EL BATAN, México (CIMMYT) – Para que la ciencia avance, se requiere innovación y las mejores soluciones surgen cuando se toman en cuenta varias perspectivas. Sin la participación de la mitad de la población, el alcance de la innovación es limitado, dijo una reconocida genetista molecular en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
“En comparación con los hombres, las mujeres suelen ver los problemas desde un ángulo diferente –no mejor, solo diferente–, e igual que los hombres, tenemos una perspectiva de género diferente; todas las perspectivas son válidas y valiosas”, opina Sarah Hearne, quien coordina el componente de maíz del proyecto Seeds of Discovery del CIMMYT.
Su pasión por la ciencia empezó cuando era niña, derivada de su curiosidad por descubrir cómo funcionan las cosas.
“Me encantaba experimentar y entender cómo y por qué suceden las cosas; solía diseccionar los peces de mi abuela cuando morían para investigar por qué flotaban en el tanque –entonces tenía seis años”, relata. “Afortunadamente, mis papás no se horrorizaban por esto y, con el tiempo, los microscopios, juegos de química y órganos para hacer disecciones que pedía fueron llegando, gracias a Santa y al carnicero del pueblo”.
No todas las niñas reciben esa motivación. De acuerdo con un estudio realizado en 14 países, la probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura, una maestría y un doctorado en alguna materia relacionada con la ciencia es del 18, 8 y 2%, respectivamente, mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos es del 37, 18 y 6%, según las Naciones Unidas.
En respuesta a esta situación, en diciembre de 2015, los estados miembros de las Naciones Unidas decidieron establecer un día internacional anual para reconocer el papel crucial que tienen las mujeres y las niñas en la ciencia y en las comunidades tecnológicas; este día se observó por primera vez el pasado 11 de febrero. El propósito es promover el acceso y la participación de las mujeres y las niñas en la educación, la capacitación, la ciencia, la tecnología, la ingeniería, las matemáticas y las actividades científicas.
Hearne empezó su carrera después de obtener una licenciatura en Ciencia de las Plantas Aplicada de la Universidad de Manchester y un doctorado de la Universidad de Sheffield, donde se enfocó en un trabajo que abarcaba esa Universidad, el Centro John Innes y Syngenta. Desde que se graduó, ha trabajado en dos centros del CGIAR en América Latina y África oriental y occidental.
Actualmente trabaja en el CIMMYT, en el proyecto Seeds of Discovery, en el que crea y aplica herramientas para identificar y permitir el uso de la valiosa variación genética presente en los bancos de germoplasma en beneficio de los agricultores y consumidores en todo el mundo.
En esta entrevista, Hearne nos comparte sus puntos de vista sobre las mujeres y las niñas en la ciencia.
¿Por qué es importante que haya más mujeres y niñas que estudien y trabajen en el campo de la ciencia?
R: ¡Las niñas son formidables!
La mitad de la población está formada por mujeres pero en las carreras científicas no tenemos suficiente participación, y este desbalance se vuelve más agudo a medida que avanzamos hacia puestos donde se tienen que tomar más decisiones.
Las compañías donde existe un balance de género tienden a obtener mayores utilidades y a tener una mejor salud institucional. Esto se traslada al sector no lucrativo, donde la medida del éxito es el impacto más que las utilidades. Se necesitan más mujeres en la investigación y el desarrollo científicos a todos los niveles de las organizaciones. Para que este ideal se realice, se requiere un grupo balanceado en cuanto al género de probables aspirantes –algo que es difícil obtener cuando es insuficiente la participación de las mujeres en las ciencias, desde la escuela hasta la universidad.
¿Qué la inspiró a seguir una carrera en ciencias y agricultura?
R: Crecí en Yorkshire, una zona rural del Reino Unido; mi papá era ingeniero agrónomo y mi mamá todavía tiene su propio negocio. La agricultura era parte integral de nuestra comunidad y nuestras vidas.
En la escuela, me gustaba la ciencia y era una de las pocas alumnas que estudiaban química y física. De hecho, yo fui la única que estudió las cuatro ciencias que se impartían. Lo que más me gustaba eran la biología y la ciencia del medio ambiente, y después de salir de la escuela, tuve que decidir si estudiar genética o ciencias de las plantas en la universidad, hasta que elegí estudiar ciencia de las plantas aplicada.
Pasé mi tercer año de la universidad trabajando en Zeneca, hoy Syngenta. Mis compañeros de prácticas y yo nos dedicamos de lleno a la investigación aplicada con muy poca supervisión. ¡ME ENCANTÓ! Me dediqué a investigar, diseñar, ensayar, evaluar y crear herramientas y recursos que eran importantes para la empresa y para los agricultores; mi jefe me apoyaba mucho y me alentaba a probar algunas de mis ideas más “locas“… Me permitieron ensayar, fallar y aprender de mis errores, y como resultado, pude crear mejores métodos. Después de terminar mi licenciatura, hice una solicitud para estudiar un doctorado, pero todos los doctorados que solicité se enfocaban en diferentes aspectos del fitomejoramiento, y yo quería trabajar en ciencias de las plantas que produjeran un impacto en la vida de la gente. Finalmente, elegí el doctorado en genética molecular y fisiología del maíz y trabajé con Striga (una planta parásita endémica en África) y sequía. Mi investigación de doctorado me aportó una considerable experiencia de primera mano de la cruda realidad de la precariedad de la seguridad alimentaria y la nutrición en vastos sectores de la población humana. Cuando terminé mi doctorado, decidí que quería contribuir a la seguridad alimentaria mediante la investigación, pero no quería hacerlo dentro del ámbito universitario porque está demasiado alejado de los agricultores. Supe del CIMMYT durante mi investigación de doctorado y he trabajado en el sistema CGIAR de investigación agrícola desde que terminé mi doctorado.
