En los últimos años, la Península de Yucatán ha sido fuertemente asolada por la sequía y eventos meteorológicos extremos derivados del cambio climático, que han exacerbado la pobreza y la inseguridad alimentaria de la población local. Las prácticas de roza y quema en la agricultura han causado la degradación del medio ambiente y contribuido al cambio climático. El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores están ayudando a las familias campesinas mayas de la zona a adaptarse para mitigar los efectos del cambio climático, aumentando los rendimientos de maíz y la seguridad alimentaria, al mismo tiempo que minimizan el impacto negativo en el ambiente.
El maíz es la base de la dieta de los habitantes de la Península de Yucatán y ha proporcionado sustento a las familias mayas durante milenios. Se siembra como parte del sistema prehispánico de intercultivo denominado milpa, que se basa en la relación simbiótica entre el maíz, el frijol y la calabaza.
Tradicionalmente, el sistema milpa consiste en acondicionar nuevos terrenos para la agricultura utilizando el sistema de roza y quema. Sin embargo, después de dos o tres años, el suelo comienza a deteriorarse y se tienen que acondicionar otros terrenos. Estas prácticas han contribuido a la deforestación, el aumento de las emisiones de CO2 y la pérdida de valiosa biodiversidad local.
En la Península de Yucatán, el cambio climático ya empezó a tener repercusiones en el sistema milpa. Cada año, la temporada de lluvias llega más tarde y es más breve, con lo que se reducen los rendimientos del maíz. Dado que cada vez es más difícil ganarse la vida con la agricultura, los jóvenes se han visto obligados a emigrar en busca de empleo. Asimismo, cuando no han podido cosechar después de una intensa sequía, los agricultores han perdido la semilla de sus variedades tradicionales de maíz.
El CIMMYT está ayudando a las familias campesinas de la Península a aumentar sus rendimientos de maíz mediante soluciones sustentables e inclusivas a través de proyectos como MasAgro —visión del Gobierno de México, coordinado por el CIMMYT y apoyado por cientos de colaboradores— y Milpa Sustentable Yucatán. Las familias campesinas identifican los mejores terrenos e incorporan prácticas de intensificación sustentable y de la Agricultura de Conservación (AC) con el fin de evitar la deforestación y mitigar los efectos del cambio climático.
El proyecto tiene un fuerte componente de inclusión social, para asegurar que las mujeres y los jóvenes participen en los eventos de capacitación y en los procesos de toma de decisiones. “Dado que la milpa es un sistema familiar, hay que incluir a las mujeres y los jóvenes para lograr impactos”, opina Carolina Camacho, investigadora principal de inclusión social del CIMMYT. “Desafíos complejos como el cambio climático requieren un cambio social y la inclusión de grupos tradicionalmente marginados, como las mujeres y los jóvenes, para mitigarlos”.
Se enseña a las familias campesinas a utilizar las técnicas de la AC, como la labranza cero, que ayuda a evitar la erosión y el escurrimiento del agua. Esto mejora la estructura del suelo y el agua se utiliza de manera más eficiente, lo que ayuda a que el maíz sobreviva mejor a la sequía y permite que los agricultores siembren la misma tierra durante muchos años sin tener que deforestar o quemar.
“Los agricultores solían cosechar 500 kilogramos de maíz por hectárea. Ahora, con las técnicas que han aprendido del CIMMYT, cosechan hasta 2 toneladas por hectárea”, señala Vladimir May, líder técnico del proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán. El proyecto también ha ayudado a los agricultores a aumentar sus rendimientos identificando insumos naturales que pueden ser incorporados dentro de una estrategia de manejo integrado de fertilizantes y de plagas. Esto permite a las familias campesinas incrementar de manera sustentable sus rendimientos de maíz, a pesar de sus pocos insumos y recursos.
El maíz criollo que siembran en la Península de Yucatán se ha adaptado a las condiciones locales gracias a la selección realizada durante siglos por los agricultores, que ha permitido que se dé bien a pesar de la degradación del suelo y otros problemas. Sin embargo, el cambio climático ha puesto en riesgo la supervivencia de la diversidad genética de su maíz. Algunos agricultores han perdido toda la semilla de sus variedades tradicionales de maíz porque no pudieron cosechar nada después de las intensas sequías. Otros han descubierto que sus variedades tradicionales no se dan bien debido a los fenómenos ambientales adversos causados por el cambio climático.
El CIMMYT está ayudando a los agricultores a remplazar la semilla de maíz tradicional que perdieron a causa de la sequía y los cambios del clima. El Banco de Germoplasma del CIMMYT resguarda más de 28,000 variedades de maíz en beneficio de la humanidad, incluida la semilla nativa proveniente de la Península de Yucatán. Los productores han buscado las variedades originales de los agricultores en el Banco de Germoplasma para restaurar un valioso componente de la seguridad alimentaria, la biodiversidad y la cultura de numerosas familias.
Se ha logrado que los agricultores aumenten sus rendimientos mediante la selección participativa de variedades. Al cruzar sus variedades criollas con otras variedades de maíz nativo que son más resistentes a la sequía o al clima cambiante, los agricultores pueden aumentar sus rendimientos de maíz de manera sustentable y sin perder las cualidades que prefieren de sus variedades tradicionales. Las mujeres han desempeñado un papel clave en esta selección participativa de variedades, porque ellas procesan y preparan todos los alimentos para sus familias y saben muy bien las características que el maíz debe tener para que se dé bien y alimente a sus familias.
La pobreza y la inseguridad alimentaria en la región ha sido la causa de que mucha gente emigre. Con nuevas tecnologías y el apoyo del CIMMYT, las mujeres y los jóvenes están empezando a ver que hay futuro en la agricultura, pese al problema del cambio climático. “Ahora que ven cuánto maíz y otros cultivos comerciales se pueden producir con tecnologías sustentables, los jóvenes están dispuestos a quedarse”, dice María Boa, consultora que participa en el proyecto. “Dado que los jóvenes son los que a veces aceptan más fácilmente las nuevas tecnologías, los agricultores jóvenes de Yucatán desempeñan un papel fundamental en la mitigación del cambio climático y la adaptación. La inclusión de las mujeres y los jóvenes es necesaria para hacer un cambio positivo en estas comunidades”.
El proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán es operado y financiado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT); el Gobierno de México, por conducto del programa Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (MasAgro) de la Sagarpa; Citibanamex; la Fundación Haciendas del Mundo Maya, y el CRP MAÍZ. El proyecto se lleva a cabo con el apoyo de colaboradores locales, organizaciones no gubernamentales y los diferentes niveles del Gobierno de México.