El avance del cambio climático incrementará en todo el mundo el riesgo de incendios forestales devastadores en las décadas por venir, señala el estudio “Propagándose como un incendio forestal” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) donde se proyecta que esos fenómenos se incrementarán un 30 % para 2050 y más de un 50 % para fin de siglo.
De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, casi la totalidad de los incendios forestales en México son provocados por actividades humanas y un poco más del 30 % de estos se produce por actividades agropecuarias, siendo las quemas agrícolas una de las principales causas.
Además de la afectación al medioambiente, los incendios tienen un costo social muy alto: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que en México los incendios son responsables del 31 % de los desastres en el país y ocasionan cerca del 27 % de la totalidad de la mortalidad asociada (humo, gases tóxicos, etcétera).
El registro histórico indica, además, que durante la década de 2010 a 2020 cerca de 100 personas perdieron la vida combatiendo incendios forestales (esto sería un promedio de 10 personas por año), por lo que es urgente minimizar el riesgo de incendios forestales en distintos frentes. En el terreno agrícola, la adopción de prácticas de agricultura sustentable contribuye no solo a combatir el cambio climático, sino también a reducir la posibilidad de incendios que ponen en riesgo vidas humanas.
“Yo ya no quemo porque se pierde la materia orgánica y se contamina. Aquí en la comunidad eso es constante, cada que alguien tira su guamil (tierra que estaba en descanso) o roza, quema la vegetación seca y no, no debe ser así porque estás dejando pobre a la tierra”, comenta Alan Brian Ríos, un productor de maíz de San Pedro Pochutla, Oaxaca, quien a través de los proyectos que promueve el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) aprendió a trabajar con agricultura de conservación.
La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable que permite reducir los costos de producción, mejorar las condiciones del suelo, optimizar el consumo de agua, entre otros beneficios. Uno de sus componentes básicos es la cobertura del suelo con residuos de la cosecha anterior. Aprovechar los residuos (conocidos como rastrojos, paja, cañuela, etc.), en lugar de quemarlos, permite nutrir y proteger el suelo contra la erosión.
“Ya no quemamos la cañuela, ahora la dejamos sobre la tierra para que la abone y ya luego sembramos. Y nos ha dado resultado, ahí se ve. En donde no se deja la cañuela la matita está muy chiquita, no produce mucho el frijolito, pero donde tiene cañuela crece y ahí da más. Ya no es como antes que la juntábamos y a echarle lumbre porque según que estorbaba. Ahora cuando vemos a muchachos juntándola para sacarla les enseñamos esta parcela”, comenta Bernarda Ojeda, productora de Oaxaca.
Los incendios forestales extremos suelen ser devastadores para la biodiversidad y para las personas, particularmente para aquellos que los combaten. También aceleran el cambio climático y, como señala el PNUMA en su informe, afectan de manera desproporcionada a los países más pobres del mundo, con impactos que se prolongan mucho tiempo después de que el fuego se apaga.
En el marco del Día Internacional del Combatiente de Incendios Forestales (4 de mayo) hacemos un recordatorio de cómo, con acciones simples como dejar el rastro sobre la superficie de las parcelas, se puede contribuir al cuidado del medioambiente y, además, a disminuir los riesgos de incendios forestales, reduciendo también las posibilidades de pérdidas de vidas humanas.