Hoy, en un mundo que aún no se recupera de los efectos de la pandemia y donde se desarrollan conflictos que afectan la producción y distribución de alimentos, hay cerca de 811 millones de personas padeciendo hambre, cifra que constituye un llamado a la acción local y global en favor de la paz y la seguridad alimentaria.
México tiene un papel central en la lucha contra el hambre en el planeta: es el lugar de origen del maíz, uno de los principales cultivos globales y, a través del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), resguarda más de 28 mil accesiones únicas de este cultivo, cuyo estudio ha permitido ofrecer al mundo el Atlas Molecular de Maíz, una plataforma de información que proporciona datos, herramientas y recursos que permiten a mejoradores de maíz, investigadores, técnicos extensionistas, entre otros, identificar la diversidad con un posible valor para sus necesidades específicas.
Además del maíz, el trigo de México es esencial para la seguridad alimentaria de millones del planeta. Recientemente, por ejemplo, un equipo de especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el CIMMYT, liderado por Julio Huerta, recibió el premio Gene Stewardship 2022 del Borlaug Global Rust Initiative por su aporte a la seguridad alimentaria mundial, a través del mejoramiento de la resistencia de variedades de trigo a la roya.
Bram Govaerts, director general del CIMMYT, señala que “factores como la pandemia y el conflicto entre Rusia y Ucrania han afectado la producción y disponibilidad de maíz en todo el mundo, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de todos”.
Además de los conflictos, Govaerts señala que el cambio climático sigue y seguirá siendo un tema prioritario para la seguridad alimentaria: “El aumento de la temperatura reduce los rendimientos globales de los principales cultivos. Sin una agricultura adaptada a estos cambios, cada grado que aumente la temperatura media global estaría reduciendo los rendimientos de trigo en un 6% y de maíz en un 7,4% en promedio”.
Estos retos, enfatiza el también investigador, “ponen en evidencia una vez más el liderazgo histórico de México y la oportunidad de hacerse presente y generar transformaciones de talla global desde las parcelas y hombro a hombro con los productores”.
Para responder a estos retos, Govaerts comenta que México cuenta con la experiencia para desarrollar sistemas agroalimentarios sustentables —iniciativas como Cultivos para México, Agricultura Para La Paz y AgriLAC Resiliente son un ejemplo de ello—, hecho que resalta la importancia de invertir en investigación científica: “el 70% de semillas de trigo y más del 50% de semillas de maíz sembradas en el mundo derivan de la investigación en mejoramiento que se realiza en México desde el CIMMYT y una amplía red de colaboradores”.
A través del CIMMYT, México hace alrededor de 1 500 envíos de semillas anuales a diferentes países y varias de esas semillas son de variedades resistentes a sequía. “Nuestro llamado es a que la intervención humanitaria incluya semilla resistente a sequía para las zonas susceptibles a este fenómeno y así generar resiliencia global hacia el futuro”, enfatiza el directivo del CIMMYT.