El MC Ramón Aguilar García expuso ante productores los beneficios de esta técnica en el Foro Regional del Norte de Guanajuato “Sistemas de Producción para Aprovechamiento de Agua del Semiárido”.
Por: Ramón Barrera, divulgación MasAgro Guanajuato.
12 de septiembre de 2018.
San Luis de la Paz, Gto.- Cerca de 200 asistentes, entre productores, técnicos y estudiantes del norte del estado, participaron en el evento realizado en el Sitio Experimental Norte de Guanajuato (Sengua), organizado por MasAgro Guanajuato. El evento contó con la participación de los productores Aquileo Vázquez, José Luis Macías, Alejandro González y Juan Montoya, quienes expusieron sus experiencias en rotura vertical y cosecha de agua. Además, los asistentes realizaron un recorrido de campo para intercambiar conocimientos.
Don Aquileo Vázquez, productor de San Miguel de Allende, compartió que antes cosechaba 400 kg en temporal, pero —gracias a que implementó rotura vertical, curvas de nivel, aplicación de compostas y fertilidad integral— ha alcanzado las 54 toneladas en temporal. Por otro lado, antes cosechaba 4 toneladas en riego, y hoy —gracias a la innovaciones adaptadas y promovidas por MasAgro Guanajuato— ha logrado 16 toneladas por hectárea.
Durante su intervención como anfitrión de este encuentro, el MC Ramón Aguilar García, investigador del Sengua del INIFAP, resaltó que previo a la siembra directa y después del diagnóstico in situ del terreno, la técnica de rotura vertical representa una alternativa de labranza de conservación, la cual se puede realizar de manera motorizada o con tracción animal. Además, consideró que esta tecnología debe ser un instrumento de política pública que sirva para solucionar problemas en el semiárido de la entidad.
Al sustentar la ponencia “Agua para sistemas productivos de alta siniestralidad en el semiárido guanajuatense”, el MC Aguilar García dijo que la sequía —entre otras interacciones físicas, químicas y biológicas— altera la estabilidad del suelo, lo cual repercute de manera negativa en la producción de cultivos, disminuyendo la rentabilidad, el rendimiento y la calidad del producto. Por ello, el INIFAP trabaja la rotura vertical desde hace más de 30 años; técnica que sustituye al barbecho convencional y que está diseñada para ser aplicada en suelos semiáridos.
Al adoptarse dicha técnica, se alcanzan varios propósitos, entre los que se encuentran un menor consumo de combustible al usar la maquinaria, mitigación de la erosión y mayor actividad meso y microbiológica, entre otros beneficios.
Lo más trascendente desde el punto de vista hídrico, especialmente en una región semiárida con desmesurada extracción de agua subterránea, es la captación progresiva de agua de lluvia.
El investigador también advirtió acerca de los riesgos que existen en el semiárido del estado a consecuencia de la sobreexplotación de los acuíferos: “esas 80,200 hectáreas de riego en el norte de Guanajuato tienen las horas contadas; las 244,000 de temporal, también. Aquí en el norte tan sólo 1.068 millones de hectáreas son de agrostología, que es actividad pecuaria. Lo dije al inicio, lo que hemos generado en este campo no solamente es para ese millón de hectáreas, le queda chiquito, es para alrededor de 40 millones de hectáreas de semiárido que hay en el país. Yo he insistido en que debe ser instrumento de política pública, y este tipo de foros es para eso: cómo podemos hacer este tipo de sinergias, especialmente que se vayan apropiando paulatinamente de esta técnica”.Habló de que la rotura vertical tuvo su origen en 1978 en la zona central de Tamaulipas; sin embargo, a partir de 1990, el tema se intensificó y se cristalizó en el Sitio Experimental Norte de Guanajuato. “En esencia, la rotura vertical o cinceleo es una técnica de laboreo del suelo que consiste en aflojar el terreno, pero sin invertir el prisma sintéticamente; sus especificaciones son previo diagnóstico in situ del terreno, profundidad de 20 a 40 cm y separación entre líneas de 40 a 60 cm”. Y descartó que la rotura vertical sea sinónimo de hipermotorización y mecanización, porque se puede hacer con lo que se disponga en cada unidad de producción, incluso, con tracción animal.
Para concluir, expuso que quien se inicia en la rotura vertical debe entender y desarrollar tres atributos: el agua debe entrar al perfil edáfico rápido y profundo, el suelo debe retener la mayor cantidad de agua posible y el suelo debe ceder la mayor cantidad de agua al menor esfuerzo de la masa de raíces que lo explora; el último es el principio más difícil de lograr, pero es factible.
Reiteró que la rotura vertical, como propedeútico para la siembra directa —y más—, tiene un soporte de investigación y adecuación tecnológica superior a 39 años, y debe aplicarse como instrumento de política pública.
Atestiguaron este evento Rito Vargas Varela, subsecretario para el Desarrollo de la Competitividad Agroalimentaria de la SDAyR; Francisco Becerra, director de Innovación Tecnológica Agrícola; y Erick Ortiz Hernández, gerente de MasAgro Guanajuato.