El trigo es un cultivo de importancia mundial, pero el rápido avance del cambio climático afecta cada vez más su producción. En Argentina, el mayor productor de trigo de Latinoamérica, por ejemplo, recientemente se recortó la estimación de cosecha en tres millones de toneladas debido a una sequía prolongada.
México no está exento de estos desafíos a la seguridad alimentaria impuestos por el cambio climático. De acuerdo con Cámara Nacional de la Industria Molinera, el actual sobreprecio del trigo —que ya impacta en la economía de las familias mexicanas— no solo se debe al conflicto armado en Europa del Este, sino también porque el clima ha ocasionado daños en cosechas importantes de los principales proveedores de trigo.
Efectos como estos confirman que es urgente desarrollar variedades de trigo adaptadas a las nuevas condiciones climáticas. En el mundo existen muchas variedades locales de trigo y trigos silvestres con un gran potencial para enriquecer la diversidad genética del cultivo y mejorar rasgos como el rendimiento de grano y la resistencia a las enfermedades. Sin embargo, los procesos para introducir las características que podrían resultar beneficiosas a los cultivos de trigo toman tiempo.
Ya que utilizar a favor la variación natural del trigo se ha vuelto esencial para abordar los desafíos del cambio climático y la seguridad alimentaria mundial, es necesario encontrar vías más rápidas para que los mejoradores puedan desarrollar las variedades más apropiadas que los agricultores y la sociedad necesitan.
Afortunadamente, el desarrollo de nuevas herramientas de genómica y bioinformática ahora abren la posibilidad de aprovechar de mejor manera los materiales de trigo disponibles en los bancos de germoplasma más importantes de este cultivo, como los ubicados en México y Siria, resguardados por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y el Centro Internacional de Investigación Agrícola en Zonas Áridas (ICARDA, por sus siglas en inglés), respectivamente.
En este contexto, un estudio desarrollado por científicos del CIMMYT y diversos colaboradores está permitiendo aumentar la comprensión y el manejo de la diversidad de los parientes ancestrales del trigo en el enriquecimiento de los cultivares de élite modernos —aquellos seleccionados, entre muchos otros, porque poseen las características o muestran una serie de rasgos agronómicos altamente deseables—, mejorando en gran medida las posibilidades de explotar la variación natural hasta ahora infrautilizada y contribuyendo a la adaptación del trigo a los escenarios de cambio climático.
En esta investigación destaca el apoyo de Cultivos para México —proyecto impulsado por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT—, a través del cual se evaluaron materiales específicos en tres ubicaciones del territorio nacional, “identificando 35 líneas que superaron al mejor control en entornos de riego, estrés por calor y estrés por sequía. Dos de estas líneas fueron seleccionadas para pruebas de rendimiento de élite en condiciones de riego en el Bajío, la segunda mayor área productora de trigo de México”, indica el artículo derivado de esta investigación.
Este estudio, que forma parte del Informe Anual 2021 del CIMMYT, señala también que en México se han utilizado seis líneas de rendimiento superior para ampliar la diversidad del germoplasma nacional para la tolerancia al estrés abiótico —es decir, el generado por factores como sequía, calor, frío, exceso de agua, etcétera—. Además, se han seleccionado siete líneas que muestran un grano más alto en hierro y zinc, lo que abre nuevas posibilidades para futuros programas de cruzas. Te invitamos a leer esta y otras investigaciones destacadas en el Informe Anual 2021 del CIMMYT.