes están trabajando en el mapeo de la fertilidad de los suelos de los municipios que integran el perímetro del acuífero de Calera, el hecho de que la mayor parte de los suelos de ese espacio sean alcalinos plantea considerables retos para la agricultura local, pero también una gran oportunidad para la adopción de sistemas como la agricultura de conservación.
“Las prácticas de agricultura de conservación —basada en mínima labranza, cobertura del suelo y diversificación de cultivos— van a ayudar a que el agua se infiltre, porque aquí llueve poco y, cuando llueve, el agua se va; ese es el problema, que el agua no se infiltra porque la estructura del suelo ya está muy deteriorada y por eso es importante incrementar la materia orgánica que es, de alguna forma, el pegamento para que los granos de suelo se unan y hagan que el suelo tenga una estructura adecuada”, comenta Jesús Pérez Gómez, coordinador técnico del Hub Intermedio del CIMMYT.
“Nosotros trabajamos con productores de riego por goteo con agua de pozo extraída del acuífero porque la prioridad es mejorar la sustentabilidad hídrica de ese cuerpo de agua. Esto implica transformar muchas cosas. Aquí los productores riegan conforme a un rol, no hay una planeación del riego ni se consideran los requerimientos del cultivo y, como muchas veces se comparte el pozo, el productor riega porque le toca regar, ya que si no lo hace tendría que esperar nuevamente su turno, entonces normalmente se está regando cuando todavía no se tendría que regar y se aplica mucha agua, más de lo requerido”, señala Jesús.
Con el 90 % de los suelos en el perímetro del acuífero de Calera con un pH arriba de 7.3, el 61 % con uno de 8 a 9.1 —por lo que se consideran suelos alcalinos o muy alcalinos— y el 74 % con niveles de materia orgánica bajos y moderadamente bajos, promover prácticas de agricultura de conservación y para la optimización del riego es una prioridad.
“Esperamos contar con equipos para monitorear la humedad y temperatura a diferentes profundidades y, con esos datos, hacer recomendaciones de riego más puntuales para el productor. Por el momento lo que hemos desarrollado es un plan de riego que se hace de acuerdo con los datos climáticos de la zona y los requerimientos del cultivo”, puntualiza el coordinador técnico del Hub Intermedio del CIMMYT, institución de investigación científica que promueve la agricultura sustentable como uno de los pilares de Aguas Firmes.
Aguas Firmes es un proyecto impulsado por Grupo Modelo en alianza con la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.
¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es