Dos de de sus hermanos decidieron dedicarse a la música, otro a la construcción y el último se fue a buscar el “sueño americano”. Ella, sin embargo, decidió estudiar agronomía inspirada por una amiga. Cuando su papá se enteró de esta decisión, le dijo a Concepción “pues qué bueno, porque en el campo necesitamos gente que esté realmente interesada en ayudar a los productores. Tú sabes que las cosas van cambiando, el clima va cambiando, todo va cambiando y, ¿por qué no tener una agrónoma aquí en el pueblo que pueda ayudar a quienes trabajamos la tierra?”.
Concepción Porras Arango es una joven de 27 años de Maguey Largo, Oaxaca. A pesar de no haber ingresado a la universidad que inicialmente deseaba, perseveró y se formó como agrónoma y, al día de hoy, ha trabajado en diversos proyectos, impulsando la siembra de maíz con métodos sostenibles. También ha participado en capacitaciones con especialistas de CIMMYT y ha aprendido a calibrar maquinaria para siembra y fertilización, temas de poscosecha y control de plagas.
Su experiencia en el campo le ha enseñado que el acompañamiento continuo a los productores es crucial. “Hacer las cosas con ellos, sembrar, aplicar los productos, pero haciéndolo, no solo dándoles instrucciones”, comenta Concepción. Este enfoque práctico y colaborativo ha sido fundamental para ganar la confianza de las personas dedicadas al campo.
El impacto de Concepción en su comunidad no se limita a la producción agrícola. Ella cree firmemente que trabajar con jóvenes en las escuelas puede motivar a más personas, hombres y mujeres, a interesarse por el campo. “Yo he vivido en el campo, y quiero la libertad de andar en el campo”, afirma. Su pasión por la agricultura y su compromiso con su comunidad la han llevado a emprender proyectos innovadores, como el cultivo de fresas en su parcela, demostrando que las mujeres pueden ser líderes en el sector agrícola.
La historia de Concepción subraya la importancia de integrar la perspectiva de género en la agricultura. Las mujeres en el campo enfrentan barreras significativas, desde el acceso limitado a recursos hasta la falta de reconocimiento de su labor. Al empoderar a las mujeres y promover su participación activa en la agricultura se fortalece la resiliencia y la sostenibilidad de las comunidades rurales.
El trabajo inspirador de mujeres como Concepción Porras Arango demuestra que la inclusión y el empoderamiento son caminos hacia un futuro más equitativo y próspero para las comunidades rurales. Por esta razón, la historia de Concepción es una de las que especialistas en género de la AgriLac Resiliente, de CGIAR, ha documentado para impulsar cambios en amplias regiones de Latinoamérica, desde México hasta Guatemala y Honduras, región donde la agricultura sigue enfrentando desafíos significativos en términos de sostenibilidad y equidad.