Al aplicar prácticas convencionales en el cultivo de maíz en el Estado de México (labranza intensiva y eliminación y venta de residuos), los agricultores pierden dinero, señaló Bram Govaerts, investigador afiliado del CIMMYT, durante la conferencia que ofreció en el foro para dar a conocer los resultados de proyectos comunes con el Instituto de Investigación y Capacitación Agropecuaria, Acuícola y Forestal del Estado de México (ICAMEX), el pasado 12 de septiembre. “Muchos de los presentes se sorprendieron muchísimo al escuchar esto”, explica Govaerts, quien desde 2002 ha trabajado con Ken Sayre, estudiando y analizando los resultados del ensayo de agricultura de conservación que comenzó en El Batán en 1991. “Pero si se toma en cuenta la disminución de costos de mano de obra (en este caso, porque no se ara el suelo ni se recogen los residuos del cultivo anterior) y el aumento de los rendimientos, en comparación con los gastos por la remoción y venta de residuos, además de la degradación del suelo que se produce después de aproximadamente cinco años, no cabe duda de que la agricultura de conservación es la opción más redituable”.
A las presentaciones celebradas en las oficinas de ICAMEX en Toluca, la capital del Estado de México, acudieron alrededor de 50 investigadores, agricultores y funcionarios, entre ellos, Arturo Osornio Sánchez, Secretario de Agricultura, y Jaime Segura Lazcano, director general de ICAMEX. El proyecto ICAMEX, que se ejecuta en colaboración con el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (CINVESTAV), la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y el CIMMYT, y que comenzó en 2005, abarca tanto investigación en el campo cuanto extensión con los agricultores mexiquenses. “Hemos aprovechado muchas de las aportaciones que sobre el tema ha hecho Fernando Delgado Ramos, Superintendente de la estación experimental Toluca, quien ha promovido de manera activa las prácticas que conservan los recursos para el cultivo de maíz en México”, enfatiza Govaerts, que colabora con el CIMMYT como estudiante de doctorado de la Universidad Católica Leuven, de Bélgica, con patrocinio del Consejo Interuniversitario Flemish VLIR-UDC, Cooperación para el Desarrollo Universitario.