Sinaloa.- Un investigador agrícola es un experto que se encarga de buscar alternativas para diversas problemáticas en la agricultura, pero su trabajo no se limita a investigar formas de mejorar el crecimiento de los cultivos, también busca soluciones a los problemas ambientales y sociales del campo, cada vez más complejos.
La importancia de invertir en investigación agrícola se vuelve clara cuando se observa que, en menos de 10 años, el planeta habrá llegado a un momento crítico en lo que respecta a su capacidad de sostener la vida como la conocemos. Con una población creciente y tierras de cultivo cada vez más agotadas y reducidas, el momento de invertir en ciencia aplicada al campo es precisamente ahora.
La agricultura a nivel global acumula décadas de infra inversión, al tiempo que tiene que hacer frente al reto mayúsculo de alimentar más y mejor a la creciente población mundial con limitaciones notables. Pese a estas limitaciones y a no ocupar un espacio mediático destacado, la agricultura constituye una de las tendencias de inversión más claras y sólidas a largo plazo. Se trata de un sector estratégico, pero altamente fragmentado y con un gran margen para su capitalización y profesionalización en muchas áreas.
Para México, por ejemplo, el campo es una pieza fundamental en el engranaje de su economía y la alimentación de sus habitantes: actualmente el país se coloca entre las naciones que más productos de su campo exportan (entre los productos nacionales con mayor demanda en el mercado estadounidense, por ejemplo, se encuentran las frutas, con una participación en las ventas de 24%; hortalizas, 23 %; y bebidas con grado etílico y vinagres, 23%), consolidándose un comercio internacional con saldo a favor. De hecho, el sector ha posicionado al país como el octavo exportador mundial, con un superávit comercial durante 2020 (justo en medio de la crisis sanitaria y económica global) de 8 mil 824 millones de dólares, el más alto en 25 años.
De los 127.8 millones de personas que habitan la república, un total de 9.3 millones generan y transforman bienes agropecuarios (de estos, 5.4 millones de personas de diversos niveles educativos y socioeconómicos se desempeñan directamente en actividades agrícolas). El esfuerzo de estas personas le permitió a México ubicarse el año pasado en el doceavo lugar en producción mundial de alimentos y onceavo en producción mundial de cultivos.
A la par de estas cifras, es importante considerar que el 75% de la población en situación de pobreza es rural. Se estima que las personas en situación de pobreza de las áreas rurales destinan más de la mitad de sus ingresos a conseguir alimentos básicos, que generalmente son producidos por ellos mismos, aunque muchas veces no consiguen la cantidad suficiente de nutrientes y calorías.
En este contexto, la inversión en agricultura y desarrollo rural se devela como un factor clave para la reducción de la pobreza y el hambre. Es fundamental acercar el conocimiento científico a los agricultores de cualquier escala, a los técnicos que los asesoran y a las instancias desde donde se formulan las políticas públicas. Producir más con menos recursos, y hacerlo de forma sustentable, es actualmente un reto de toda la sociedad.
El equipo de Semillas Ceres, por ejemplo, produce semillas de variedades con características mejoradas para combatir enfermedades y condiciones de cultivo adversas. Sin embargo, la calidad de estas semillas depende fundamentalmente de los métodos de producción que se utilicen en campo, así como el cumplimiento de normas que garanticen la calidad. Por eso es fundamental difundir el conocimiento derivado de la investigación agrícola.
Expoceres, en este sentido, es uno de los principales espacios en el país, y a nivel internacional, donde además de los agronegocios se promueve la transferencia de conocimiento y la tecnología agrícola. Se trata de hacer de la innovación, la investigación y la digitalización el eje de las soluciones a las complejas problemáticas del campo.
En la llamada era digital, las nuevas tecnologías se convierten en una gran oportunidad, especialmente para los agricultores jóvenes, pero también plantean serias dificultades de acceso a estas tecnologías digitales para muchos otros productores agrícolas. Por eso es importante no dejar a nadie atrás en la edad digital.
En conjunto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y diversas instituciones, Expoceres y otras iniciativas que impulsamos buscan asegurar que el agricultor tenga acceso a las tecnologías más adecuadas, la información para tomar las mejores decisiones en el momento adecuado y conozca las soluciones que dan fortaleza a su inversión. Solo mediante la ciencia y la colaboración será posible superar los retos actuales y futuros.