“No es nada más lo que vemos de la planta, sino también la parte que no vemos, los procesos que ocurren dentro del suelo y una raíz fuerte es un buen indicador de la salud del suelo”, dice el equipo técnico del Hub Pacífico Sur mientras muestran las vigorosas raíces de una planta de maíz en una de las parcelas en donde brindan acompañamiento técnico en San Andrés Andúa, Oaxaca.
“En esta parcela estamos evaluando diferentes tecnologías, entre ellas altas densidades, manejo integral y biológico de enfermedades y plagas y, lo principal, estamos haciendo un mejor manejo del suelo implementando labranza vertical, incorporando rastrojo y haciendo fertilización fraccionada. Además, para mejorar sus propiedades, estamos incorporando microorganismos para contribuir a la disponibilidad de nutrientes. La finalidad es que tengamos un equilibrio que nos permita disminuir el uso de pesticidas y aportar también un grano sano para el consumo”, explican.
Para el equipo del Hub Pacífico Sur, el suelo no es solo un recurso más, sino un legado invaluable. “Nuestro suelo es lo único que podemos tomar como una herencia que nos puede durar muchos años, generaciones, si lo cuidamos bien, si hacemos las prácticas correctas”. Este principio guía las acciones en la parcela demostrativa, donde la medición de las propiedades físicas y químicas del suelo permite ajustar una nutrición balanceada según las etapas de desarrollo de las plantas.
El impacto visual de la parcela, con cultivos robustos y suelos saludables, es también un mensaje poderoso para otros agricultores de la región. “El objetivo es poner parcelas demostrativas, es decir, módulos y áreas de extensión en zonas estratégicas para que los productores de alrededor las vean y también se animen a implementar prácticas sustentables que cuiden el suelo”, añaden.
Las prácticas sostenibles no solo mejoran la fertilidad del suelo, sino que también optimizan el uso del agua, un recurso cada vez más escaso. “Al ir incorporando materia orgánica, al mantener una cobertura de rastrojo, estamos aportando nutrición y estamos también haciendo que el uso del agua sea más eficiente. Estos ciclos hemos tenido poca lluvia y, cuando eso ocurre, pues ahí tenemos guardada el agua gracias al buen manejo del suelo y a la cobertura con rastrojo”, señalan. Esta resiliencia también se manifiesta frente a lluvias intensas: “Si nos llueve demasiado, tenemos un suelo sano con un buen proceso de infiltración que nos permite que el cultivo no tenga problemas de asfixia en las raíces”.
La importancia de las raíces no pasa desapercibida en estas parcelas. De acuerdo con los técnicos, las prácticas convencionales, como el barbecho continuo, pueden limitar su desarrollo debido a la compactación del suelo. “Con la labranza vertical roturamos hasta 60 o 70 centímetros para descompactar y propiciar que las raíces alcancen mayor profundidad porque, cuando se desarrollan más, absorben más y de mejor forma los nutrientes”.
El Hub Pacífico Sur, parte de una red nacional de nodos de innovación impulsada por el CIMMYT y sus colaboradores, es un modelo de innovación que conecta ciencia, tecnología y colaboración para transformar la agricultura. A través de plataformas de investigación, parcelas demostrativas, y el acompañamiento técnico de especialistas, los hubs impulsa la adopción de prácticas agrícolas que generan beneficios económicos, ambientales y sociales.
El productor está contento porque “la relación beneficio-costo con prácticas sustentables es mejor, se gana más, se produce más grano por hectárea y se tiene un mejor suelo”, concluyen los técnicos, destacando el impacto tangible de las prácticas sostenibles. Con ejemplos como este, los hubs se posicionan como impulsores de innovación que inspiran a las comunidades rurales hacia una agricultura más resiliente y sustentable.