“Mirábamos que los suelos se nos estaban acabando. Cada año era más gasto porque cada ciclo era «échenle esto, y échenle esto otro», pero el problema era que no teníamos suelos, qué nos ganábamos con echarle cosa y media si no había suelos”, son palabras del señor Clemente Mora para ilustrar el proceso de deterioro de sus tierras debido a años de labranza convencional con continuo movimiento del suelo y considerables cantidades de agroquímicos.
El señor Clemente Mora y su hijo, Arturo, son productores de maíz de San José, municipio de Ixtlahuacán del Río, Jalisco. Ellos participan en el proyecto Abastecimiento Responsable, competitivo y sustentable de ingredientes de calidad que impulsa Grupo Bimbo con el soporte científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). A través de este proyecto se fomentan prácticas sustentables para regenerar los suelos y conservarlos, dándole valor a la producción sustentable a fin de mejorar las condiciones de vida de los productores.
El señor Clemente tiene más de 22 años de experiencia como productor y lleva alrededor de 10 años de cultivar haciendo mínima labranza: “A esto llegamos por los costos de producción. Se nos incrementó el diésel y con el ganado y el tipo de labranza se nos acabaron los suelos. Yo aprendí de mi hijo Arturo. Fue por insistencia de él que empezamos con prácticas de conservación. Antes el rastrojo era basura, nos estorbaba, pero ahora ya estamos muy metidos en esto”, comenta el productor.
“Actualmente estamos trabajando rotación de chía y maíz. La chía se siembra directo, sin disquear ni nada. Y con el maíz estamos usando una desmenuzadora para picar el rastrojo y que quede sobre la superficie, eso ayuda a que cuando llueve el agua no se nos vaya. El otro día aquí nos llovió dos pulgadas, una buena cantidad, y teníamos la sensación de que ahora sí iba a salir agua de la parcela, así que vinimos a ver y ni una gota, ni una gota salió, el suelo retuvo toda el agua. Y son suelos que tienen tres, cuatro años que no se mueven. En cambio, con los vecinos que sí prepararon la tierra, que sí la movieron, ahí está el agua saliendo. El año pasado, de hecho, aunque fue muy malo en lluvias, nosotros tuvimos rendimientos de 12 toneladas por hectárea”.
Además de conservar suelos y agua, las prácticas sustentables que implementan los productores que participan en el proyecto con Grupo Bimbo y el CIMMYT están orientadas a optimizar todo el sistema de producción: “En cero labranza es donde hemos tenido nuestros mejores rendimientos. La idea de este año es llegar a las 100 toneladas en esta parcela de 7 hectáreas. Estamos comparándola con un retazo de parcela donde sí se mueve el suelo, pero creo que no va a llegar porque los rendimientos con cero labranza andan de igual a un poco más que donde sí se mueve el suelo”, comenta el señor Clemente.
Otra de las ventajas de producir sustentablemente es que los costos de producción se reducen: “Ahorita estábamos haciendo la cuenta de que un vecino hace tres pasos de rastra de $800 a $900 por paso, más dos paso de subsoleo que sale de $1,000 a $1,200. Hicimos la cuenta de que eran aproximadamente como $5,000 por hectárea. Es una maquila no cara, no barata, sino promedio, pero con esta Agricultura de Conservación que hacemos nada de eso es necesario”, cuenta don Clemente.
Convencido de los beneficios de la producción sustentable, el señor Clemente inició su propia biofábrica de microorganismos con los que complementa su sistema de producción. Su intención, comenta, es apostar por una producción de mayor calidad y con menor impacto ambiental que sirva como ejemplo para otros productores: “Aquí hay productores que siguen cultivando igual que antes, es gente que tiene ganado y dice «yo cómo voy a perder mi rastrojo si tengo mi ganado» y ni siquiera se arriman a ver qué estamos haciendo, pero hay otros que sí preguntan, así ojalá cada vez haya más personas interesadas en este tipo de agricultura”, comenta.
Don Clemente y su hijo Arturo siguen abiertos a nuevos aprendizajes y, de la mano del continuo acompañamiento técnico que les ofrece el proyecto, siguen optimizando su sistema de producción. Actualmente tienen una población total de 85,500 plantas por hectárea en promedio. El 87% tiene de esas plantas tiene dos mazorcas (efecto de cuateo), lo que es muy bueno y difícil de conseguir. Estos resultados son muy positivos porque los convierte en un referente para otros productores de la zona y, además, se rompe la idea generalizada de que la Agricultura Sustentable no es productiva.
Con respecto a la comercialización, el productor comenta que antes de participar en el proyecto de Grupo Bimbo y el CIMMYT, “la producción se la entregábamos a una acopiadora, luego a un granjero de por acá que pagaba más o menos, luego se disparó el precio, pero que ya se lo dimos así porque no tenemos donde guardarlo. La “coyoteada” ha sido un gran problema porque en lugar de que te den precio justo tratan de pagarte lo menos. Y este maíz va de muy buena calidad porque las tierras están muy limpias, pero pues eso las acopiadoras no lo ven, incluso si llega un viaje muy malo dicen «échalo ahí con lo que sí está muy bueno porque así todo pasa por bueno». Por eso estamos entusiasmados con este proyecto”.
Al darle valor a la producción sustentable y al fomentar una cadena de valor más justa, proyectos como este no solo benefician a agricultores como el señor Clemente y su hijo, sino también a toda la sociedad ya que esta puede disponer de productos que, desde su origen, han sido cultivados sustentablemente y con los mayores estándares de calidad. Estos son los beneficios de impulsar una agricultura orientada a la conservación y regeneración de los recursos naturales.