El cambio climático global representa una amenaza existencial para muchos de los agricultores más vulnerables del mundo, introduciendo nuevas tensiones y amplificando la imprevisibilidad y el riesgo inherente a la agricultura. En los países de ingresos bajos y medianos que dependen en gran medida de la producción nacional, este aumento del riesgo e imprevisibilidad amenaza con consecuencias desastrosas para la seguridad alimentaria y el bienestar de las poblaciones rurales y urbanas por igual.
Teniendo en cuenta lo que está en juego, se han realizado inversiones sustanciales para desarrollar cultivos resistentes al clima. Pero ¿qué sucede cuando las innovaciones ampliamente consideradas beneficiosas no ganan terreno entre aquellos que más perderán por la inacción? ¿Qué pueden hacer los investigadores, los representantes políticos y los donantes para garantizar que las poblaciones rurales más vulnerables no pierdan los beneficios?
Estas son las preguntas planteadas por una nueva revisión en coautoría de Kevin Pixley, subdirector general interino de investigación y alianzas y director del Programa de Recursos Genéticos en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
El documento se basa en un análisis descriptivo de 202 estudios de los últimos 30 años que evalúan los factores determinantes de la adopción de cultivos resilientes al clima por parte de pequeños productores en países de ingresos bajos y medianos. Estos se identificaron mediante un extenso proceso de búsqueda y selección de múltiples bases de datos académicas y fuentes de literatura gris, y se seleccionaron de un grupo inicial de más de 6,000 artículos.
Un balance
Los autores identificaron intervenciones que determinan la adopción en la literatura encuestada. Un tema clave que surgió fue la necesidad de apoyo técnico y financiero sensible al contexto para la adopción de cultivos resistentes al clima. Casi el 16% de los estudios encontró que la adopción dependía del acceso a los programas de extensión relevantes. Alrededor del 12% identificó el acceso al crédito y otros instrumentos financieros como elementos clave, mientras que otro 12% identificó la implementación de programas comunitarios de apoyo a cultivos resilientes al clima como un factor determinante.
Sin embargo, el estudio enfatiza que no existe una solución única para todos. La mayor adopción de innovaciones agrícolas resilientes al clima dependerá de que las intervenciones estén informadas del contexto. Por ejemplo, la revisión muestra que aunque algunos estudios identificaron a los agricultores de mayor edad como más reacios a adoptar nuevas tecnologías, un número igual de estudios encontró lo contrario.
Además, la revisión identificó oportunidades importantes para futuras investigaciones. Los enfoques basados en el género, por ejemplo, siguen siendo un punto ciego en la literatura. La mayoría de los estudios revisados solo incluyeron mujeres si eran jefas de hogar, pasando por alto el papel que pueden desempeñar para influir en la adopción de nuevas tecnologías agrícolas en los hogares encabezados por hombres.
El impulso de la formulación de políticas basadas en la evidencia
La revisión se publicó como parte de una colección de 10 artículos de investigación producidos como parte de Ceres2030: Soluciones sostenibles para acabar con el hambre. El proyecto, una asociación entre la Universidad de Cornell, el del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI en inglés) y el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD), destila décadas de investigación científica y de desarrollo en un menú claro de opciones de políticas para los donantes comprometidos con lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2: Poner fin al hambre en el mundo para 2030.
La colección completa de artículos se publicó el 12 de octubre en Nature Research.
Al hablar en un evento del gobierno alemán sobre el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, Bill Gates elogió la iniciativa Ceres2030 y señaló que “nunca se había hecho nada a esta escala porque carecíamos de las herramientas para analizar esta compleja información. Pero con la nueva investigación, la evidencia sólida impulsará una mejor formulación de políticas”.
Gates continuó destacando el papel de liderazgo del CGIAR en estos esfuerzos, diciendo: “El sistema CGIAR es una institución global clave que está invirtiendo en estos enfoques. Es un claro ejemplo de cómo la innovación puede hacer la diferencia”.