Doña Lola fue una agricultora ejemplar del municipio de Teúl de González Ortega, en Zacatecas. En su comunidad, La Lobera, ella fue la primera en adoptar e implementar Agricultura de Conservación, pero no solo eso, su convicción y compromiso fueron determinantes para que otros productores de la zona adoptaran las prácticas sustentables de MasAgro (hoy MasAgro-Cultivos para México).
Cuando en 2014 los ingenieros llegaron a La Lobera para proponer una nueva forma de hacer agricultura nadie se animó, solo ella lo hizo: “Cuando los ingenieros doblaron sus cosas (para irse) yo me quedé pensando: vienen con tanta voluntad, estudian tanto y para que vengan acá a dárselo a la gente que no tiene, analfabeta, que no sabemos nada, y que les digan «no, aquí no queremos nada, váyanse». Ya se iban a ir y les dije: «no se vayan, yo tengo un pedazo de tierra; vamos, yo les voy a dar un pedazo de tierra»”. Y así, gracias a doña Lola, la agricultura en La Lobera comenzó a cambiar.
Además de que los otros productores comenzaron a ver los buenos resultados en la parcela de doña Lola, ella, convencida de la nueva forma de cultivar la tierra, se convirtió en una incansable promotora de la Agricultura de Conservación: “Yo les dije: tenemos que levantar este rancho, trabajar para que la gente viva, para que no se vaya y esté feliz en su tierra”. Y así, La Lobera incrementó notablemente el número de productores trabajando Agricultura de Conservación.
Muy probablemente doña Lola no imaginó en ese momento que su apuesta por una mejor agricultura cambiaría vidas, pero así fue porque, finalmente, las innovaciones en el campo benefician a las familias productoras y por eso es que sin ella sería imposible entender el éxito de la Agricultura Sustentable en su localidad (y en otras localidades de la zona porque solidariamente asistía a diversos foros donde brindaba su testimonio sobre la pertinencia de la Agricultura Sustentable).
Hoy, ante su partida, se le recuerda como esa agricultora tenaz que miraba con entusiasmo el paisaje de la sierra y contaba, al pie de su parcela, cómo migró a Estados Unidos y después de 30 años de estar allá regresó para reencontrarse e impulsar el campo que la vio nacer. Gracias doña Lola. Descanse en paz.