Texcoco, Edo. Méx.- El primero de agosto se celebra el Día de la Pachamama. Aunque se trata de una celebración regional de América del Sur —específicamente en donde hay influencia de la etnia quechua-aimara, en las áreas andinas de Bolivia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina—, recientemente ha llamado la atención del resto mundo porque está basada en una cosmovisión donde la naturaleza es personificada y demanda protección.
Pachamama significa “Madre Tierra”, su culto tiene orígenes en la cultura inca y tiene paralelismos con Gaia de la mitología griega, Kali de la religión hindú y Coatlicue-Tonantzin de la cosmovisión mexica —de hecho, muchos pueblos originarios de México aún conservan prácticas culturales asociadas al culto a la Tierra, a la que también se le concibe como una madre—.
La relación de la humanidad con la naturaleza ha pasado por varias fases: primero fue el asombro (y el culto), después fue la dominación (el ser humano intentando dominar la naturaleza) y ahora es necesario una reconciliación con ella, protegerla, conservarla.
Esta idea que sugiere la celebración de la Pachamama —la de la naturaleza como objeto de derechos—, está en el centro de gran parte de los análisis bioéticos actuales e incluso de los estudios en materia legislativa. De hecho, la Pachamama está reconocida por las constituciones de Ecuador y Bolivia.
Independientemente de las connotaciones religiosas que pueda tener esta celebración y el culto en general por parte de los pueblos indígenas, la Pachamama es un recordatorio de la inevitable dependencia del ser humano hacia la naturaleza y por ello, muy probablemente son los agricultores los más próximos a entender esta concepción de la Pachamama. Ellos ven germinar los frutos de la Tierra y la conciben, muchas veces, también como esa madre a la que hay que respetar, cuidar y conservar. La cuestión para muchos agricultores aún sigue siendo cómo, pero para una creciente comunidad de productores que han apostado por la Agricultura de Conservación, la respuesta es simple.
“Hay que tener amor a la tierra. Si nuestros padres la cuidaron para después heredárnosla, no se vale que hoy la sembremos nada más así; hay que cuidarla. ¿Cómo? Pues de una manera muy fácil: sembrar sin barbechar. Ya debemos hacer un cambio, uno que le sirva a la tierra y que nos sirva a nosotros”, señala María del Refugio Galván Linares, productora guanajuatense que ha implementado la Agricultura de Conservación para precisamente conservar la Tierra que alimenta a la humanidad —te invitamos a leer la historia completa de esta productora en: https://idp.cimmyt.org/sembrar-sin-barbechar-es-cuidar-la-tierra-que-nos-alimenta/ —.