El frijol se cultiva en prácticamente todo México, sin embargo, son ocho las entidades que producen tres cuartas partes de la producción nacional: Zacatecas, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Chiapas, Nayarit, Guanajuato y San Luis Potosí.
En Oaxaca se siembran en promedio unas 38 mil hectáreas al año, pero su rendimiento es bajo —únicamente se cosechan cerca de 700 kilos por hectárea—, por lo cual la leguminosa se produce básicamente para autoconsumo.
Los problemas que enfrentan los productores de frijol de temporal en regiones como Valles Centrales —que a nivel estatal ocupa el segundo lugar en superficie sembrada de frijol— son bajos rendimientos por falta de agua, densidades de siembra inadecuadas, fertilización inoportuna o deficiente, desconocimiento de los métodos de control de plagas y enfermedades, así como el bajo contenido de materia orgánica de los suelos —por la falta de incorporación de residuos de cosecha—.
Como respuesta a esta problemática el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, a través de la iniciativa MasAgro-Cultivos para México, impulsa la adopción de prácticas sustentables y, recientemente, estableció un ensayo en la localidad de San Miguel Tlanichico donde se evaluaron nueve variedades de frijol mejorado y siete materiales de frijoles nativos criollos con el objetivo de conocer su potencial productivo.
La variedad RB-200 alcanzó su madurez fisiológica a los 81 días, seguido de las variedades Criollo Delgado, Criollo Morado de San Miguel Tlanichico y Verdín, las tres con 82 días. Por el número de granos por planta destacaron las variedades Negro Guanajuato y Comapa; por el número de vainas por planta sobresalieron el Negro Guanajuato, Comapa y Criollo Morado de San Miguel Tlanichico; y por el peso de 100 granos destacaron las variedades Flor de mayo y Negro Otomí —lo que quiere decir que son granos más grandes—.
Con respecto al rendimiento, los materiales más rendidores fueron Comapa, seguido de Flor de Mayo y Negro Otomí (gráfica 1).
Cabe mencionar que el manejo agronómico para todas las variedades fue el mismo. Así, de todas las variedades evaluadas, dos no germinaron —Negro 8025 y Negro Primavera— y de tres no se obtuvieron rendimientos —Criollo Vaina Blanca, Criollo Tiltepec y Criollo Rojo de Guía— porque son de zonas con ciclos de lluvias más largos y el temporal de lluvia en la zona evaluada es muy corto.
Cabe mencionar que las variedades con mayor aceptación fueron Criollo Piñero y RB-200. Los productores mencionan que estas les gustaron por su precocidad y, sobre todo, por que su cocción es rápida y su caldo es negro espeso.
Independientemente de los criteriores que intervienen en la adopción de las variedades, la instalación de este tipo de trabajos es muy importante porque se muestran alternativas a los productores y abren la posibilidad de instalar parcelas que funcionen como módulos demostrativos o áreas de impacto para que más productores adopten prácticas sustentables y variedades acordes a sus propios gustos o necesidades.
Fuentes:
- Sangerman-Jarquín, D. M., Acosta-Gallego, J. A., Schwenstesius de Rindermann, R., Damián Huato, M. Á., & Larqué Saavedra, B. S. (2010). Consideraciones e importancia social en torno al cultivo del frijol en el centro de México. Revista mexicana de ciencias agrícolas, 1(3), 363-380.
- SIAP. (2020) Avances de siembras y cosechas. Resumen por cultivo. México: Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera.
- CEDRSSA. (2020). Mercado del frijol, situación y prospectiva. México: Cámara de Diputados-Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria.