
Las aflatoxinas son sustancias tóxicas generadas por ciertos hongos que afectan a cultivos como el maíz, especialmente en climas cálidos y húmedos. Esta contaminación invisible representa una amenaza grave para la salud humana y animal, además de causar pérdidas económicas a agricultores y ganaderos. En su constante búsqueda para hacer frente a este problema, investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) evaluaron, durante cuatro años consecutivos, una solución de biocontrol natural combinada con el uso de variedades adaptadas de maíz en regiones clave del noreste y sureste de México.
Los resultados son alentadores: el biocontrol AF36-Prevail® logró reducir entre 59 % y 89.9 % la presencia de aflatoxinas en los granos cosechados en parcelas ubicadas en los estados de Tamaulipas y Campeche —estados donde, desde 1990 se ha documentado la presencia de aflatoxinas—. Estas reducciones se observaron al comparar los niveles de aflatoxinas en parcelas tratadas con los de parcelas sin tratamiento, durante el periodo 2019-2022.
“El biocontrol combinado con germoplasma de maíz adaptado mejora la seguridad y la productividad, especialmente en regiones afectadas por el cambio climático”, señalaron los autores del estudio. “Esto representa una oportunidad concreta para reducir el riesgo para la salud y mejorar la calidad del grano en las zonas productoras del país”.
Las aflatoxinas son metabolitos altamente tóxicos producidos por hongos como Aspergillus flavus. Entre ellas, la aflatoxina B1 es la más peligrosa, con propiedades cancerígenas. Su consumo crónico, incluso en pequeñas dosis, puede causar daños severos.

El riesgo de contaminación por aflatoxinas ha aumentado en México debido a las condiciones climáticas extremas —como la sequía y las altas temperaturas— y a prácticas agrícolas o de almacenamiento inadecuadas. En estados como Tamaulipas, Campeche, Sonora, Sinaloa y Chiapas, se han detectado niveles preocupantes en granos de maíz y productos derivados tanto para consumo humano como animal.
La solución evaluada por el CIMMYT consiste en aplicar una cepa no tóxica del hongo A. flavus —AF36 Prevail®, utilizada desde hace más de 25 años en Estados Unidos— que compite en el suelo con las cepas productoras de toxinas y las desplaza. La investigación combinó esta tecnología con híbridos de maíz adaptados a las condiciones locales, seleccionados en conjunto con los agricultores por su buen rendimiento y tolerancia.
En total se recolectaron y analizaron 1 479 muestras de grano en 69 sitios de de los estados mencionados —en Tamaulipas, la etapa de madurez del cultivo coincide con altas temperaturas y precipitaciones, a diferencia de Campeche, que coincide con la sequía. Ambas condiciones climáticas favorecen el desarrollo del hongo A. flavus—. Los datos mostraron una reducción promedio del 66.5 % en los niveles de aflatoxinas en los campos tratados. En años particularmente secos, como 2021, el impacto fue aún mayor: las reducciones alcanzaron 76.3 % en Tamaulipas y hasta 89.9 % en Campeche.
Además de reducir la toxicidad del grano, los campos tratados mostraron menor incidencia de pudrición de mazorca y mejores rendimientos, lo que representa un doble beneficio para las y los productores. Algunos híbridos evaluados lograron mantener niveles de aflatoxinas por debajo del límite internacionalmente aceptado.
Este estudio respalda el potencial uso de AF36 Prevail® —mismo que fue importado con la aprobación de SENASICA, y utilizado en campo siguiendo un consenso con los agricultores— como una herramienta viable para el control de micotoxinas en México, y sienta las bases para avanzar en su registro y uso comercial. Asimismo, abre la puerta al desarrollo de cepas nativas mexicanas no aflatoxigénicas, con potencial de adaptarse aún mejor a los suelos y condiciones locales.
“La mitigación de las aflatoxinas requiere soluciones en todas las etapas del sistema agroalimentario”, explican los investigadores. “Y el biocontrol es actualmente la opción más efectiva, ecológica y segura para reducir esta amenaza en el campo”.
Con esta investigación, el CIMMYT reafirma su compromiso con la salud pública, la seguridad alimentaria y el bienestar de las comunidades rurales, apostando por la ciencia colaborativa y tecnologías sustentables para lograr una producción agrícola más sana, segura y resiliente.
Te invitamos a leer el estudio completo en: https://doi.org/10.1016/j.biocontrol.2025.105727