Si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres se estima que la cantidad de personas que padecerían de hambre en el mundo se reduciría hasta en 150 millones. En la agricultura, sin embargo, aunque las mujeres constituyen una gran proporción de mano de obra, el acceso de tierra propia sigue siendo mínimo —solo 13 % de quienes poseen tierras agrícolas son mujeres— y es frecuente que sus terrenos sean más pequeños o de menor calidad y que tengan menos acceso a opciones para mejorar la productividad de sus parcelas.
Con el objetivo de reducir las brechas de género y fomentar la inclusión de mujeres y jóvenes en la agricultura se desarrolló un curso orientado a colaboradores de diversos centros de investigación de América Latina, Asia y África, pertenecientes al CGIAR —consorcio de centros de investigación internacionales que busca aumentar la seguridad alimentaria a nivel global—, entre ellos el Centro International de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA, por sus siglas en inglés), el Centro Internacional de la Papa (CIP) y el Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI, por sus siglas en inglés).
El curso-taller, “Ofrecer soluciones agronómicas sensibles al género y a los jóvenes“, fue impartido en Kigali, Ruanda, del 27 de febrero al 3 de marzo y fue el resultado de una evaluación de necesidades de la iniciativa Excellence in Agronomy (EiA), del CGIAR, e investigadores de la Universidad de Makerere, de Uganda.
De acuerdo con los especialistas, es esencial identificar y analizar debidamente quién hace qué en los sistemas de producción, ya que en un contexto donde los hombres y las mujeres desempeñan diferentes roles fuertemente determinados por las expectativas sociales, el contexto, la diferenciación social y las relaciones de poder —económico, social, político y de autoridad—, las innovaciones agronómicas pueden tanto reducir como exacerbar las desigualdades que afectan a mujeres y jóvenes, por ejemplo, con un aumento del trabajo no remunerado o cargas adicionales de trabajo a las labores domésticas cotidianas.
Así, buscando obtener resultados agronómicos más equitativos y sostenibles a través de la articulación de conceptos como género, juventud y empoderamiento, la capacitación abordó temas como género y masculinidades, normas sociales y roles de género, métodos cuantitativos y cualitativos para entender el contexto de las mujeres y jóvenes en sus entornos, metodologías para trabajar por género y con jóvenes, uso de herramientas para la recopilación de datos y procedimientos operativos para guiar la integración de género y juventud en campo.
El género tiene múltiples características —como edad, educación, clase, religión, etnicidad, ubicación, entre otras—, pudiendo dar lugar a diferentes formas de desigualdades. “Para identificar que las prácticas y las tecnologías desarrolladas por los diferentes centros de investigación participantes pueden generar beneficios y empoderar a mujeres, hombres y jóvenes es necesario conocer estos conceptos, diseñar e identificar cómo escalar la innovación agronómica con perspectiva de género y juventud”, señalaron los organizadores.
Es importante destacar que el curso se desarrolló en el marco de Excellence in Agronomy (EiA), la cual es una de las 33 iniciativas temáticas globales y regionales del CGIAR, esta iniciativa busca lograr ganancias agronómicas a través de un mayor rendimiento y rentabilidad, teniendo enfoque de adaptación al cambio climático, uso eficiente de recursos (nutrientes, agua, mano de obra) y salud de suelo para millones de mujeres, hombres y jóvenes agricultores en pequeña escala en el Sur Global, por medio de soluciones agronómicas basadas en datos a escala que proporcionen servicios digitales de asesoramiento agronómico como una herramienta para apoyar la toma de decisiones de las agricultoras y los agricultores.