Las aflatoxinas se introducen en nuestros suministros de alimentos a través de los granos básicos y pueden causar serios problemas a los desprevenidos consumidores. Denominadas “el enemigo invisible”, las aflatoxinas, que son micotoxinas producidas por hongos del género Aspergillus, se encuentran entre las toxinas naturales más potentes que existen. Para proteger mejor los suministros de alimentos, del 1 al 13 de febrero de este año, en El Batán se impartió un taller sobre cómo detectar las micotoxinas en el maíz para personal de patología de los programas de maíz y de trigo.
El tema central del taller, que impartió Veera Reddy, del Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para las Zonas Tropicales Semiáridas (ICRISAT), fue la implementación de ELISA (Ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas) para detectar genotipos resistentes que producen grano con una menor cantidad de micotoxinas. Aunque hay varias pruebas para detectarlas, ELISA, además de ser la más económica, permite analizar un mayor número de muestras.
Mejorar maíz resistente a micotoxinas, en particular a las aflatoxinas y las fumonisinas, es vital para garantizar la provisión de alimentos inocuos. Ambas micotoxinas son muy comunes en la naturaleza, proliferan en lugares húmedos y suelen encontrarse en campos de cultivo de cereales como el maíz. En general, las micotoxinas son tan persistentes que una vez que contaminan el grano —lo cual puede ocurrir en el campo o durante su almacenamiento— sobreviven a la digestión, el calor de la cocción y el congelamiento. Las micotoxinas llegan a los seres humanos no solo en el grano, sino también en la leche o la carne de animales criados con alimentos contaminados. En las personas, las micotoxinas pueden producir cáncer, enfermedades hepáticas, defectos congénitos, debilitamiento del sistema inmunológico e incluso la muerte.
El objetivo del taller fue implementar en el CIMMYT la prueba ELISA en la selección normal de maíz dirigida a identificar fuentes de resistencia y avanzar en el manejo de la contaminación por micotoxinas. Los participantes coincidieron en que el curso les aportó información valiosa y que ahora están capacitados para aplicar la técnica.
“Necesitábamos una prueba económica, sencilla y confiable que nos permitiera ensayar grandes cantidades de muestras y que pudiéramos utilizar fácilmente en nuestro programa de mejoramiento”, comentó George Mahuku, científico/patólogo sénior de maíz. “Estamos muy contentos porque pudimos lograr los objetivos del taller; ahora el grupo de patología está motivado y listo para comenzar a aplicar la técnica aprendida.”