Guanajuato.- En Guanajuato la quema de los esquilmos o rastrojos de los cultivos provoca graves daños a la salud y el medioambiente; además, es un delito que se castiga con multas. La Secretaría de Desarrollo Agroalimentario y Rural (SDAyR), a través del programa MasAgro Guanajuato, orienta y apoya a los productores para que aprovechen el esquilmo a su favor y lo reutilicen para restaurar la fertilidad del suelo.
MasAgro Guanajuato cuenta con un equipo especializado en prácticas sustentables que capacita a los productores en técnicas de siembra y manejo de fertilizantes nitrogenados. Con estas capacitaciones, se busca eliminar las quemas de rastrojos. Este es el punto principal de la estrategia No Quema ―implementada en la zona sur de Pénjamo y enmarcada dentro del mismo programa―, con la que se han dejado de quemar más de 1,000 hectáreas en el ciclo agrícola primavera-verano 2019.
La estrategia consiste en la regionalización de la zona con mayor incidencia de quemas agrícolas mediante el uso del sensor MODIS ―de la Comisión Nacional para el Uso de la Biodiversidad (Conabio)―, el cual permite identificar zonas críticas de quema. Después de identificarlas (y antes de que ocurran las quemas), se da apoyo acercando equipos de maquinaria —como rastrillos, reformadoras, desmenuzadoras, sembradoras y fertilizadoras especializadas— para que los productores puedan manejar el rastrojo después de la cosecha.
En meses próximos, esta estrategia de MasAgro Guanajuato se implementará en dos zonas nuevas de Pénjamo y en la región Ciénega Prieta del municipio de Yuriria. Los objetivos son los mismos: eliminar las quemas de rastrojos, restaurar los suelos agrícolas de Guanajuato y crear sistemas agroalimentarios sostenibles y rentables para los productores.
La SDAyR, a través de MasAgro Guanajuato, promueve el desarrollo de capacidades para que los productores tomen conciencia de los amplios beneficios de mantener el rastrojo como cobertura del suelo (protección del suelo contra la erosión de la lluvia y el viento, incremento de la materia orgánica y la fertilidad del suelo ―los sobrantes del cultivo se descomponen y se convierten en abono para la próxima siembra―, apoyo en el control de malezas ―se forma una capa que evita que estas crezcan totalmente―, mejora de la infiltración del agua y reducción de la pérdida de agua por evaporación, entre otros).