¿Cuáles son los retos que enfrentan las mujeres y las niñas en el campo de la ciencia hoy en día?
R: Las percepciones. Las mujeres pueden enfrentar sexismo directo debido a que la carrera o título que escogen no se considera apto para su género. Esto suele deberse a la influencia cultural, por lo que una chica puede ser más o menos aceptada en una cultura, pero no en otra. Los ejemplos a seguir también son un problema, ya que en muchas áreas existen pocas mujeres y las que existen con frecuencia han sacrificado gran parte de su vida personal para llegar adonde están. Esto da una imagen deformada a las niñas en un mundo que está obsesionado por la imagen y donde se espera que las personas sean perfectas en todos los aspectos de la vida. En la ciencia siguen predominando los hombres, sobre todo en las ciencias agrícolas. El sexismo abierto e involuntario es muy común en muchas organizaciones y debido a esto, las mujeres pueden sentir que son miembros del personal “de fachada”.
Ser asertiva y centrada a menudo suele considerarse como algo muy negativo, si las mujeres muestran este comportamiento. A mí me han llamado “mandona, malvada, visceral, agresiva, reina de hielo, intimidante, etc.” Mis colegas hombres que exhiben el mismo comportamiento son “orientados, centrados, fuertes, emprendedores, etc.” Nunca he escuchado que les digan que son mandones….
La desigualdad en casa causa desigualdad en la ciencia. Las mujeres todavía tienden a llevar el peso de las tareas domésticas y el cuidado de los niños y esto crea impactos reales o percibidos. Las instituciones y los gobiernos nacionales no siempre ayudan —un buen punto de partida sería que se diera licencia por maternidad y paternidad.
¿Cuál es su consejo para las jóvenes que aspiran convertirse en científicas?
R: Wow, he recibido y adquirido muchas experiencias que les podría compartir, pero hay algunas que me parece que son las más útiles:
En lo personal: Examina tus propios prejuicios y asegúrate de tratar a otros de forma equitativa. Estoy harta de escuchar afirmaciones como “los hombres no pueden hacer varias cosas al mismo tiempo”… resulta tan ofensivo como decir que “las mujeres no son capaces de leer un mapa”. Si queremos igualdad, tenemos que asegurarnos de poner el ejemplo nosotras mismas.
Desarrollar confianza en nosotras mismas, trabajar en nuestra autoestima, desarrollar un sentido del humor autocrítico. Crear una red de apoyo que nos ayude a mantener todo esto y nos dé retroalimentación honesta. No temas preguntar; haz muchas preguntas.
No te preocupes por los títulos, los puestos o por trayectorias profesionales específicas, ya que éstas no suelen seguir una ruta directa o planeada y en el camino puedes descubrir cosas que te causan mayor satisfacción. Date tiempo para explorar y encontrar el área de la ciencia que te encanta y te inspira; créeme, cada segundo que inviertas valdrá la pena. La felicidad es más importante que un título en una tarjeta de presentación.
Elije cuidadosamente a tus colaboradores, pues la vida está llena de sorpresas y la lucha por la igualdad no acaba en el salón de clase o en el lugar de trabajo.
Ni en la escuela ni en el lugar de trabajo aceptes expresiones cargadas de género; si te dicen que “eres muy mandona”, debes responder rápida y firmemente que “no eres mandona sino simplemente asertiva”. Habla en contra de la discriminación de género, ya sea que se trate de mujeres, hombres, bisexuales o transexuales; permite que otros se expresen y apóyalos. Si alguien dice algo que te haga sentir incómoda, díselo. Asimismo, te aconsejaría que nunca jamás aceptes el acoso sexual en el lugar de trabajo ni contra ti ni contra otras personas. Repórtalo y, si es necesario, grítalo a los cuatro vientos. Es buena idea crear una red de seguridad financiera y familiar para que tengas la libertad de salir de situaciones en que los patrones no están dispuestos a lidiar con asuntos de acoso sexual.
Aprende a programar con Python y un poco de Java. Cada vez es más fácil capturar datos y, en consecuencia, el volumen de datos que estamos procesando aumenta año tras año. Desarrollar la habilidad de manipular y analizar datos es cada vez más crítico —las soluciones que existen en el mercado ya no son prácticas. Poder programar es una habilidad más y más valiosa, pero no se alienta a muchas chicas a que la exploren.
Trata de entender el clima de género de la organización donde trabajas o quieres trabajar; busca aliados para poder navegar y –con suerte– empezar a influir en el clima para crear un lugar de trabajo más neutral en lo que respecta al género.
No pienses que hay discriminación de género en todas las decisiones que se toman; a veces no hay tal cosa, es solo que tú no estás de acuerdo con la decisión.
Haz solicitudes de empleos incluso si no reúnes todos los requisitos —si puedes hacer bien la mitad de las cosas y el resto lo podrías aprender, entonces solicita el puesto porque quien no arriesga no gana (y pocos candidatos, hombres o mujeres, cumplen con todos los requisitos).
Aprende a negociar y no discutas acerca de una situación cuyos datos y hechos desconoces. Con frecuencia, las mujeres se sienten incómodas al negociar su salario, pero se sienten peor al darse cuenta de que su colega hombre gana más por hacer el mismo trabajo.
No permitas que nadie te grite ni hable cuando tú estás hablando. Serena y tranquilamente, en privado, explícale a las personas cómo quieres que te traten. Si los gritos continúan, aléjate de la situación.
Ten en cuenta los asuntos familiares, ya sea que tengas una familia o no. Por ejemplo, no debes mandarle una solicitud urgente a alguien a las 5 p.m. en viernes. Esto ayuda a todos los colegas. Los hombres también tienen familia y todos necesitamos tener un balance familiar y laboral.