Villagrán, Gto.- La quema de residuos agrícolas (rastrojos) en el estado de Guanajuato está regulada por la Norma NTA-IEE-005/2007 que establece las especificaciones para su gestión integral así como la prevención y control de la contaminación generada por su manejo inadecuado. Entre sus disposiciones, de hecho, destaca que la Agricultura de Conservación es recomendable para reutilizar los residuos de cosecha y evitar así las quemas agrícolas.
A pesar de los avances en términos normativos, las quemas siguen siendo una práctica común en municipios como Irapuato, Salvatierra, Salamanca, Pénjamo, Tarimoro y Abasolo (Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial de Guanajuato, 2020), donde los productores queman para preparar rápidamente el suelo —por más de 40 años ha predominado una labranza convencional que incluye quemas y el movimiento continuo del suelo, favoreciendo la compactación que afecta el drenaje de las parcelas y el crecimiento de las raíces—.
Las quemas agrícolas han contribuido al deterioro de la cubierta vegetal, han empobrecido las tierras de cultivo —se estima que el contenido de materia orgánica de los suelos de la zona es menor al 2%— y han hecho que la dependencia a los fertilizantes químicos sea mayor. Además, afectan la salud pública porque exponen a la población aledaña a los contaminantes e incluso llegan a afectar la visibilidad en las carreteras de la zona debido a la alta concentración de contaminantes en temporadas específicas del año.
En el estado de Guanajuato la Agricultura de Conservación es una opción para reducir la quema de residuos de cosecha, ahorrar agua y disminuir los costos de producción —al dejar el rastrojo se crea una cobertura natural que protege al suelo de la erosión, reduce la pérdida de agua por evaporación, aumenta la capacidad de retención de humedad, disminuye la compactación, mejora la filtración de la humedad, promueve procesos biológicos y permite recuperar la productividad del suelo—. Además, en las parcelas con riego permite tener los dos cultivos anuales sin desfase en las fechas de siembra que pueden ocurrir por la preparación del terreno.
A pesar de sus amplios beneficios, entre algunos productores aún existe la creencia de que la producción disminuye al implementar Agricultura de Conservación. Para mostrar con resultados los verdaderos efectos de este sistema sustentable, en la plataforma de investigación Villagrán —instalada en 2014 y donde colaboran el Parque Agro tecnológico Xonotli, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), el despacho Consultores y Asesores para la Sustentabilidad Agrícola (CyASA) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se evalúan diferentes prácticas de labranza en maíz y trigo.
Al comparar el rendimiento en la plataforma entre 2017 y 2019 (figura 1), por tomar un ejemplo, se observó que los mejores rendimientos se obtuvieron con Agricultura de Conservación, tanto en maíz como en trigo. Esto es, la Agricultura de Conservación permitió obtener 1.92 toneladas por hectárea (t/ha) más en maíz y 0.43 t/ha más en trigo en comparación con la labranza convencional —también se comparó con un sistema híbrido que consiste en preparar de manera convencional en otoño-invierno y hacer siembra directa en primavera-verano—.
La Agricultura de Conservación permitió tener ahorros de $4,000 por hectárea en cada ciclo de producción: con este sistema se reducen las labores de labranza (solo se reforman camas), limitando el paso del tractor y reduciendo el tiempo de operación de la maquinaría. Además, el mínimo movimiento permite cambiar paulatinamente la estructura del suelo, favoreciendo la aireación, mejorando el control de malezas, el desarrollo y la productividad de los cultivos.
La condición del suelo al comparar Agricultura de Conservación con labranza convencional es contrastante, ya que sin rastrojo el suelo se agrieta por la pérdida de agua y esto limita la aireación de las raíces —la presencia de grietas es una característica de los suelos tipo vertisol, pero con Agricultura de Conservación se puede disminuir—.
Con la adición de los residuos de cosecha, a mediano plazo, se pueden mejorar las reservas de nutrientes en el suelo. Ya que esto implica un mejoramiento de la fertilidad del suelo, se puede realizar un ajuste en la dosis de fertilización química, reduciendo aún más los costos de producción y disminuyendo la dependencia a estas fuentes.
Cabe mencionar que la Agricultura de Conservación no es exclusiva para grano; en la plataforma de investigación, por ejemplo, también se ha establecido calabacita con riego por goteo —un cultivo altamente rentable para la zona— y se han obtenido resultados muy favorables.
Si algún productor de la zona está interesado en conocer más sobre los beneficios del manejo de rastrojos, puede acudir a la plataforma de investigación, ubicada en Parque Agro tecnológico Xonotli, carretera Mexicanos-Santa Rita Km. 2, Villagrán, Guanajuato.
Fuentes
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Arreola-Tostado, J. M., Hernández-MArtínez, M., García-Silva, R., Pons-Hernández, J. L., & Fregoso-Tirado, L. E. (2006). Labranza de conservación: alternativa tecnológica para darle sostenibilidad al sistema de producción de granos en Guanajuato. Ideas CONCYTEG, 1(15), 6.
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CCA. (2014). La quema de residuos agrícolas: fuente de dioxinas. Comisión para la Cooperación Ambiental.
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Mandujano Bueno, A. (2015). Diagnóstico regional y técnico. Plataformas Experimentales MasAgro Guanajuato. Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
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PAOT presenta los primeros resultados de la campaña Quema de Esquilmos. (2020). Gobierno del Estado de Guanjuato.