“Ver la gran diversidad que existe en el maíz, el frijol y el chile, me inspiró a estudiar la genética y escoger el mejoramiento como carrera”, relata Molnar. Eso lo llevó a obtener su licenciatura en la Universidad Estatal de Colorado y, posteriormente, su maestría y su doctorado en la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
En el CIMMYT, Molnar estudia las variedades criollas de maíz con el fin de identificar características útiles como la tolerancia al calor y la sequía, que se pueden utilizar para generar nuevas variedades que ayuden a los agricultores a producir más alimentos a pesar del surgimiento de problemas cada vez mayores.
La gran diversidad del maíz criollo se debe a la variación geográfica y cultural que existe en América Latina, donde éste se originó. A medida que los agricultores seleccionaban el mejor maíz para sus medios ambientes y usos, éste se diversificó y surgieron distintas razas. En la actualidad, tan solo en América Latina existen más de 220 razas únicas de maíz.
Molnar evalúa las variedades criollas de maíz para encontrar características deseables visibles, denominadas fenotipo, que son identificadas al examinar el código genético de la planta, denominado genotipo.
“Nuestros proyectos se enfocan en las características, así que el primer paso es tratar de adivinar cuál variedad criolla posee la característica que buscamos. Hay más de 25,000 variedades criollas de maíz en el Banco de Germoplasma de Maíz del CIMMYT, pero no contamos con la infraestructura ni el dinero para evaluarlas todas”.
“Entonces tratamos de evaluar el mayor número posible de variedades criollas en el campo bajo las condiciones que nos interesan. Después de la evaluación inicial, escojo las mejores y comienzo el mejoramiento”, dice Molnar.
Durante el mejoramiento, la variedad criolla es cruzada con variedades que ya poseen características deseables como el alto rendimiento, con el fin de generar variedades nuevas. Al final, de las variedades nuevas se generan híbridos que son evaluados en ensayos en campo. Después de varios años de ensayarlos, los que son superiores a la variedad original en cuanto a la característica de interés, son entregados a los mejoradores.
Según las predicciones del cambio climático, en las décadas que vienen, el calor y la sequía aumentarán mucho, especialmente en aquellas regiones que ya son secas. Por eso, Molnar trata de encontrar tolerancia al calor y la sequía en las plantas de maíz criollo. Según dice, además de que en el futuro estos problemas se volverán cada vez mayores, la sequía y el calor ya están afectando, casi todos los años, a los agricultores en casi todas las regiones productoras de maíz.
Como parte de este trabajo, Molnar también está buscando variedades criollas que poseen resistencia natural a dos enfermedades comunes del maíz: el complejo de la mancha de asfalto y la necrosis letal del maíz. La mancha de asfalto es importante en el sur de México, Centroamérica y el norte de América del Sur, donde puede llegar a reducir los rendimientos en un 50% cuando ataca las parcelas al principio del ciclo de cultivo. Como la mayoría de los agricultores en las zonas afectadas son demasiado pobres, no pueden comprar fungicidas, así que la resistencia de las variedades es muy importante.
La necrosis es un problema grave en África oriental.
“Al igual que la mancha de asfalto, cuando la necrosis ataca las parcelas al principio del ciclo, los resultados pueden ser devastadores, pues llega a causar pérdidas de rendimiento hasta del 100%”, explicó Molnar. “La necrosis es diseminada por insectos vectores y, al igual que en Latinoamérica, en África oriental muchos agricultores son demasiado pobres o no tienen acceso a los insecticidas”.
La última característica que Molnar busca es la pigmentación y, específicamente, granos de color azul o rojo. Esto forma parte de un esfuerzo por crear mercados para usos finales nuevos en México. En el maíz, el pigmento es el resultado de mayores concentraciones de antocianina, un antioxidante que ha sido relacionado con un menor riesgo de padecer cáncer. El maíz de color azul o rojo se puede utilizar para generar productos alimentarios especiales o para usos industriales; por ejemplo, esos colores naturales son extraídos para usarlos al fabricar otros productos alimentarios. En ambos casos, los agricultores venden el maíz pigmentado a un precio mayor y, además, tienen acceso a mercados nuevos.
Su trabajo es causa de gran satisfacción para Molnar, ya que hace una diferencia en la vida de los agricultores y encuentra las características que busca.
“A mí me gusta salir al campo y ver el maíz, reunirme y hablar con los agricultores y trabajar con mis colaboradores”, dice Molnar. “Me fascina la increíble variedad del maíz y su capacidad de crecer en casi cualquier lugar, bajo casi todas las condiciones ambientales. Antes de la llegada de los europeos a América, el maíz ya se sembraba desde Canadá hasta Chile, desde el nivel del mar hasta más de 3000 metros de altura, y desde las zonas tropicales húmedas hasta el desierto más árido. Es una especie increíblemente adaptable”.
Lo que incentiva a Molnar es su pasión por promover la gran variedad de características que se encuentran en el maíz criollo.
“Lo que a mí me motiva son las dudas de otros. Muchos mejoradores de maíz que trabajan en empresas semilleras privadas no creen que sea posible derivar algo útil de una variedad criolla, debido a que el maíz híbrido moderno ha sido mejorado durante tanto tiempo y ahora es tan superior. Me gustaría demostrar que están equivocados”, dijo.