El principal objetivo de la agricultura es obtener alimentos de buena calidad de forma sustentable para el autoconsumo o la comercialización. La diversificación de cultivos mediante la rotación es una forma de acercarse a este objetivo. Además, al rotar cultivos se contribuye a solucionar diversos problemas, como la pérdida de fertilidad del suelo o infestaciones por plagas y enfermedades en el plano agronómico, y el incremento de la seguridad alimentaria de las familias productoras.
El concepto de rotación de cultivos se refiere a la práctica de cultivar más de un tipo de cultivo de forma rotativa en una misma superficie durante el ciclo productivo (primavera-verano y/o otoño-invierno). La importancia de esta práctica radica en que así es posible obtener más de un producto en los periodos de cultivo y aprovechar los momentos en los que el cultivo principal no está generando producción. Esto es muy útil para la economía de los productores.
Además, entre los principales beneficios de la rotación de cultivos se encuentra la fijación de nitrógeno, la optimización del gasto, la protección del suelo, el aumento de la infiltración y retención de agua, la reducción del uso de pesticidas, el aumento de la producción, la reducción de la incidencia de pudrición de mazorcas, y el incremento de la actividad biológica del suelo.
Recientemente, debido al aumento de los costos de los fertilizantes nitrogenados se ha producido un renovado interés por la rotación de cultivos como una fuente de nitrógeno. Y es que esta práctica permite recuperar y mantener la fertilidad del suelo. Las leguminosas, por ejemplo, ayudan a reponer los niveles de nitrógeno en las parcelas y plantas como el cempasúchil apoyan en la solubilización del fósforo —es decir, ayudan a que se disuelva y sea aprovechado por las plantas—.
Con esta práctica hay beneficios adicionales, pues es posible aumentar la biomasa —materia orgánica que se genera tras un proceso biológico, como los residuos de la cosecha, por ejemplo—, misma que puede contribuir a disminuir la presencia de malezas, bajando así las dosis o eliminando el uso de herbicidas.
Otro efecto de la rotación es que, gracias a los diferentes sistemas de raíces de las plantas empleadas se pueden mejorar las condiciones del suelo —reduciendo la compactación e incrementando la infiltración, por ejemplo—. Esto también tiene un efecto positivo en la biodiversidad de los microoganismos que viven en el suelo y que, a su vez, apoyan las funciones del mismo y la salud de la planta.
La inclusión de diferentes tipos de cultivos es una efectiva forma de controlar enfermedades y plagas: cuando se incluye un cultivo que no es susceptible a una determinada plaga o enfermedad, se reduce el inóculo —microorganismos o sus partes, como esporas, que pueden provocar la infección o contaminación— presente en el suelo, ya sea por carencia de alimento, depredación o deterioro natural. Así, por ejemplo, con relación a los problemas de enfermedades de la mazorca en el cultivo de maíz, el girasol o el cempasúchil son una buena opción para reducir estos problemas.
Para comenzar con esta práctica es importante tener la parcela ya acondicionada y tener un plan de cultivo. La secuencia de establecimiento de cultivos a largo plazo debe determinarse antes de que el plan entre en acción —todo plan de rotación de cultivos que se maneje deberá ser lo suficientemente flexible para mantener al mismo tiempo la salud del suelo y la economía del sistema de producción agrícola—. Por norma general, leguminosas y gramíneas se van alternando para reponer nutrientes y evitar la consolidación de plagas.
Aunque cada agricultor puede establecer los cultivos que más se adapten a sus condiciones, en diferentes regiones de Oaxaca, Chiapas y Campeche se han establecido diversos cultivos en rotación o en asociación al maíz con buenos resultados para la región, entre ellos: canavalia (Canavalia sp.), dólicos (Dolichos lablab), chícharo gandúl (Cajanus cajan), girasol (Helianthus annuus), cempasúchil (Tagetes erecta), frijol mungo (Vigna radiata) y otras vignas locales, ibes o patashete (Phaseolus lunatus L.), bótil o ayocote (Phaseolus coccineus), trigo (Triticum), triticale (×Triticosecale), haba (Vicia faba) y frijol (Phaseolus vulgaris).
En suma, la rotación de cultivos tiene un impacto positivo sobre la salud del suelo, pero también sobre la nutrición de las familias productoras ya que la variedad de leguminosas, por ejemplo, contribuye a una dieta más completa y nutritiva debido a los altos niveles de proteína y otros nutrientes que aportan. Por supuesto, la rotación de cultivos también beneficia a los productores que cuentan con ganado, porque la dieta de los animales también se ve enriquecida.
Esta información forma parte de la Campaña de sensibilización sobre inocuidad alimentaria y micotoxinas, que se desarrolla en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, desarrollado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).