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La Agricultura de Conservación le ha permitido al productor y a sus familiares mejorar sus suelos y disminuir el uso de combustibles para maquinaria.
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El productor comenta que la labranza mínima ha mejorado la productividad de sus terrenos.
Por: Marco Díaz, Divulgación-CIMMYT.
22 de mayo de 2019.
Angostura, Sin.- El productor Guadalupe García Rosales, del ejido Agustina Ramírez, en Sinaloa, tiene 10 años de trabajar la tierra y tres de hacerlo mediante prácticas sustentables, mismas que le han permitido mejorar sus ingresos y mantener sus suelos sanos. Para este productor, el actual panorama de comercialización, el elevado costo de insumos y combustibles y las cambiantes condiciones climáticas hacen que la Agricultura de Conservación (AC) no sea opcional, sino una necesidad.
Su acercamiento a la AC sucedió cuando notó las diferencias entre sus parcelas y las de familiares que habían adoptado prácticas sustentables, pues “a ellos les ha ido muy bien y tienen sus suelos sanos, con un porcentaje de materia orgánica alto”. Fue entonces que decidió innovar igual que ellos, y ahora, además de haber mejorado su productividad y la calidad de sus suelos, ha disminuido el uso de combustibles (de 1,500 litros de diésel por cada diez hectáreas a sólo 160 litros), lo que le ha representado un ahorro significativo.
El motivo de emplear menos combustible es que con la Agricultura de Conservación se reduce al mínimo el movimiento del suelo (no requiere labranza). Esto, lejos de afectar la productividad de las parcelas —como comúnmente se cree—, previene la compactación del suelo, es decir, su degradación por efecto del tránsito de la maquinaria. “La mínima labranza trabaja mejor en tierras de barreales (suelos arcillosos) e —incluso— ladeadas; ahí es donde la soca (el residuo agrícola) retiene la humedad”, señala García Rosales.
Con respecto a los equipos de siembra, el productor explica que luego de asistir a actividades de capacitación del CIMMYT —en colaboración con otras organizaciones, como el Club de Agricultura de Conservación— se motivó para conseguir el equipo necesario; al principio adaptó unos discos que tenía. Actualmente, ya cuenta con equipo especializado y, de ser necesario, tiene la posibilidad de aprovechar la central de maquinaria para Agricultura de Conservación de la Junta Local de Sanidad Vegetal del Valle del Évora.
Guadalupe García asegura que no piensa dejar las prácticas agrícolas sustentables que ha aprendido, no sólo porque le han permitido hacer más rentable su actividad, sino porque “la situación está tan difícil con el precio de los granos que todo aquel que quiera estar en la agricultura tiene que adoptar prácticas sustentables, por necesidad”.