En las últimas décadas, los mejoradores de maíz han avanzado considerablemente en el desarrollo y despliegue de nuevos híbridos. Éstos ofrecen un mayor rendimiento en comparación con las variedades más antiguas y reducen los riesgos a los que se enfrentan los agricultores debido al clima cambiante y las nuevas amenazas de plagas y enfermedades. Pero, para que los pequeños agricultores adopten a gran escala los nuevos híbridos de maíz mejorados, resistentes al clima y al estrés, primero deben estar disponibles y ser accesibles, y sus beneficios deben ser ampliamente comprendidos y apreciados. Aquí es donde las vibrantes industrias nacionales de semillas pueden desempeñar un papel importante.
Antes de la década de 1990, las agencias gubernamentales solían desempeñar el papel principal en la producción y distribución de híbridos. Desde entonces, se espera que el sector privado —en particular las pequeñas empresas de semillas de propiedad local— produzca híbridos de maíz y los distribuya a los agricultores. Cuando tienen éxito, las industrias locales de semillas son capaces de producir nuevos híbridos de calidad y comercializarlos eficazmente entre los agricultores, de manera que los nuevos híbridos sustituyen a los más antiguos en los almacenes de los agrodistribuidores en periodos de tiempo relativamente cortos. Si las pequeñas empresas de semillas carecen de capacidad o de incentivos para comercializar agresivamente los nuevos híbridos, los beneficios obtenidos por el fitomejoramiento no se materializarán en los campos de los agricultores. Mediante el seguimiento de las ventas de semillas, los mejoradores del CIMMYT y de otros lugares, así como los propietarios de empresas de semillas, obtienen información sobre las preferencias y demandas de los pequeños agricultores.
Una reciente publicación en Food Security evalúa la capacidad de 22 pequeñas y medianas empresas de semillas en México para producir y comercializar nuevos híbridos de maíz. El estudio se basa en la experiencia del proyecto MasAgro, un desarrollo de una década de duración mediante el cual el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en asociación con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) de México, se comprometió con docenas de empresas de semillas de propiedad local para ampliar su cartera de híbridos de maíz.
Los autores, dirigidos por el economista sénior del CIMMYT Jason Donovan, destacan el papel fundamental que desempeñó el proyecto MasAgro en la revitalización de las carteras de semillas de maíz producidas por pequeñas y medianas empresas. MasAgro “llenó un vacío que había existido durante mucho tiempo en los programas de mejoramiento con apoyo público” al proporcionar un fácil acceso a nuevos cultivares, disponibles para las empresas locales de semillas sin regalías ni condiciones de marca, y sin necesidad de certificación de semillas. Las empresas, por su parte, mostraron una capacidad notablemente alta para adoptar nuevas tecnologías de semillas, lanzando 129 productos comerciales entre 2013 y 2017.
“Sin duda, el proyecto MasAgro puede considerarse un éxito por su capacidad de introducir nuevo germoplasma de maíz en las carteras de productos de las pequeñas empresas de semillas de todo México”, dijo Donovan.
Los autores también profundizan en los retos a los que se enfrentaron estas empresas de maíz al tratar de ampliar las nuevas tecnologías en un mercado competitivo que ha estado dominado durante mucho tiempo por las empresas de semillas multinacionales. Observaron una falta de acceso al capital físico, que a su vez evidenciaba una falta de capital financiero o de acceso al crédito, así como conocimientos técnicos de comercialización limitados y capacidad para integrar las innovaciones de comercialización en sus operaciones. Aunque la mayoría de las empresas de maíz identificaron la necesidad de ampliar las ventas de nuevos productos comerciales, “los signos de innovación en la comercialización de semillas eran limitados” y la mayoría de ellas dependían en gran medida de las ventas a los gobiernos locales y estatales.
Según Donovan, “la experiencia de MasAgro también demuestra que es necesario centrarse en el lado de la demanda de los sistemas formales de semillas si se quiere que los programas de mejoramiento tengan un mayor impacto en menos tiempo. Esto implica prestar más atención a la forma en que los agricultores deciden qué semillas comprar y a la forma en que las empresas y los minoristas de semillas las comercializan entre los agricultores. También implica una fuerte coordinación entre el sector público para hacer de la construcción de la industria local de semillas un imperativo nacional”.
Más allá del contexto mexicano, las conclusiones del documento pueden ser de especial interés para las organizaciones de desarrollo que pretenden abastecer a las industrias locales de semillas que se enfrentan a la fuerte competencia de las empresas regionales y multinacionales. Un ejemplo es el esfuerzo por apoyar a las pequeñas empresas de semillas de Nepal, que se enfrentan a la fuerte competencia de empresas de India más grandes con un largo historial de participación en los mercados de semillas nepalíes. También hay lecciones importantes para los responsables políticos de África oriental y meridional, donde los estrictos controles sobre la liberación y la certificación de semillas pueden dar lugar a mayores costos de producción y a un menor ritmo de introducción de nuevos productos por parte de las empresas locales de semillas de maíz.
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Este artículo se complementa con dos publicaciones dirigidas por el CIMMYT en un número especial de Outlook on Agriculture que destaca las experiencias en el África subsahariana. Este número especial surgió de la Comunidad de Excelencia del CGIAR para el Desarrollo de Sistemas de Semillas, donde el CIMMYT dirigió el debate sobre las cadenas de valor de las semillas y los vínculos con el sector privado.
Imagen de portada: Agricultores de México asisten a un taller organizado por el CIMMYT para aumentar su capacidad de producción de semillas. (Foto: X. Fonseca/CIMMYT)