Krishna Dev Joshi
La inseguridad alimentaria es un problema persistente en Sindh, una provincia un poco más pequeña que Tayikistán que alberga a una población de 42.5 millones. Cerca del 75% de sus habitantes padece escasez constante de alimentos a causa de la baja producción de los cultivos alimentarios y el crecimiento demográfico, que casi se ha duplicado desde 1999.
En un esfuerzo por encontrar soluciones a los retos de la seguridad alimentaria en aquella región, el CIMMYT llevó a cabo un taller, que duró un día, como parte del Programa de Innovación Agrícola (AIP) de Pakistán, el 26 de agosto. Este evento se realizó en coordinación con el Instituto de Investigación sobre Trigo, las provincias de Sakrand y Sindh y el Consejo de Investigación Agrícola de Paquistán.
Más de 40 representantes de la cadena de valor del trigo, incluidos científicos, extensionistas, empresas semilleras y entidades reguladoras del sector de la semilla de Pakistán, se dieron cita en Hyderabad, la cuarta ciudad más grande de Paquistán, donde tuvo lugar el taller.
Gracias al taller, los asistentes identificaron oportunidades y limitaciones en todo el espectro de los sistemas de semilla de trigo, desde el mejoramiento y liberación de variedades, la difusión, distribución y creación de la demanda, hasta la creación de cadenas comerciales redituables y sostenibles.
La evaluación en parcelas de las variedades Benazir 2013 y NARC 2011, recién liberadas, indicó que su potencial de rendimiento es de 15 a 20% más que el de las variedades existentes. Si se distribuyen y los agricultores de la región siembran estas variedades, la seguridad alimentaria mejoraría considerablemente debido a su alto potencial de rendimiento y resistencia a la roya, que son clave para la productividad.
Según el Departamento Federal de Certificación y Registro de Semilla (FSC&RD), casi 31% del suministro de semilla en la localidad proviene del sector formal, es decir, semilleras del sector público y empresas privadas, en tanto que el 69% corresponde a semilla que guardan los agricultores.
No se conoce la proporción exacta de la semilla que distribuyen las semilleras de los sectores público y privado. La semilla certificada que se siembra en Sindh procedente de la provincia del Punjab no tiene reconocimiento oficial. Si se consideran las transacciones no formales que facilitan el flujo de semilla desde el Punjab, podría decirse que los sistemas de semilla son funcionales y prósperos.
Las conclusiones del taller indican que los avances en el mejoramiento de trigo han sido constantes, sobre todo desde 2004, ya que desde entonces se han liberado 12 variedades, lo que equivale a una tasa anual del 1.3 por ciento. Sin embargo, este nuevo grupo de materiales no forma parte de la cadena de producción comercial de semilla y el promedio de vida de las variedades en Sindh indica que el sistema no es próspero. Una prueba de esto es el predominio de la variedad TD1 (ver gráfica), que se siembra desde hace 10 años, además del hecho de que las variedades comerciales datan de hace 18 años y que dos de cinco tienen más de 25 años (v. gráfica: Tj-83 y Sarsabz-89).
La grandes diferencias
En el taller se identificó la falta de iniciativas coordinadas entre los actores de la cadena de valor de semilla de trigo para divulgar información de las variedades nuevas como una debilidad significativa. La falta de coordinación y alianzas apropiadas entre los responsables de la investigación, la extensión, las compañías semilleras, las entidades normativas y los agricultores ha sido la causa de que la difusión de las nuevas variedades haya sido lenta.
Muchas de las variedades liberadas en años recientes no han llegado aún a manos de los agricultores. Al parecer, esto se debe, en parte, a que el Departamento de Extensión Agrícola de Sindh no tiene actividades específicas de promoción.
Más de 90% de la semilla certificada proviene de compañías privadas, que por lo general se dedican a vender lo que más demanda tiene en el mercado. Otros factores que contribuyen a la lenta integración de variedades nuevas en los sistemas de semilla son la escasa superficie de siembra y los pocos recursos con que cuentan las instituciones dedicadas a la investigación. La ausencia de un marco normativo que permita a las compañías privadas producir semilla prebásica y básica es otro factor que limita el suministro.
Sin embargo, dijeron también que no cuentan con la capacidad técnica, los recursos económicos, la tierra, ni el capital que se necesitan para la investigación y el desarrollo. Los participantes identificaron varias actividades que incorporarán al plan de trabajo de AIP del siguiente ciclo, que comienza en octubre-noviembre:
• Selección de variedades con la participación de agricultores a pequeña y mediana escala, y agricultores comerciales.
• Demostraciones de variedades nuevas en finca con la participación de los principales actores de la cadena de valor.
• Inicio por parte de las empresas privadas de la producción de semilla prebásica y básica con apoyo de organizaciones científicas, de extensión y normativas.
• Proveer semilla de variedades nuevas a agricultores que no poseen tierra y agricultores de pequeña escala.
Representantes de empresas privadas opinaron que no tienen muchas opciones para elegir variedades (incluidas aquellas de corta duración) y mostraron interés en participar en el desarrollo de estos materiales.