Ante el problema de la acelerada degradación de los suelos y la escasez de agua, en años recientes agricultores e investigadores mexicanos han buscado, con renovada energía, aplicar los principios de la agricultura de conservación (menos labranza, retención de residuos y rotaciones). El CIMMYT ha apoyado por largo tiempo las actividades en México de la agricultura de conservación, tanto en investigación básica como en sus aplicaciones. Como parte de un seminario itinerante organizado por la Asociación para la Agricultura Sostenible en base a Siembra Directa (ASOSID), con oficinas en la región mexicana de El Bajío, 32 agricultores miembros y 7 investigadores/ extensionistas realizaron una visita de dos días –6 y 7 de septiembre– a nuestras estaciones en Toluca y El Batán, con el propósito de saber cómo podría aplicarse la agricultura de conservación en zonas de temporal de los valles altos. En Toluca el grupo observó de primera mano el trabajo de Fernando Delgado en la aplicación de cero labranza con retención de residuos en la estación, y para ayudar al creciente número de maiceros en el valle de Toluca que ya aplican aquellas prácticas. Muy temprano esta mañana visitaron el ensayo a largo plazo de agricultura de conservación que comenzó en El Batán en 1991. Ahí, los visitantes recibieron una explicación del trabajo que se hace, por parte de Nele Verhulst, estudiante de doctorado de la Universidad Católica de Lovaina, y la estudiante chilena Andrea Chocobar Guerra, que hace investigación de tesis en el CIMMYT.
La ASOSID fue creada en 2002, con apoyo del CIMMYT y varios organismos que trabajaban en la agricultura de conservación en aquel tiempo. Según, Óscar Contreras Mejía (en la foto individual arriba), Coordinador Técnico de ASOSID, los esfuerzos que se han hecho antes para difundir la agricultura de conservación en El Bajío tuvieron un rápido avance y se trató de llegar a tantos agricultores como fuera posible. “Por ahora las cosas van un poco lento. Estamos consolidando la parte técnica” —dijo. Actualmente en 80% de la superficie que siembran los participantes se utiliza la siembra directa.” Contreras cita como dos importantes retos técnicos la introducción de cultivos de rotación en El Bajío, un granero en el centro de México donde predomina el monocultivo con riego, y el manejo de los grandes volúmenes de residuos que se producen. “Esos se pueden vender fácilmente, para forraje, pero como tenemos el problema de la reducción de la materia orgánica en el suelo, queremos conservar todos los residuos en el campo”, explica Contreras.
Como ejemplo de lo que está ocurriendo en numerosas regiones del mundo en desarrollo donde se practica la agricultura intensiva con riego, en el Bajío están aumentando los problemas referentes, entre otras cosas, al uso inadecuado de agroquímicos y del agua. Un reportaje reciente en el periódico “El Sol de México” indica que el nivel del manto freático en Guanajuato, en el Bajío, está descendiendo en una proporción de 1 a 3 metros por año. La agricultura de conservación ofrece una vía para aminorar este problema.