Porfirio Bastida es un productor de Valles Altos que gusta de compartir conocimiento con sus vecinos para mostrar la diferencia entre la agricultura tradicional y la AC.
Por: Paola López, Intensificación Sustentable para América Latina del CIMMYT.
2 de agosto de 2016.
Texcoco, Estado de México.- La Magdalena Panoaya, en el municipio de Texcoco, es un poblado que poco a poco ha dejado de ser agrícola debido a que los campos de cultivo se empiezan a llenar de casas y construcciones; “se siembran casas”, como dice Porfirio Bastida Olivares, productor del ejido La Trinidad, quien heredó de su padre el terreno que actualmente siembra con fines de autoconsumo. A pesar del avance de la mancha urbana en la zona, se cuenta con un clima templado y terrenos fértiles para la siembra de maíz, frijol, haba, avena, legumbres y forrajes como la alfalfa, y los agricultores en promedio cuentan con terrenos de una hectárea.
Porfirio ha dedicado toda su vida a la actividad agrícola, sembrando bajo esquemas de agricultura tradicional. Fue en el año 2000 que inició con la implementación de la agricultura de conservación (AC), gracias a asesoría del CIMMYT, “Me dijeron que con esto se ahorra la rastreada, barbecho, surcada, laboreo, y al ver que teníamos ahorros, hemos invertido ese dinero para comprar abono y fertilizante”. Al convencerse de esta forma de producción, se convirtió en un portavoz de la AC, entusiasmando a sus vecinos y conocidos para que se animaran a probar el esquema.
“Cuando yo empecé, decían que estaba loco, pero de las locuras sale algo bueno, ahora la gente dice “vamos a integrarnos con ese loco”. Yo le agradezco a mis compañeros que se han integrado con nosotros”, explica mientras que uno que otro avión, por la cercanía con el aeropuerto de la Ciudad de México, interrumpe la calma del lugar. Fue durante los inicios de MasAgro que estableció su parcela como módulo, con la finalidad de que “más gente viera hechos” y pudieran corroborar la diferencia entre la siembra tradicional y la AC.
Por eso le gusta organizar eventos demostrativos, trata de convencer a los asistentes de dejar el rastrojo sobre el terreno para que sirva como abono y no se les dé todo a los animales. “Si ve, todavía hay cañas de hace un año”, comenta, mientras mueve las plantas de maíz de su terreno para que podamos apreciar el rastrojo. Él calcula que al menos 80 personas han visitado el módulo.
Es así como conformó un grupo de nueve vecinos del poblado, que implementaron la AC y se reúnen para intercambiar experiencias, “estamos organizándonos para trabajar unidos”. Tal es el caso de Francisco Portuguez, quien conoce a Porfirio desde que ambos eran niños. “Vi su terreno la primera vez que sembró en AC y me sorprendió”, relata Francisco, “dije: eso no va a nacer, pero vi que levantó cosecha y la mazorca estaba buena”. Nos comenta que Porfirio es un entusiasta promotor de la AC y anima a la gente para que visite su módulo, en el cual, gracias a la asesoría del ingeniero Antonio Olvera, del Hub Valles Altos de MasAgro, se muestran tecnologías como variedades mejoradas y manejo agroecológico de plagas.
Manuel Sánchez Flores, otro de los vecinos “nacido y crecido” en el mismo lugar y que también conoce a Porfirio desde la niñez, nos relata que cuando su vecino inició con el sistema, tuvo sus precauciones, pero al ver que se tenían muchos ahorros con la AC, decidió emular el ejemplo de su compañero y cuenta en la actualidad con cuatro años bajo este esquema.
La unidad ha dado frutos y Porfirio y sus compañeros de la Magdalena Panoaya van a adquirir, gracias a la cooperación de todos, una sembradora para AC. “Eso nos da ánimos para seguir adelante con esta tecnlogía para bienestar de nuestras familias y conservación del terreno”, nos dice Porfirio para terminar la charla, pues es hora de seguir con sus labores en la parcela de maíz.