El cambio climático está afectando todos los aspectos de la producción de alimentos. La variabilidad de las precipitaciones y un aumento en la frecuencia de sequías e inundaciones tienden a reducir los rendimientos en los cultivos. Además, factores como el crecimiento de la población, la reducción de los recursos naturales y la migración de personas a zonas urbanas representan desafíos notables a la producción de alimentos.
Ante estos desafíos es urgente consolidar sistemas agroalimentarios sustentables, rentables y eficientes. En este sentido, los avances tecnológicos, como la integración de sensores y tecnología de la información, representan una vía para optimizar diversas tareas agrícolas. Aquellas tareas que suelen ser repetitivas y en patrones, por ejemplo, pueden ser automatizadas utilizando sensores especializados como la visión artificial, sistemas de posicionamiento global (GPS), laser, entre otros.
En este contexto, actualmente el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y la Universidad Autónoma Chapingo —a través del doctor Noé Velázquez López y su equipo de trabajo— colaboran en el desarrollo de herramientas innovadoras para la agricultura, específicamente en la validación en campo de un robot agrícola para automatizar el proceso de siembra.
La siembra es una de las tareas fundamentales dentro del ciclo agrícola de los cultivos. Las herramientas disponibles para realizarla son variadas y han evolucionado significativamente en los últimos años a la par de herramientas digitales como bases de datos y redes de información que han aumentado su eficiencia y precisión. El uso de robots ofrece diversas ventajas para esta tarea.
“El trabajo se encuentra en una etapa temprana por lo que el guiado la realiza una persona manipulando un control remoto, sin embargo, se pretende que en una fase futura se integre un mapa virtual con recorridos definidos según la parcela a trabajar”, detalla el equipo de investigadores que, en días pasados, realizó la siembra de maíz en instalaciones del campo experimental el Batán, en donde se utilizaron dos robots guiados mediante control remoto, cada uno con su respectivo equipo de siembra.
Durante las evaluaciones en campo se busca recopilar datos que posteriormente permitan analizar el desempeño de los diferentes componentes de la tecnología, como la autonomía en campo, la precisión en la entrega de semillas por parte de los sistemas de dosificación, la profundidad de trabajo y la velocidad. “Estas evaluaciones continuas permitirán seleccionar y/o mejorar los componentes para que el robot y la sembradora desempeñen bien su tarea en una amplia gama de condiciones”, comentan los investigadores.
Dentro de las ventajas de contar con estas nuevas herramientas destaca que los robots pueden ser guiados desde un ordenador o control remoto (sistemas semiautónomos), pueden trabajar continuamente sin necesidad de descanso y llegar a áreas de difícil acceso para máquinas convencionales, como terrenos con pendientes o caminos angostos para tractores de cuatro ruedas.
Además, a diferencia de la intervención humana, la calidad del trabajo de un robot agrícola no se modifica debido a una carga de trabajo continua, no hay compactación del suelo porque se trata de máquinas de bajo peso y cultivos como el maíz pueden establecerse en patrones. Esto ayuda a automatizar procesos como la siembra, el control de malezas, plagas y enfermedades, e incluso la cosecha. Finalmente, el almacenamiento de información ayuda a tomar mejores decisiones y a actuar de manera oportuna, así como optimizar el uso de recursos.