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México envía semillas a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard

Un reciente envío de semillas de maíz y trigo busca garantizar que el patrimonio biocultural de México esté disponible para las generaciones venideras.

Equipo del Banco de Germoplasma que participó en el nuevo envío de semillas a Svalbard. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Equipo del Banco de Germoplasma que participó en el nuevo envío de semillas a Svalbard. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

En un acto que subraya el compromiso de México con la preservación de la biodiversidad y la seguridad alimentaria global, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) realizó su noveno envío de semillas de maíz a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard. Este depósito marca un hito significativo: con él, se completa el 90 % de la colección de maíz y el 92 % de la de trigo, lo que consolida a CIMMYT en uno de los principales custodios del patrimonio biocultural agrícola mundial.

La Bóveda de Svalbard, conocida como la “bóveda del fin del mundo”, es un imponente depósito ubicado en una isla noruega, a más de 8 mil kilómetros de México. Su objetivo es resguardar semillas de todo el mundo para proteger la biodiversidad ante desastres naturales, conflictos o los efectos del cambio climático. Con este reciente envío, México refuerza su papel en la conservación de semillas que, en situaciones críticas, podrían significar la diferencia entre el colapso o la resiliencia de los sistemas alimentarios globales.

Cristian Zavala, experto en conservación de germoplasma del CIMMYT, resaltó la relevancia de este envío para las colecciones de maíz y trigo. “Este envío es fundamental para asegurar la disponibilidad de la semilla en el futuro”, mencionó Zavala, y aludió al largo proceso necesario para completar el respaldo de las colecciones. “Aunque no es el último envío para Svalbard, es un envío fundamental para asegurar la disponibilidad de las semillas en el futuro“, añadió.

Este esfuerzo no solo busca proteger la diversidad genética de estos cultivos, sino también asegurar que las semillas estén disponibles para su distribución. Zavala explicó: “Además del respaldo del 92 % en este envío, la colección de trigo alcanza un 90 % de disponibilidad para su distribución, lo cual nos hace elegibles para participar en financiamiento a largo plazo”. Esta disponibilidad es clave para garantizar la seguridad alimentaria y permite que estas semillas puedan ser recuperadas y distribuidas a las regiones que puedan requerir su repatriación o rematriación.

El Banco de Germoplasma del CIMMYT en Texcoco, que alberga las colecciones más grandes y diversas de maíz y trigo en el mundo, no solo sirve a México, sino a toda la humanidad. Estas semillas, resguardadas como un “bien global”, están disponibles para la investigación, la agricultura y la educación. “Cuando hablamos de un bien público o un bien global, nos referimos a que toda la humanidad tiene derecho a disfrutar de esta diversidad de manera responsable”, afirmó Zavala.

La bóveda de Svalbard, con su capacidad para resistir desastres naturales y otras amenazas, representa una garantía para los países que resguardan sus colecciones de semillas ahí. En palabras de Zavala: “En caso de perder esta diversidad, los únicos que pueden y tienen la capacidad de devolverla a sus lugares de origen son este tipo de bancos de germoplasma”. Este refleja el esfuerzo global y colaborativo que implica preservar la biodiversidad agrícola.

Este logro es el resultado del trabajo colectivo. “Para poder realizar este envío, fue necesaria la participación de un equipo muy grande de personas. Este año participaron alrededor de 50 personas para lograr respaldar este set de semillas“, afirmó Zavala. La conservación de los recursos genéticos es un esfuerzo de equipo, que involucra a múltiples actores para garantizar la disponibilidad de estas semillas en el futuro.

El envío a Svalbard es un recordatorio de la importancia de los bancos de germoplasma como herramientas cruciales para enfrentar los desafíos del cambio climático y asegurar la seguridad alimentaria global. Las semillas enviadas no están destinadas para su cultivo inmediato, sino que funcionarán como una copia de seguridad, listas para ser utilizadas en caso de que una catástrofe afecte las colecciones originales. Así, México contribuye a un bien público de inestimable valor para toda la humanidad.

En un mundo cada vez más vulnerable a los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la inestabilidad social, estos envíos son más que un simple almacenamiento. Son un acto de responsabilidad colectiva que permite a la humanidad mantener la capacidad de alimentarse y prosperar.