Las mujeres también reciben capacitaciones para aprender a cuidar a las aves de enfermedades, y su papel es fundamental para gestionar el conocimiento y aplicarlo, diversificar la dieta y lograr la seguridad alimentaria de las familias de comunidades en Guatemala, por lo que se implementaron minigranjas de aves criollas para que puedan consumir huevos y carne.
Por: Ana Christina Chaclán, enlace de comunicación del Proyecto Buena Milpa Guatemala.
Guatemala.- Un componente del Proyecto Buena Milpa Guatemala es la diversificación de las dietas para impulsar el bienestar de las familias del país. “Durante el primer año de trabajo, recibimos 15 aves; algunas sirvieron para consumo familiar y otras las vendimos, y con las ganancias compramos otros pollos. Nos han enseñado a preparar concentrados con cáscara de huevo, hueso, maíz, frijol y sal, que además de ser más nutritivos que el concentrado comercial, nos evitan gastos”, dice María Tzoy Tojin, de Santa Lucía La Reforma. “Con los concentrados hechos en casa, las aves crecen más y tienen más carne”, añade Antonia Joj Tuluxan.
Las mujeres también reciben capacitaciones para aprender a cuidar a las aves de enfermedades, y su papel es fundamental para gestionar el conocimiento y aplicarlo, diversificar la dieta y lograr la seguridad alimentaria de las familias de comunidades en Guatemala, por lo que se implementaron minigranjas de aves criollas para que puedan consumir huevos y carne. Además, se ha dado acompañamiento a los productores en temas de elaboración de concentrados caseros y jarabes para el sock, una gripe que afecta a las aves.
Varias productoras cuentan que habían tenido problemas con la crianza de pollos, ya que muchos se morían a causa de enfermedades como el sock. “He recibido capacitaciones para elaborar medicinas y concentrado casero para asegurarme de que mis aves estén en buen estado. Antes sólo mantenía cuatro, porque se morían, pero cuando recibí los 15 pollos de la colaboración Asociación CDRO-Proyecto Buena Milpa Guatemala, y ellos me enseñaron a cuidarlos, empecé a ver los cambios”, comparte Olivia Ixchop Chun, productora de la aldea Chinimabe, Momostenango.
Petrona Sontay, quien recibió aves criollas hace dos años, cuenta que para ella el acompañamiento técnico ha sido de mucha ayuda porque ahora ya sabe cómo cuidar a los pollos, qué alimentos darles y cómo curarlos de las enfermedades. “Con mi hija, vendo los pollos destazados en Xela, y eso nos trae más cuenta, porque nos pagan hasta Q110 por gallina; en cambio, en el mercado local la gente sólo me quiere pagar Q60”, señala Sontay. Las minigranjas de aves criollas permiten que las familias diversifiquen sus dietas y consuman proteína. Además, pueden constituirse como una fuente de ingresos rentable para las familias, que deben estar dispuestas a aprender a manejar sus pequeñas granjas y a aplicar lo aprendido.