EL BATÁN, MEXICO. En Siria, país devastado por la guerra civil, un equipo de científicos de México y Marruecos se apresuran a poner a salvo una muestra vital de la enorme y antigua diversidad genética del trigo, que se encuentra en las colecciones de semilla de un centro internacional de investigación antes basado en Aleppo, pero que fue obligado a abandonar el lugar en 2012-2013.
Los investigadores están restaurando y caracterizando genéticamente más de 30,000 colecciones únicas de semilla de trigo del banco de germoplasma (en Siria) del Centro Internacional de Investigación Agrícola en Zonas Áridas (ICARDA), que reubicó su sede en Beirut, Líbano, y respaldó 150,000 colecciones de semilla de cebada, haba, lenteja y trigo en los bancos de sus colaboradores y en la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, en Noruega.
En marzo de 2015, científicos del ICARDA recibieron el Premio de Innovación de la Fundación Gregor Mendel por su valiente determinación de asegurar y preservar sus colecciones de semilla en Svalbard y seguir trabajando para que el banco de germoplasma en Siria siguiera operando incluso en medio de la guerra.
“Este proyecto es increíblemente importante dada la guerra que asola a Siria”, opina Carolina Sansaloni, especialista en genotipeado y secuenciación de ADN del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) con sede en México, quien coordina el trabajo para analizar las muestras e identificar genes que permitan generar trigos con alto rendimiento y resilientes a las variaciones climáticas. “Sería increíble si pudiéramos contribuir, aunque solo fuera un poco, a reintroducir las variedades que se han perdido en las regiones devastadas por la guerra”.
Un tesoro proveniente de la cuna del trigo para alimentar a las generaciones futuras. Gran parte de la semilla de trigo proviene del Creciente Fértil, región donde antiguas naciones generaron el trigo, que fue el grano vital de sus civilizaciones. Según Sansaloni, las colecciones rescatadas podrían contener la clave para el futuro mejoramiento del trigo que alimentará a la población mundial que crece día a día.
“Es posible que una variedad antigua que fue generada a través del tiempo contenga un gen de resistencia a alguna enfermedad letal del trigo o de tolerancia a efectos del cambio climático como el calor y la sequía, que según pronósticos, serán más intensos en países en desarrollo donde los agricultores y sus familias dependen del trigo”, prosigue Sansaloni.
Colaboradores transrregionales, beneficios globales. El equipo de Sansaloni ha estado secuenciando el ADN de 2,000 muestras de semilla por semana, así como derivando marcadores moleculares de características valiosas para los mejoradores y los productores, como resistencia a enfermedades, tolerancia a sequía o al calor, y cualidades que contribuyen a aumentar los rendimientos y la calidad del grano.
Están utilizando un sistema de secuenciación de ADN de alta tecnología del Servicio de Análisis Genético para la Agricultura (SAGA), una colaboración entre el CIMMYT y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación de México (SAGARPA), y el apoyo de Diversity Arrays Technology (DArT), una empresa privada de Australia.
El secuenciador de SAGA puede leer 1,600 muestras de semilla en una sola lectura y genera muchos más datos que los que hasta ahora se han generado. El HiSeq 2500 analiza los datos y muestra la información en un “nivel de secuencia”, por ejemplo, las variaciones de altura entre las variedades de trigo.
A nivel mundial, son pocas las máquinas que producen esta clase de datos y la mayoría son propiedad de compañías privadas, explica Sansaloni. Este es el primer proyecto no latinoamericano en el que se utiliza el HiSeq 2500 del CIMMYT.
“El éxito de este proyecto muestra la fantástica oportunidad de colaborar a nivel internacional que ahora tenemos”, continúa Sansaloni. “Ni siquiera puedo asignarle un valor a la importancia de los datos que hemos recolectado con este proyecto. Son invaluables”.
Después de que los datos se hayan recolectado, las muestras de semilla serán “regeneradas” por ICARDA y el CIMMYT. En este proceso, las muestras de semillas antiguas se restauran generando semillas nuevas y sanas.
ICARDA y el CIMMYT compartirán la semilla y los datos del proyecto y pondrán estos resultados a disposición de la comunidad internacional.
“Con las nuevas semillas, esperamos reconstruir la colección activa y la colección base de semilla de ICARDA en los próximos cinco años y conservarlas en los nuevos bancos de germoplasma en Líbano y Marruecos”, señala Fawzy Nawar, especialista sénior en documentación del banco de germoplasma de ICARDA.
Patrocinado mediante el Programa TRIGO del CGIAR, el proyecto beneficiará tanto a los centros internacionales como a los programas de mejoramiento de todo el mundo, dice Tom Payne, jefe del banco de germoplasma de trigo del CIMMYT. “ICARDA se encuentra en una situación difícil, pues no tiene fácil acceso a sus colecciones de semilla ni instalaciones para realizar fenotipeado”, explica. “Esta es una oportunidad perfecta para colaborar”.
Con sede en El Batán, Estado de México, el CIMMYT es líder mundial en la investigación y el desarrollo de sistemas de producción de maíz y trigo. El CIMMYT trabaja con cientos de colaboradores en los países en desarrollo para incrementar de manera sustentable la productividad de los sistemas de maíz y de trigo y mejorar la seguridad alimentaria y los medios de vida de los habitantes de esos países El CIMMYT es uno de los 15 miembros del Consorcio del CGIAR y coordina los Programas MAÍZ y TRIGO del Consorcio. Para sus actividades, el CIMMYT recibe fondos de gobiernos nacionales, fundaciones, bancos de desarrollo y otras instituciones de los sectores público y privado.
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