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Becario del Programa Beachell-Borlaug quiere ayudar a los habitantes de países en desarrollo

Jennifer Johnson

Foto: Smit Dhakal
Foto: Smit Dhakal

Silvano Ocheya, originario de Kenia, no es ajeno a los problemas que tienen los habitantes de los países en desarrollo para aumentar la producción de sus campos. Su interés por las ciencias agrícola surgió desde su infancia, ya que creció en una pequeña finca de la cual su mamá se hizo cargo después de que el jefe de la familia murió.

“He visto las penurias de la gente; sé que no tienen información y pensé que si podemos producir impacto aquí, podremos ayudar a un enorme número de familias; es la manera en que se dá el desarrollo en un país. No podemos pensar en industrialización hasta que no tengamos lo suficiente para alimentar a nuestras familias”, señala Ocheya.

Ahora, gracias a que estudió Ciencias Agrícolas y Fitotecnia, y a que hizo prácticas profesionales y trabajo de investigación en el CIMMYT, ha obtenido las herramientas que necesitará para hacer realidad su sueño de retribuir algo a cambio de lo que ha recibido.

Estudió en la Universidad de Nairobi y después hizo sus prácticas en el CIMMYT-Kenia, donde trabajó en investigación de maíz bajo la guía de Dan Makumbi y Alpha Diallo. Su trabajo de investigación sentó las bases para su tesis de maestría en genética y fitotecnia en la misma universidad.

Actualmente cursa estudios de doctorado en la Universidad Texas A&M, es becario del Programa Internacional de Becarios Beachell-Borlaug de Monsanto y trabaja en un proyecto de investigación del CIMMYT para obtener tolerancia a la sequía y resistencia al virus del mosaico rayado del trigo. Al terminar sus estudios, Ocheya espera aplicar sus conocimientos para ayudar a mejorar la agricultura en un país en desarrollo, quizá en su natal Kenia: “Es en mi país donde creo que mi trabajo será relevante. Puedo generar un mayor impacto si aplico mis conocimientos en un país en desarrollo, porque podré hacer la diferencia en la vida de los agricultores y sus familias.”

Los problemas más grandes de la producción agrícola en Kenia son la sequía y las enfermedades, que empeoran a causa del cambio climático. Estos retos le inspiran a desarrollar variedades que resistan la sequía y rindan más. Considera asimismo que la falta de información es un obstáculo para los agricultores de los países en desarrollo, sobre todo para las mujeres. “Necesitamos empoderar a las mujeres dándoles información. Hay muchísima pero no está a su alcance; por ejemplo, no saben cuál semilla o qué cantidad de fertilizante comprar.

A menos de que dispongan de esa información, creo que será muy difícil lograr avances para aumentar la productividad del campo”, enfatiza Ocheya.

Menciona la influencia de la tecnología móvil en los países en desarrollo como una plataforma potencial para crear aplicaciones destinadas a la agricultura — traducidas a los idiomas de cada país— como una posible solución al vacío de información.

Cuando le preguntamos por sus planes a futuro, contesta que además de continuar con su trabajo de investigación le gustaría compartir sus conocimientos con jóvenes científicos. “Si reparas en el éxito de Norman Borlaug, por ejemplo, verás que él capacitó a miles de científicos; de esta manera el impacto que generó se propagó a todo el mundo en desarrollo. Aunque no pudo hacer lo mismo en África, hubo gente que lo ayudó, gente a quien él había capacitado, y creo que aplicaré ese mismo método.”